Muchos
creen que el petróleo es el Oro Negro, es el que traerá los ríos de leche y
miel para esta tierra tan atormentada, en donde está la felicidad familiar,
laboral y personal. Pero ah ingenuos, no
saben que detrás de la gravedad específica y la gravedad API, en una relación
inversa, se conlleva a un sinnúmero de problemas y desgracias; no solo
porque el crudo mayoritario que se produce en Colombia es tan pesado como la
clase política del Sagrado Corazón de Jesús (contando fhüribistas, santistas,
izquierdistas, ilegales (según ellos mismos)), así como por los atentados
antiambientales contra la infraestructura, y principalmente, por la
inestabilidad del precio del hidrocarburo. Un día puede estar rondando los 100
dólares el barril del WTI (referencia para Colombia, sin saberse exactamente
porqué) y todos felices, pero llega el momento en que aterriza en los 40
dólares o menos y se viene la debacle, incluyendo los compromisos ambientales y
sostenibles de las empresas petroleras, sean privadas u oficiales. Conclusión; a este país, pese a no ser
miembro de la OPEP, sus ingresos dependen en aproximadamente el 60% de las
importaciones del crudo (su principal producto de exportación), y ni
siquiera los gobiernos han pensado en fuentes de energía alternativas, que si
tendrían más usos y no tendrían mayores fluctuaciones financieras en el
mercado, algo que le convendría a esta azotada Colombia del Alma.
¿Porqué
unos simples precios del barril del petróleo producen más estragos que un
tsunami? Con ellos, el hidrocarburo y su
entorno muestran su lado más oscuro (estilo Crudo Castilla), antiambiental y
antisostenible. Menos ingresos, más despidos, más presiones de las
petroleras para que les faciliten las cosas y por ende, más concesiones de un
gobierno reelecto y con escaso margen de trabajo, se verá abocado a abrirse de
piernas y aparentar la cacareada Confianza Inversionista (en este sentido,
Santos no se ha destetado de Uribe). Y no solo aquí en Colombia, se puede colar
el ejemplo del vecino sometido a las excentricidades de Maduro, Diosdado,
Leopoldo y Capriles, entre otros. Cuando Carlos Andrés Perez (el supuesto
expresidente venezolano más colombianista que ha existido en la faz de la
tierra), decidió nacionalizar la industria petrolera venezolana en 1974, en un
arranque de opulencia y populismo, puso al pueblo a comprar lujos absurdos,
fenómeno que duró 25 años. No era sino ver las limosinas que llegaban a Cúcuta
a realizar la compras de productos alimenticios, ropas y demás; la arrogancia
que se los tomó (agresiones, reclamos sobre el golfo y groserías, bueno, eso ha
sido desde los tiempos del Bravo Paez hasta la hecatombe de hoy), llegaron las
reinas de belleza (musas hermosas del bravo pueblo venezolano), las novelas y
los grandes espectáculos. Pero en 1999, en un arranque populista y de
inconformidad porque la plata petrolera se estaba empezando a esfumar, llegó
Hugo Chavez a jurar sobre una constitución moribunda, ¿qué pasó? Regalaron el
crudo según el amaño ideológico, el país quebró y la situación es tan
desastrosa, que Colombia teme a su vecino por su neuropatía politiquera.
Con Plan Nacional de Simón Gaviria, perdón,
Plan Nacional de Desarrollo, el hidrocarburo podría tener un regalito de oro,
en tiempos que se necesita austeridad; facultades para acelerar las famosas
Licencias Express. En la columna Fracking Antiambiental (25/06/14), llegaba
este párrafo a manera de reflexión: “¿Cómo podría afectar lo anterior a Colombia? Es
bien sabido que las consultas ambientales y sociales con las comunidades por
parte de las multinacionales petroleras no son las más idóneas, solo hablan con
quienes sean sumisos; las autoridades ambientales callan y no son proactivas; y
justo, en época postelectorera, no se hace nada. Pagan el pato el Medio Ambiente y el Desarrollo Sostenible, sin que
hayan dolientes”. Esto se ha acentuado en los últimos días, en medio
de leguleyadas cargadas de buen billete.
¿Concesiones? Ni hablar, no solo porque Ecopetrol
no puede hacer mayor cosa (y eso que está por saber quién será su próximo presidente,
donde el candidato ideal es Camilo Marulanda, quien ya está en la empresa; pero
por arreglos políticos, el gran nominada es el padre de la mermelada, Juán
Carlos Echeverry). Hay un buen ejemplo
en esta materia, Campo Rubiales, debería ser devuelto en 2016, ¿qué ha
pasado? El tema ha quedado en el silencio de la otra vida, y Pacific Rubiales
ha tomado una actitud agresiva frente al tema, que el precio del hidrocarburo,
que han sido objetivos de supuesto matoneo. En la Columan Star Problem se hacía
la siguiente pregunta: “¿Porqué no hay suficiente ilustración ambiental y
sostenible en materia de tecnologías fracking y star? Después no se quejen
porque las concertaciones con la comunidad se convierten en un dolor de cabeza”. La tecnología Star fue un ensayo poco fructuoso que
han querido imponer, pese a todos los problemas ambientales que implicaría.
Pero con los precios bajos, el todo vale podría reinar en los campos petroleros
como Rubiales, ¿cierto Don José Francisco Arata?
Corrupción. Se han descubierto unos casos
infames como los sobornos entre empleados de alto rango de la petrolera
colombiana y Petrotiger; los coqueteos de ejecutivos españoles y argentinos con
una finada guerrillera del ELN (incluyendo plata y regalos de por medio), y los
pagos de Sicim a través de un supuesto líder comunitario de Tame a los elenos
por su “acompañamiento”, donde lo básico era sacarle el cuerpo a la reparación
de daños ambientales por los atentados. El oro negro tiene su cianuro.
PD1: Censurar columnistas por
defender una causa, es como dañar la cojinería, un acto de cobardía.
Solidaridad con Yohir Ackerman frente a la arbitrariedad de la directora (¿Opus
Dei?) de El Colombiano.
PD2: ¿Cuál será el interés de la
exsenadora Piedad Córdoba, de convocar a una supuesta marcha por la paz el 9 de
abril, y hacerle competencia a la marcha de la vida de Mockus? Muchos intereses
políticos merodeando por ahí, de la izquierda.
No hay comentarios:
Publicar un comentario