La Guerra contra el Narcotráfico ha sido el mayor fracaso
mundial, puesto que mientras se incautan toneladas de las mismas, se
neutralizan capos y se confiscan sus dineros y bienes, su consumo descontrolado
sigue aumentando diariamente. Desde hace varios años, se viene hablando del
tema de la legalización de estas como un primer paso para el control de este
fenómeno peligroso, evaluarlo con prioridad de salud sobre los asuntos
judiciales, tratando de fomentar la prevención y el control de las mismas, así como
impidiendo la creación de carteles poderosos. A la mojigatería no le gusta
tratar este tipo de temas, ya que no les es rentable a niveles económicos y
políticos; que a las ffmm y las policías del mundo les gusta dar golpes, por
cuanto no solo les dan tributos económicos, también (en apariencia) les dan medallas
y anotaciones positivas. Pero como la cadena hay que mirarla desde el inicio
(cultivos de plantas de donde se derivan los alucinógenos) hasta el final
(consumo), hay que tener en cuenta que las decisiones que se han tomado en esta
materia afectarán el Medio Ambiente, el Desarrollo Sostenible y las Comunidades
Circundantes; de ahí la importancia que tiene el paso que se dio en el congreso
colombiano en los últimos días.
El pasado 20 de abril, en la Comisión Primera del Senado
de la República, se aprobó en primer debate: La Comisión
Primera del Senado continuó con el debate del Proyecto de Ley No. 236 de 2020
Senado. “Por medio del cual se establece el marco regulatorio de la hoja de
coca y sus derivados y se dictan otras disposiciones”. Nada más y nada menos que se legaliza la producción de la hoja de coca
(de donde se deriva la cocaína) para contrarrestar los problemas de su ilegalidad,
así como darle estímulos económicos a los pequeños productores y la inversión
social correspondiente en las zonas de producción. Entre sus ponentes se
encuentra el Senador de la Alianza Verde, Iván Marulanda, quien manifestó lo
siguiente (El Tiempo): “Este proyecto de ley hace parte de la lucha contra el
narcotráfico porque se trata de desaparecer a esas mafias que se lucran
destruyendo, en el camino, al pueblo colombiano”. También recalcó: “la
sociedad está expuesta a todo tipo de riesgos, pues estas buscarán su lucro sin
importar límites legales y morales”. La cuestión es quitarle los beneficios
económicos a los hampones poderosos, quienes se han visto beneficiados de la no
legalización, ya que ni pagan impuestos y se apoderan de grandes extensiones de
tierra, sin ley.
Pero las
reacciones durante el debate en la comisión primera del Senado, no se hicieron
esperar. Se empieza con el Senador de la Colombia Humana, Gustavo Petro: “este proyecto tiene como anomalía el considerar que el problema central
está en el cultivo de coca y desconoce las realidades de la producción de este
cultivo”. Por otra parte, Paloma Valencia del Centro
Democrático: “el uso de la cocaína genera inmensos recursos precisamente
porque es ilegal en otros países.. .. qué va a pasar cuando al Estado le toque
comprar a precios exorbitantes y cómo se va a recuperar esa inversión”. Rodrigo
Lara de Cambio Radical: “este es un proyecto bien intencionado que busca con
imaginación y creatividad solucionar un problema que se ha venido enfrentando
de la misma manera histórica…”. Finalmente, Esperanza Andrade, del Partido
Conservador: “recalcó que no comparte el objeto tan extenso del proyecto y
recuerda que la convención única sobre Estupefacientes (de 1961) de las
Naciones Unidas prohíbe la comercialización de la coca, los cual debe ser
cumplido por Colombia, como signataria”. Como se puede apreciar, hay
todavía muchas reservas, tal vez porque sigue faltando más documentación, pero
es claro que el enfoque actual de guerra contra las drogas le ha generado más
problemas que beneficios al país.
Ahora, falta un paso más importante; escuchar a las
voces que viven en las zonas productoras de hoja de coca (que ya tienen un
marco regulatorio en Bolivia y Perú, donde el narcotráfico no ha encontrado
territorio fértil para hacer de las suyas como aquí); en su mayoría son comunidades
étnicas, afro y campesinos, que tienen en esta planta, una buena parte de sus
ingresos para subsistir en un estado que los ha tenido olvidados desde hace más
de 200 años. Falta saber si este proyecto tiene feliz término en su paso por el
capitolio, si el gobierno (desgobierno) acepta firmarlo y como le va en el
examen constitucional. Pero sin lugar a dudas, este tema llegó para quedarse
y ser en un mediano plazo, una realidad para evitar el baño de sangre que la
ilegalidad ha dejado a lo largo y ancho de Colombia, y para quienes se
aferran al Convenio de Estupefacientes de 1961, y la Guerra contra las Drogas
declarada por Richard Nixon en 1969, se les solicita tener en cuenta que la ONU
ha puesto el dedo en la llaga para que se inicie un proceso de legalización
mundial para la prevención y consumo, donde la salud es lo importante.
El problema seguirá ahí mientras que no sea un acuerdo global, el de la legalización. Que sacamos con legalizar cultivos y que el gobierno compre la hoja. A quien se la va a vender? El mercado tiene que ser completo, que compren los países consumidores también, si no, no hay negocio.
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