martes, 21 de mayo de 2024

LA PAZ EN SU LABERINTO

 

El autor de la presente columna tuvo la oportunidad de leer uno de los mejores libros que se haya escrito sobre la esquiva Paz en Colombia; de la autoría de Gabriel Cifuentes, “La Paz en su Laberinto”. Sin ser un experto en el tema, el presente se pudo palpar más sobre el trabajo hecho, sobre los Diálogos y el Acuerdo de una Paz estable y duradera, que se libró durante más de cuatro años entre el Estado Colombiano (en cabeza de Juan Manuel Santos) y la extinta Guerrilla de las Farc, y se hizo un comparativo con diálogos similares hechos anteriormente, trayendo la conclusión de lo que se firmó en el Teatro Colón el 24 de noviembre de 2016, es lo mejor que se ha logrado en materia de calmar el orden público en el país, así como el análisis de las causas del conflicto interno armado, que se libró en el país durante sesenta años. No es cuestión de firmar las pases, de prometer no utilizar más las armas; va más allá de las causas del mismo (determinar los problemas para poner en práctica las soluciones correspondientes), de escuchar a las víctimas y a terceros que se involucraron en el mismo (bien sea de manera ideológica y/o militar), que es preferible una paz imperfecta que una guerra perfecta.

 

Se compone primero de un prólogo del Expresidente Juan Manuel Santos, donde hace un relato sobre como se llegó en su mandato a estos diálogos, luego de estar durante más de veinte años en la parte más cruel del conflicto, con la llegada del paramilitarismo y del narcotráfico, así como de la radicalización de ciertos sectores políticos (tanto de izquierda como de derecha) sobre una solución militar al mismo, cuando era prácticamente imposible, como si les conviniese mantener el negocio de la guerra. También había contribuido una guerrilla permeada por todo tipo de hampa (principalmente el narcotráfico), que se había despojado de sus ideales políticos, de denunciar las injusticias sociales y de promover la izquierda a nivel político, para transformarse en una recua de delincuentes que solo querían tener sus bolsillos llenos de dinero mal habido; la violación de los derechos humanos era un asunto desechado, los desplazamientos se convirtieron en sus referentes de victorias pírricas. Pero se regresó a las causas políticas para lograr calmar en algo el conflicto armado interno con la guerrilla más antigua del hemisferio occidental: las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, alias Farc, las de Jacobo Arenas y Manuel Marulanda Vélez (Tirofijo).

 

Después se desarrollan las fases que antecedieron a estos diálogos, que tanto irritaron al Uribismo Mojigato y Pendenciero. Primero, una reseña histórica de todos los conflictos armados que han existido en Colombia, desde hace más de 200 años, de donde se extraen unos datos interesantes; la primera rencilla armada se dio entre centralistas y federalistas, lo que “dio papaya” a la reconquista española, bajo el mando del tirano Pablo Morillo. Después de la victoria definitiva en el Puente de Boyacá, las desavenencias políticas entre Simón Bolívar y Francisco de Paula Santander, se mezclaron con armas, trifulcas (caso Manuelita Sáenz y Bernardina Ibáñez), con la Conspiración del 25 de septiembre de 1828, cuando Manuelita protegió a Bolívar de un intento de asesinato en el Palacio de San Carlos, lo que condujo al destierro de Santander durante cuatro años, cuando pudo regresar después del fallecimiento del Libertador. Después vinieron las diferentes guerras civiles entre los godos y los cachiporros de ese entonces, que trataron de calmarse con las promulgaciones de nuevas constituciones, pero que fueron en vano ya que no había mayor vigilancia del cumplimiento de lo acordado, no había entes nacionales ni internacionales de confianza.

 

En el Siglo XX, se arrancó con la Guerra de los Mil Días y la separación de Panamá, en la hegemonía conservadora se consideró al liberalismo como un movimiento peligroso, lo que condujo a la creación de guerrillas liberales. Con el regreso del Partido Liberal a la presidencia en 1930, llegaron los chulavitas. Este conflicto bipartidista estuvo marcado por un magnicidio: Jorge Eliécer Gaitán (09/04/1948). Después llegó el Frente Nacional como un tratado bipartidista, que no pudo impedir la llegada de las guerrillas comunistas en la década de los sesentas, de las cuales queda el ELN. En los ochentas, los frustrados diálogos de paz en el Gobierno de Belisario Betancourt; el reintegro del M-19 y otros grupos a la sociedad, que coincidió con la promulgación de la Constitución de 1991 (a la cual se apegaron los puntos del Acuerdo Final de Paz con las Farc en 2016), donde hubo representación fuerte del antiguo grupo guerrillero. La Zona de Despeje durante el Gobierno (desgobierno) de Andrés Pastrana, con una frustración grande. La Seguridad Democrática que si frenó en algo a las Farc, pero le dio alas al Paramilitarismo (Justicia y Paz sin mayores herramientas), y finalmente, el Acuerdo del Teatro Colón, y los problemas que tiene tras su incumplimiento por parte del Estado (Gobiernos Duque y Petro), pero como dice Gabriel: “El Acuerdo Final de la Habana, además de poner fin al conflicto con premisa social y económico de largo aliento, es un aliciente de esperanza.

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