Si
una ciudad representa la desigualdad social, así como la cultura del
antiambientalismo y la insostenibilidad, en Colombia, es Buenaventura (Valle
del Cauca). No se entiende como el
puerto más importante del país, donde se mueve alrededor del 60% del comercio
nacional; no sea capital departamental (no gustará en Cali, se enojará Doña
Rosa Halub, pero la lógica es la lógica), no tenga servicios públicos decentes,
las vías de transporte y comunicación sean rudimentarias, y no haya
pertenencia. Emulando la canción Mi Buenaventura, se podría decir: “Bello puerto de mar, mi Buenaventura,
víctima de una sociedad racista y caradura”, es triste que se aísle a sus
habitantes (gente calurosa, buena, trabajadora y con una chispa sin igual), ¿es
qué no tienen espacio en el país, según la alta sociedad colombiana? En el
mundo no hay otro caso de discriminación infame como este.
La
riqueza natural que posee, incomparable con otros puntos en el país del Sagrado
Corazón de Jesús, contrasta con la falta
de oportunidades laborales y sociales, situación que es aprovechada por
forasteros peligrosos para sus terribles menesteres. Las Farc y el ELN
tienen sus frentes afilados y pendientes de cometer fechorías (como en el caso del
General Alzate, que por confiado, fue secuestrado por el frente Iván Ríos en el
Chocó, algo inaceptable), las AUC y Bacrim no se quedan atrás, atacan a
mansalva (satisfaciendo sus desagradables egos), convirtiendo esta región en un
campo de concentración, donde nadie tiene derecho a nada, la fauna y flora cada
vez tienen menos posibilidades de vivir; y la ingratitud nacional deja a
Buenaventura en manos criminales sin ninguna razón para existir, donde todo
vale, y la vida no sirve para nada. Como diría el expresidente Darío Echandía: “Este
es un País de Cafres”, vaya
que lo es.
¿Cuáles
son los problemas? La pregunta suena estúpida frente a la cruel realidad, pero
por formalismo, se debe hacer. Empezando
por las Casas de Pique; algo que ni el nazismo pensó aplicar, pese a sus
tenebrosas características. ¿Quiénes son las víctimas? Habitantes del
puerto, pertenecientes a los estratos más bajos, de sentimientos nobles, a
quienes una sociedad desbaratada no les dio oportunidades de salir adelante, y
tuvieron que convivir con todos los frentes violentos, bajo la ley del
silencio, lágrimas y sangre. ¿Cuál fue su delito o pecado? En unos casos, su
color de piel (inexplicable que la exuberante tonalidad afro sea humillada al
peor estilo medioevo), en otros no acceder a los requerimientos de delinquir
(porque los porteños tienen un alto concepto de la moralidad), ser testigos de
acciones nefastas, o peor aún, seleccionados al azar. ¿Qué dicen las autoridades?
Por más consejos que hagan los poderes ejecutivo, legislativo y judicial en el
puerto; la nación no existe allá o se hace la ciega, todo se queda en promesas
hipócritas y faranduleras.
Otra
perlita; la salud portuaria. Hoy en día,
es más fácil contraer un dengue hemorrágico en Buenaventura que en Haití, los
servicios de salud no han tenido noticias positivas en 50 años, el agua para
consumo humano es peligrosa, la cobertura de servicios públicos tiene más
enredos que el proceso de paz, los seiscientos mil habitantes están en medio
del caos y la corrupción, ya que sus dirigentes políticos (caso Juán Carlos
Martinez) priorizan la acumulación de billete, la satisfacción de sus egos y
las falsas argumentaciones de sus convicciones politiqueras. No falta el
escándalo en la Alcaldía y el Concejo municipales por año, con destituciones y
condenas, pero donde el dinero desfalcado no se ve, y por ende, no se
solucionan los problemas de fondo, la
impunidad continúa y el pueblo sigue sufriendo en soledad.
¿A
nivel ambiental y sostenible? son muchos los problemas que en estos campos hay,
trayendo como ejemplo el siguiente caso: en el corregimiento Zaragoza,
perteneciente al municipio objetivo de la presente columna, se presenta un problema,
al cual las autoridades ambientales no han querido prestarle la suficiente
atención: en el blog Ecosistemas
Tropicales, se denuncia el desvío y la contaminación del Río Dagua, principal
fuente del acueducto de la urbe, gracias a la minería ilegal, que explota oro
por la pasividad de los entes de control, y la complicidad de los grupos al
margen de la ley, llevándose (en ciertos casos a la fuerza) a pobladores
para esclavizarlos allá, y si alguien da una voz de alarma, los llevan a bloquear
la vergonzosa vía de acceso hacia este país demente y sin conciencia. Mientras
tanto, nada se hace, todo sigue igual, y la tristeza aumenta; no hay derecho.
Por
todo lo anterior, se hacen las siguientes preguntas a manera de conclusión:
·
¿Porqué la sociedad nacional, principalmente
la valluna, no admite de una vez por todas su racismo y se dispone a solucionar
el caso? Es inentendible que a la población afro como la de Buenaventura solo
la tengan en cuenta en campañas electorales, y en chistes morbosos, que vaina.
·
¿Cuándo será que miran hacia el país que hay
de la cordillera occidental hacia el Óceano Pacífico? No es sino mirar el
Chocó, la misma Buenaventura, el Cauca (por racismo y negligencia no tienen un
puerto decente) y Tumaco; los ilegales siguen haciendo de las suyas sin que
nadie se inmute.
PD1:
¿Porqué el Alcalde Petro se quiere meter con desplazados y madres cabeza de
familia, cuando lo indicado es aplicar Políticas de Estado? Fallida campaña
presidencial 2018.
PD2:
Todo indica que en la violencia, las Farc, ELN, AUC, Bacrim y cierta
ultraderecha disfrazada de oposición, serían aliados. Un ejemplo sería el caso
del General Alzate.
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