La
columna de hoy tiene por objetivo, reflejar
en un ejemplo, el grave drama de ciénagas, lagunas y humedales, a lo largo y
ancho del país; su destrucción mediante la quema de sus árboles y
manglares, el arrasamiento de la fauna, relleno artificial e ilegal con
tierras, para el favorecimiento de la politiquería populista a cambio del voto
mal planeado de gente desesperanzada, desplazada y sin posibilidades de
progreso; para la muestra, las historias del Instituto de Crédito Territorial,
luego Inurbe y hoy en el baúl de los tristes recuerdos, las casitas sin cuota
inicial de Doña María Eugenia Rojas (mamá de los no tan célebres Samuel e Iván
Moreno Rojas, ah, hija del nefasto Gurropin), las viviendas gratuitas (por
gracias del Virrey, perdón, Vicepresidente Germán Vargas Lleras) y las
viviendas de interés solidario (cuyo alter ego es Gustavo Francisco Petro
Urrego, célebre por tener una familia política cuyo objetivo principal es
acabar con el Humedal La Conejera). En los 70´s, el Banco de Colombia (en manos
del no tan buen banquero Jaime Michelsen Uribe, primo hermano del expresidente
Alfonso Lopez Michelsen), puso un lema que ha sido recordado en este país:
Casa, Carro y Beca. Pero hoy en día no es que haya mucho de eso, si acaso casas
mal elaboradas, en terrenos no aptos con destrucción de ecosistemas y reservas
naturales; con todo esto, ¿para qué carros y becas?
El
caso que ocupa la presente hoy es la Ciénaga Grande de Santa Marta, ubicada en
el departamento del Magdalena, célebre por sus otroras dirigentes
parapolíticos, por el orden público bastante deteriorado (farc, eln, auc,
bacrim), por la pobreza de la mayoría de sus cabeceras municipales; y porque
sus mayores reservas naturales han sido objetivo de matoneo antiambiental y
antisostenible; la Sierra Nevada de Santa Marta (en una próxima columna se
hablará de este tema), y la Ciénaga Grande. Esta no solo está empantanada por el abandono, también por sus
destructores. Ah, sumando la bestia, mejor dicho, el tren del carbón que
deja su estela de contaminación en tierra, mar y aire, sin que las autoridades
correspondientes muevan un solo dedo para evitar el daño correspondiente.
En
1997, se expidió la Ley 357, el Congreso Colombiano aprobó lo siguiente: “convención relativa a los humedales de
importancia internacional especialmente como hábitat de aves acuáticas” (Ramsar
2 de 1971). Cuando dicho acto legislativo está cumpliendo su mayoría de edad,
no parece haber tenido el apoyo suficiente para su aplicación, la Conciencia
Ambiental no existe, porque no produce votos y réditos políticos, y existen
grandes aportantes a la campaña de esta índole, cuyo objetivo es el todo vale,
y por ende, no consideran como sus amigos la fauna y flora, con las nefastas
consecuencias que conllevan. Para la muestra, los no tan genios del nefasto
proyecto Los Ciruelos siguen rondando la zona, porque las autoridades
ambientales aún no le han cerrado las puertas a semejante adefesio, junto con
la destrucción de una parte de la Sierra Nevada para construir una carreterita
para un proyecto supuestamente turístico, a cargo de un extraño empresario,
mezcla de alemán y mexicano; ya la fiscalía general de la nación anunció
medidas en el caso, ojalá así sea.
Volviendo
a la Ciénaga, se recomienda leer el capítulo correspondiente en el Blog de
Alejandro Arias, líder ambientalista magdalenense, donde con fotos y
testimonios verdaderos, donde se denuncia la masiva destrucción de una longitud
de 27 kilómetros de la belleza natural, con el fin de ser usados en fines
politiqueros y económicos. “No obstante que el Gobierno Nacional, a través del
Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible, desde 1997 asumió la
responsabilidad internacional de proteger y conservar estos territorios
declarados de importancia estratégica ambiental RAMSAR, sus actuales
circunstancias evidencian un total abandono y el indiscutible control de las
bandas criminales de quienes se denuncian tienen amenazados a los funcionarios
de las autoridades ambientales regionales y locales, quienes se han visto a
calzas prietas para incluso hacer seguimiento de la destrucción masiva de estos
territorios de especial importancia ambiental. Ni el Ministerio de Medio Ambiente ni la
Policía Nacional han dado respuesta frente a las denunciadas circunstancias de
destrucción y ocupación de los mismos”. Tiene toda la razón, un crimen así es habitual en un país donde es más
importante la camándula y la mojigatería, que el Medio Ambiente y el Desarrollo
Sostenible, no puede ser, se va directo por el barranco de la desidia y la
pereza gubernamental.
Para concluir, se hacen los siguientes interrogantes de otros dos casos
muy cercanos: ¿Qué ha pasado con el daño
ambiental generado por la Vía de la Cordialidad al Parque Nacional Natural Isla
de Salamanca? Es por ahí cerca. ¿Porqué tanto silencio frente a la vía del
Mello Cotes, Gobernador del Magdalena? Dicen que los frustados contratistas
españoles andan merodeando por ahí, con ganas de volver a hacer de las suyas. Se
puede generar un problema de dimensiones incalculables.
PD1: Carlos Gaviria Díaz, Gran Señor del Derecho, del Medio Ambiente y
del Desarrollo Sostenible.
PD2: ¿Porqué tanta arrogancia de la Bogotá Humana frente al cobro del
Impuesto Predial? Existen alzas desde el 30% hasta del 500%. Un asunto para
revisar con lupa.
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