Como
si fuese la evocación del descubrimiento del hielo en Macondo, un bello relato
de CIEN AÑOS DE SOLEDAD (Gabriel García Márquez, 1967); se produjo en días pasados una expedición por parte de la Armada
Nacional, que no tuvo mucho eco por cuanto para los medios de comunicación no
deja mucho crédito unas noticias de carácter científico. La llegada de una
delegación a la Antártida para trabajar, bien sea en forma individual y/o
colectivamente con otros países en trabajos sobre el origen de la vida y como
se podría evitar una catástrofe debido a la indebida mano del hombre en la
fauna y flora. Salieron de Cartagena a finales de 2014, cruzaron el Canal de Panamá,
e hicieron escalas técnicas en Guayaquil, Lima y Santiago de Chile (no se saben
datos de Buenaventura y Tumaco), fueron tres meses aproximadamente de mucho
trabajo, capacitación y reforzamiento de conceptos académicos a los miembros de
dicho cuerpo militar, que el Ministro de Defensa y la Canciller se colincharon
en este bus es otra cosa.
¿Porqué
se dio esta expedición interesante? En 1959 fue firmado el
Tratado de la Antártida, cuyo objetivo principal es: “Artículo
I. 1. La Antártica se utilizará
exclusivamente para fines pacíficos. Se prohíbe, entre otras, toda medida de
carácter militar, tal como el establecimiento de bases y fortificaciones
militares, la realización de maniobras militares, así como los ensayos de toda
clase de armas. 2. El presente Tratado no impedirá el empleo de personal o
equipo militares para investigaciones científicas o para cualquier otro fin
pacífico”. Los países que suscribieron inicialmente dicho
documento fueron: Argentina, Australia, Bélgica, Chile, Francia, Japón, Nueva
Zelanda, Noruega, Suráfrica, URSS, Gran Bretaña, y Estados Unidos. Desde
entonces comenzaron excelentes trabajos de concientización ambiental y sostenible,
para resaltar la importancia de conservar dicha zona tal y como está, que la
caza indiscriminada es la peor consejera y que la paz es la mejor manera de
respetar dicha región. Colombia se adhirió al Tratado en 1989.
Como todo documento internacional, luego de su
aprobación por el congreso colombiano (donde no es que haya Conciencia
Ambiental), permaneció archivado, o más específicamente, refundido. Solo vino a
aplicarse cuando empezaron a surgir teorías como la de Gerney Ríos Gonzales, sobre
una supuesta soberanía que este país del sagrado corazón podría ejercer en la
tierra blanca ya que la Isla de Malpelo (rincón olvidado colombiano) tiene una
conexión lineal con esta bella zona, sin tener otras islas interponiéndose en
el camino. Este tema, si bien es cierto es aún debatible, y habría animado
ciertas intenciones panameñas (concretamente de un ecologista muy respetado) de
reclamar al islote para sus intereses; ha puesto a debatir el tema de los
límites reales del país, luego de la pérdida de 75 mil kilómetros cuadrados de
mar frente a Nicaragua en cercanías a San Andrés (tema al cual el gobierno le
está metiendo largas, al mejor estilo de Samuel Moreno con la justicia por el
Carrusel de la Contratación), le deja una moraleja grande al estado: Paradójico que a miles de kilómetros, en el
Polo Sur, se pudo hacer presencia nacional positiva, a diferencia de los
territorios presentes aquí.
¿Qué han dicho quienes participaron en
la aventura? “El tratado antártico
firmado en 1969, y al cual Colombia adhirió en 1989, congeló las reclamaciones
territoriales de los países que en los años 50 llegaron primero a la Antártida
y que reclamaban territorio allí. A partir del tratado, el continente blanco ha
sido utilizado para investigación científica, están prohibidas las operaciones
militares y es un lugar de paz y de una exigente preservación ambiental.
Aspiramos a tener allí nuestra propio centro de investigaciones”, informó
(El Tiempo) el Contraalmirante Juan Manuel Soltao, secretario general de La
Comisión Colombiana del Océano. Aunque se encuentra la pifiada de 1969 (cuando
fue en 1959), pero en el fondo de sus palabras, radica la importancia de este
trabajo que se ha venido haciendo. Ojalá este proyecto no tenga la suerte del
Satélite Colombiana, que fue desautorizado por razones que no se entienden, del
virrey, perdón, vicepresidente Germán Vargas Lleras.
Ojalá este ejemplo se empezase a
desarrollar con mayor ahínco y dedicación en el interior del país, y que sus
gobernantes tuviesen en cuenta el Carácter Pacífico del Tratado de la
Antártida, ya que se está hablando mucho del mayor anhelo de todos los
colombianos, con el respeto por el Medio Ambiente y el Desarrollo Sostenible
como pilares. Si bien es cierto que se
debe moderar el optimismo, con justa causa en la materia, el desminado acordado
entre el gobierno y las farc en días pasados, puede contribuir en un pequeño paso con grandes resultados.
PD1: A propósito de la Paz, ¿no creen
que todas estas polémicas generadas en los últimos días, como la supuesta salida
de los Generales Retirados Mora y Naranjo de la mesa para la pedagogía entre
las FFMM y la Policía, se podrían evitar mejorando la estrategia de
comunicaciones del Gobierno? Ay John Jairo Ocampo, no la siga embarrando.
PD2: Un rector universitario que no
cuenta con el apoyo popular entre docentes y estudiantes, no merece ser
reelecto, ¿cierto Ignacio Mantilla?
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