“Cualquier
hombre, a la vuelta de cualquier esquina, puede experimentar la sensación del
absurdo, porque todo es absurdo” (Albert Camus). En este país de los absurdos, donde proponen
pavimentar el Río Magdalena, donde a los futbolistas se les considera
indispensables como envases pequeños de los perfumes más finos, donde quisieron
gobiernos hormonados y bien testiculados, donde un presidente juró que los
dineros del narcotráfico habían entrado a sus espaldas, otro evocó a Nohora y
sus niños, y finalmente alguien fingió tener mano firme corazón grande, se
encuentra con el siguiente absurdo: “Bogotá Distrito Capital, antes llamada
Santafé, luego Bogotá Distrito Especial, por un lapsus Santafé de Bogotá
Distrito Capital; una urbe con más de ocho millones de habitantes, extendida a
lo largo y ancho de la sabana (casi comiéndose los cerros), no ha podido
construir un Metro Decente”. ¿Porqué?
La descoordinación entre los gobiernos nacionales y distritales ha dado al
traste con un proyecto trascendental (eso si, necesita ir de la mano con lo que
ha surgido de transporte integrado (Transmilenio y SITP), y tan solo, 70 años después de poner el metro en el
panorama, si acaso hay un cheque chimbólico, dado por el Presidente Juán
Manuel Santos al Alcalde Mayor Gustavo Petro. El término chimbólico viene de
simbólico (porque no es real aún) y chimbo (término colombiano para denominar a
algo susceptible de reversar).
Fernando Mazuera, Virgilio Barco, Hernando Durán
Dussán, Andrés Pastrana y otros cuantos alcaldes mayores en su época se
propusieron hablar del metro como su bandera, se hicieron planos y estudios de
factibilidad de toda índole, se los llevaron a los respectivos presidentes como
Laureano Gomez, Carlos Lleras, Julio Cesar Turbay, el mismo Virgilio Barco y
otros cuantos, hubo cocteles de lanzamiento, noticias a todos los barrios, pero
a la hora de concretar algo, nada de nada. Tan solo quedan unos vástagos
recuerdos que llenan de rabia a la izquierda que ha sido incapaz de gobernar el
distrito desde el año 2008, se han empeñado en inculpar al exalcalde Enrique
Peñalosa de haber preferido el Transmilenio (que funcionó durante los primeros ocho
años porque las acciones se hicieron en el tiempo estipulado) que al metro,
pero sería bueno preguntar; en 1998 el presidente era Ernesto Samper (muy
cercano a la izquierda colombiana y latinoamericana), con un gobierno maltrecho
y cuestionado, derrochando plata para mantenerse en el poder cuando sus
vínculos con el cartel de Cali eran reales y para seguimiento judicial, ¿se
propuso tomar como suyo el proyecto del metro para Bogotá? Todo indica que no.
En días pasados, hubo un acto especial (de esos
que aparecen en las secciones sociales y aparentosas de los medios de
comunicación masivos): la entrega del cheque chimbólico por 9.65 billones de
pesos, que supuestamente representa la financiación del 70% del metro por parte
del Gobierno Nacional. Eso sí, salieron a flote las diferencias entre la Casa
de Nariño y el Palacio Liévano; mientras que la prosperidad propuso un metro
subterráneo que iría desde Soacha hasta la carrera séptima con calle 100 pero
conectado mediante trenes de cercanías con varios municipios de la sabana como
Zipaquirá, Cajicá y Chía, la Bogotá humana (¿o inhumana?) quiere llevarlo hasta
la 127 y nada más. Es más, suena a campaña presidencial de Gustavo Francisco
Petro Urrego (cuya alcaldía ha dejado mucho que lamentar) cuya plataforma sería
el metro distrital, así como la del Procurador Ordoñez las talanqueras al
Proceso de Paz, la del Fiscal Montealegre con base en una Justicia Extraña, la
del virrey, eh, vicepresidente Vargas Lleras con viviendas gratuitas y
presentación de proyectos de infraestructura, como si fuesen sus hijitos. ¿Así
es creíble este metro? Complicado.
Los actuales candidatos a la Alcaldía Mayor de
Bogotá, han mostrado sus diversas opiniones en el tema; unos dicen que se puede
dejar así, otros han propuesto reparos que son muy respetables; lo único para
sugerirles es que investiguen más del tema, que quien llegue al Palacio Liévano
el próximo primero de enero, tenga ya algo específico sobre el tema para
desarrollarlo como el Gran Sistema de Transporte Masivo en Bogotá DC, que logre
desterrar la Guerra del Centavo.
Varios expertos en la materia han expresado sus
reservas, teniendo un ejemplo clave: “Los cambios de última
hora en el proyecto del metro para la capital confirman que este sueño se puede
quedar en anuncios y en maniobras de corte electoral. La irresponsabilidad del
presidente y del alcalde da ganas de llorar”,
palabras de Fernando Rojas, Analista de la Universidad de los Andes. Solo se
añadiría lo siguiente; debido a que el suelo y subsuelo de Bogotá DC es lleno
de humedales escondidos por las grandes construcciones y que no se conocen
planos definitivos sobre la infraestructura (caso puente de la NQS con 94)
conduciría hacia un Apocalipsis Antiambiental en el distrito, incluyendo los
seguros problemas de atrasos que hay en este tipo de proyectos, otro ejemplo,
el Humedal La Conejera con la familia política del Alcalde, y su alianza
negativa con la Bogotá Humana.
PD1: ¿Porqué hay ciertas Organizaciones No
Gubernamentales (ONG´s), que permanecen pasivas frente a la barbarie de las
Farc? Parecen más anticolombianas que el mismo Timochenko.
PD2: A propósito de daños ambientales ocasionados
por las Farc y demás grupos legales e ilegales; tarde o temprano, la
Pachamama se las cobrará todas, y no habrá piedad que valga.
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