“Las joyas
de la Corona son joyas u objetos de bien de piedras preciosas
o de bisutería pertenecientes al
reinado de una familia real en un determinado país. Pertenecen al soberano y
son transmitidos al siguiente monarca para simbolizar el derecho al cargo.
Normalmente incluyen una o más coronas, piedras preciosas, espadas, cetros y/o anillos”. Así era el concepto
que se tuvo a lo largo de la historia, pero desde el siglo XVIII con la llegada
de la Revolución Francesa y los Conceptos de Democracia, se extendió más allá
de lo físico; también a lo humano, político, económico, militar y geográfico.
Cuenta la historia que el empeño de las joyas de la corona que hizo Isabel La
Católica para financiar la expedición de Cristobal Colón, contribuyó a su
debilitamiento, puesto que el Imperio Británico se apoderó de más del 50% de
las tierras recién descubiertas, sino que años más tarde Napoleón llegó a la
Península Ibérica, y las tierras occidentales aprovecharon la ocasión para
empezar su proceso independista. Moraleja; la
venta de estas joyas no solo no contribuye a mejorar la situación inmediata,
sino que conlleva a la debacle posterior. Todo esto se trae para el caso
que atiende la presente columna; una Joya de la Corona existente en Colombia
llamada Isagén.
¿Qué es Isagén?
“Desarrollamos
proyectos de generación, producimos y comercializamos energía eléctrica y
ofrecemos soluciones asociadas con el propósito de satisfacer las necesidades
energéticas de nuestros clientes y crear valor empresarial. Nuestra gestión se
desarrolla con los más altos estándares éticos, con responsabilidad social y
ambiental, con sentido económico y orientación al cliente”. Así reza
en los estatutos de la poderosa empresa energética nacional. Junto con
Ecopetrol, conforman el principal conglomerado minero – energético presente en
este Macondo Garciamarquiano, y si
bien, su trabajo ha sido reconocido alrededor del mundo, con nexos técnicos y
económicos a lo largo y ancho de América Latina, que produce las mayores
utilidades económicas nacionales, es cierto que ha sido una tentación para la
inversión privada, principalmente la extranjera, la cual solo se podría dar de
una manera muy polémica, su venta. Esto ha generado una controversia, que ha
ido desde las opiniones de expertos en la materia, hasta acciones judiciales
que han buscado negar esta acción (no muy sana, ya que siendo joya de la
corona, no se puede feriar en un todo a mil), y sus compromisos ambientales y
sostenibles podrían quedar en peligro de desaparecer.
Antes de recoger voces a favor y en contra (como la
del autor de esta columna), hay que resaltar un detalle muy interesante; el
expresidente y ahora senador Álvaro Uribe Vélez, bajo la siguiente frase: “Si el Gobierno se deshace de Isagén y
la empresa internacional que venga no realice estos proyectos, ¿quién los va a
realizar? Van a dejar las regiones colombianas sin estos proyectos”; se ha
opuesto en los últimos días a la venta de Isagén. Pero el Fhüribismo se olvida
de un detalle; en el segundo reinado de la Seguridad Democrática, con Uribe de
Presidente y Oscar Iván Zuluaga de Ministro de Hacienda, se iba a vender la
misma empresa so pretexto de haber firmado un convenio con Fonade para la
financiación de supuestas obras de infraestructura y atender coletazos de la
recesión económica mundial que había en ese entonces. La presión ejercida para
tal oposición, hizo que el proyecto durmiese un lustro en el sueño de los
justos, pero hace unos cuantos meses resucitó así; el Presidente Juán Manuel
Santos le dio la órden al Ministro de Hacienda, Mauricio Cárdenas (el Señor del
NO) y al Vicepresidente, Germán Vargas Lleras (el Virrey entre los amigos) de
que uniesen esfuerzos (luego de la mechoneada publicitaria que se habían dado)
para vender la joya de la corona, a como diese lugar, así no fuera del gusto
del país. Quedan los siguientes interrogantes: ¿se uribizó la prosperidad?,
¿porqué se centra dicha ventas en la financiación de vías 4G, plataforma de Don
Germán?, ¿será la plataforma de su
campaña presidencial en 2018? Habrá que estar bien atentos.
Diversas voces han reaccionado en contra, y con
justa razón frente a semejante despropósito. Para la muestra se pueden leer
algunas: “Privatizar Isagén es
un pésimo negocio para Colombia” (Jorge Robledo, Senador del
Polo Democrático). “El patrimonio público
no se negocia, ni mucho menos se les debe entregar a las multinacionales un activo
estratégico como Isagén” (Viviane Morales, Senadora del Partido Liberal). Incluso,
el Consejo de Estado determinó imponer Medidas Cautelares frente al tema,
mientras se toman medidas de fondo, porque quedan muchas dudas, y seguirán
apareciendo, sobre la materia. El autor de esta columna ya dijo su negativa a
tal venta, por la siguiente razón; en el dictado de la Gestión Ambiental de
Isagén, se lee lo siguiente: “Cuenta con un Sistema de Gestión Ambiental (SGA)
con el cual se identifica, evalúa, previene, controla, mitiga y compensa los
impactos ambientales de las actividades, productos y servicios asociados a la
generación de energía y permite el cumplimiento de los requisitos legales
aplicables y otros compromisos que la Compañía suscriba”. Con su posible venta, Isagén no solo perdería su
condición de Joya de la Corona, también su esencia ambiental y sostenible.
PD1: Nada justifica que las FARC hayan decidido
tener como su Objetivo Militar al Medio Ambiente y Desarrollo Sostenible. Si
siguen así, ¿para qué dialogar?
PD2: Se está alargando el culebrón de Interbolsa.
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