Si
algo ha unido en su mayoría a Colombia, es la Paz, y más aún, cuando el
Presidente Petro anunció la búsqueda de la Paz Total (algo difícil de obtener)
para vivir sabroso (Francia Márquez); hizo que, de todos los movimientos
políticos en el Congreso de la República, solo el Centro Democrático
(Fhüribismo un poco decaído, pero no para descuidarse) manifestó su oposición
radical hacia el nuevo gobierno. Hubiera sido bueno que la centro – izquierda
colombiana que gobierna hoy, manifestare su apoyo al pasado plebiscito del
Acuerdo de Paz, el dos de octubre de 2016, pero no fue así, ojalá en este
cuatrienio le funcione bien la promesa y sea realidad (ojo, son cuatro años de
trabajo, no ocho ni doce, así que nada de mencionar la palabra “reelección”).
Por lo anterior, se hará un pequeño análisis desde todos los actores posiblemente
involucrados en el marco de un tema tan delicado para el país, donde se siguen
matando líderes sociales sin causa justa, los ilegales siguen haciendo de las
suyas en las regiones más apartadas del país, y quienes prefieren la guerra
como un negocio, continúan con su perorata desproporcionada, incluyendo a la
misma Ingrid Betancourt (quien con artimañas expulsó de su Oxígeno Verde a sus
congresistas Daniel Carvalho y Humberto de la Calle, tan solo por apoyar
posibles diálogos de paz).
Se
empieza por el Gobierno. El pasado siete de agosto, durante su posesión,
Gustavo Petro hizo un golpe de astucia con la aparición en plena ceremonia de
la Espada de Bolívar (el símbolo del golpe más grande político del M-19), así
como días después devolvió la Paloma de la Paz de Botero a la Casa de Nariño. Su
promesa de Paz Total quiere involucrar tanto al ELN, disidencias de las Farc,
como a paramilitares. Aún no se encuentra definidas las estrategias que habrá
para cada actor ilegal, pero lo que si ha quedado claro es que no todos pueden
estar en el mismo diálogo. Una de las mayores novedades ha sido involucrar
directamente la fracasada guerra contra las drogas, puesto que el narcotráfico
ha sido uno de los principales “incitadores” del conflicto, y que las matas de marihuana,
coca y amapola no matan (como decían infamemente en la Seguridad Democrática),
es el procesamiento indebido de ciertos productos derivados, que todo parece
indicar, en un futuro serán reemplazados por drogas sintéticas. Cuatro años
son poco tiempo para mostrar grandes resultados, pero si lo suficiente para
dejar cimientos fuertes en este tema, con miras a que el gobierno que llegue en
2026, tenga la suficiente convicción de continuar con este trabajo.
El
mayor reto de la Paz Total será llegar a unos acuerdos con el Ejército de
Liberación Nacional, un grupo ortodoxo y muy cercano al ala militar del
chavismo venezolano (que no favorece a Colombia); ya se han hecho contactos
en Cuba y se han reestablecido relaciones con Venezuela, pero aún el Coce de los
elenos se ha mostrado reacio a entablar oficialmente diálogos de paz. Basta
recordar que aún ronda por ahí alias “Pablito”, a quien no le interesa la
política, tan solo la plomacera, el narcotráfico y la delincuencia. En cuando a
las Disidencias de las Farc, que si bien han dado golpes (matanza de policías
en Neiva), es donde se debe tener mayor prudencia, en varias zonas del país
tienen alianzas con otros grupos al margen de la ley para sobrevivir, ya que la
muerte de la mayoría de sus cabecillas así como el lamentable estado de salud
de su jefe Iván Márquez en un hospital en Caracas (Venezuela) los ha dejado
acéfalos, pero lo que no debe ocurrir jamás (como lo han planteado
peligrosamente en un sector del Pacto Histórico) es reincorporarlos al Acuerdo de
Paz, lo traicionaron y deben asumir las consecuencias.
Para
los paramilitares se ha propuesto un Proceso de Acogimiento, que no suena bien
en el país. Y más cuando el mismo Presidente salió a decir, palabras más,
palabras menos, que paramilitar que no se someta, será extraditado. No es
posible que, mediante una presión indebida, estos jefes (con alianzas con
ciertos sectores políticos de la derecha, vayan a aceptar), aún tienen poder y
tierras con que asustar a medio país; así como no van a confiar en un gobierno
de centro – izquierda que aún la perorata del castrochavismo aún sigue sonando
y haciendo bailar a cuanto ingenuo aparezca por ahí. Otra cosa; la Paz Total
hay que blindarla bien contra ataques de ExFiscales Cianúricos y Entrampadores
que quieran favorecer intereses de la guerra vista desde ciertos sectores
oficiales. O de ciertos expresidentes que aún se creen Nerones que pueden
incendiar a Roma, cuando se les dé la regalada gana; o ciertos sectores de la
izquierda que aún creen que pueden llegar por las armas a la Casa de Nariño
como en los años sesentas y setentas del siglo pasado. Se apoya la Paz
Total, pero se exige un trabajo serio y riguroso, que podría empezar por meter
de exclusivo en este tema a Álvaro Leyva (saliendo de la Cancillería), y dejar
a Laura Gil en el Palacio de San Carlos, ¿no creen?
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