De
todos los elefantes blancos que ha habido en Colombia, uno de los que más
llama la atención es la Central Hidroeléctrica del Guavio, que suministra
el servicio de energía eléctrica a más de tres millones de habitantes en el
centro del país, principalmente en los departamentos de Cundinamarca y Boyacá.
La historia de su puesta en marcha y su influencia en la zona de localización
es sin lugar a dudas, uno de los mayores escándalos del país y que de no hacer
nada las autoridades competentes, seguirá en la mayor impunidad; incluso, es
inexplicable que no tenga vías de acceso para una megaobra como esta, que aún
existan trochas sometidas al maltrato de los grandes vehículos que tienen que
recorrerla, y que en las cabeceras urbanas y rurales que le circundan, aún no
llegue el Estado Colombiano con soluciones efectivas para sus necesidades y
problemas; tan solo arribe con problemas y líos de marca mayor; y eso que se
encuentra a menos de tres horas de Bogotá DC, la capital de Colombia y zona de
funcionamiento de la infraestructura burocrática de un estado polombiano,
indolente y que solo mira su ombligo, sin percatarse de que a su alrededor también
hay zonas en donde debería trabajar efectivamente.
¿Cómo inicia la historia del Guavio? Su
construcción comienza a principios de los ochentas, cuando el país estaba
asumiendo un racionamiento de electricidad, debido a la poca cantidad de agua
que tenían sus centrales, así como problemas en el sistema eléctrico nacional
de ese entonces. La construcción y puesta en marcha de la obra, le fue
concedida al Consorcio “Vianini Entrecanales”, pero como dicen por ahí,
desde el desayuno se vieron que las
cosas no andaban en su mejor camino, tal como se describe en la tragedia
ocurrida el 28 de julio de 1983 (Agencia Nacional de Información Laboral –
Escuela Nacional Sindical): “El 28 de julio de 1983, en el Cañón del Río Guavio
ocurrió uno de los peores desastres para la clase trabajadora colombiana: 200
obreros del Consorcio Vianini Entrecanales quedaron sepultados bajo miles de
toneladas de lodo. Con el agravante de que meses antes el Ministerio de Trabajo
había inspeccionado la obra y conminó a la empresa a tomar correctivos, los
cuales fueron ignorados”. Ya se conocían los Conceptos de Seguridad
Industrial y Protección Laboral, pero no se aplicaron correctamente ni se
hicieron las inspecciones necesarias para evitar una catástrofe así. Pero no
hubo mayor seriedad en el tema y las cosas siguieron empeorando.
Llegó el apagón del Gobierno de Cesar Gaviria
Trujillo en 1992, peor que el de los ochentas, en medio del aumento de la
violencia en todo el país, y el Guavio no comenzaba a aportar lo que realmente
se necesitaba para apaciguar en algo, la situación que se estaba viviendo. La
Gerencia de la entonces Empresa de Energía de Bogotá, se encontraba en manos
del polémico Fabio Puyo Vasco, uno de los personajes más embaucadores de este
país del sagrado corazón de Jesús, no hay derecho. Cuando se descubrió el
desfalco por más de 15 mil millones de pesos, en investigaciones que comenzaron
a arrojar algunos resultados a mediados de los noventas, este tipo no tuvo
reparo en huir hacia Estados Unidos y España, evadiendo la justicia colombiana.
En Norteamérica, Puyo fue detenido pero puesto en libertad sin ser
extraditado hacia Colombia, para que respondiese por el daño que había hecho. Lo
mismo ocurrió en la Península Ibérica, demostrando que la justicia de este país
es un absoluto chiste. Luego, en 2007, un Juez de Descongestión determinó la
extinción de la pena, bajo este argumento: "Ya pasaron los
siete años desde que la sentencia contra el doctor Puyo quedó ejecutoriada, por
lo que esa sanción penal debe prescribir ya que, pese a sus esfuerzos, las
autoridades colombianas no lo capturaron"
(Palabras de Julio Rodríguez, Abogado de Puyo – El Tiempo).
Y la consecuencias de esta sinvergüenzada,
quedaron reflejada en los acontecimientos de los últimos días en la zona. Se
convocó a un bloqueo de vías de acceso a la hidroeléctrica, que no solo no
estaban pavimentadas, sino que le había traído enormes daños a las cabeceras
urbanas y rurales de la zona; convirtiéndose en el primer bloqueo que le
tocó lidiar al Gobierno de Gustavo Petro. Después de muchos tires y
aflojes, se logró levantar el 15 de septiembre este bloqueo, con compromisos de
comenzar la pavimentación de las vías correspondientes y del libre acceso del
personal que labora en el proyecto, para que hubiese una crisis eléctrica en el
centro del país, que incluso podría haber afectado a buena parte de Bogotá. Lo
que hay que anotar es que se debe tener máxima vigilancia y rigor para que lo
prometido se haga realidad, y así, evitar más bloqueos y paros en la zona, que
podrían traer consecuencias catastróficas para el país. Es inadmisible que
una obra que se puso en marcha hace más de veinticinco años, no tenga vías de
acceso decentes ni les haya generado mayores beneficios a las poblaciones
circundantes. Por eso, se ganó el título de Elefante Blanco.
No hay comentarios:
Publicar un comentario