Siempre en un tratamiento médico se pueden presentar
dificultades, y se deben superar. Este es un caso; desde diciembre del año
pasado el autor de la presente columna ha padecido una especie de artritis en
la rodilla, donde no se puede descartar aún un reumatismo, habrá que tener
paciencia. No he vuelto a actividades sociales porque se dificulta, además, de
que ha tenido una constante cojera en la pierna, lo que le impide correr o
caminar rápidamente. Ya no se puede hacer grandes caminatas ni asistir a la
ciclovía para evitar lastimarse y recaer en el dolor de pierna, que es difícil
de soportar. Incluso, tuvo que ser sometido a operación de rodilla
(artroscopia) para reconstruir y acomodar los meniscos de la rodilla, lo cual
ha evolucionado satisfactoriamente. Pero sigue el problema artrítico y posible
reumatismo, lo que ha obligado a tomar medicamentos para sanar esta pena, y es
aquí donde viene la toxicidad hepática, un término que jamás se había escuchado
ni estaba en los planes de nadie; se sigue con la terapia de rodilla y con los
tratamientos médicos que se permiten y que se deben acatar juiciosamente, si se
quiere reponer de tan dura prueba de la vida. Nada de hacer experimentos con
remedios alternativos sin ningún análisis científico.
La historia comienza así, al autor le mandaron dos
medicamentos; uno que le ha servido de maravillas y con el cual se ha logrado
recuperar fuerza en la pierna, el otro (aclarando que solo fue un accidente) que,
si bien es ideal para estos tratamientos, trajo un mundo de problemas: no se
mencionan los medicamentos porque eso pertenece a la reserva del tratamiento
médico. Se inició el tratamiento como debe ser, y a principios de mayo, hubo
una primera alerta; el autor se encontraba preparando el desayuno habitual,
cuando de repente empezó a sentir palpitaciones fuertes en el corazón, se puso
sudoroso y pálido, tuvo que parar lo que estaba haciendo y sentarse
rápidamente. En un principio se pensó que podrían ser los síntomas de una
gripe, pero se recuperó en un par de días y siguió con su actividad normal,
hasta que el viernes 19 de mayo, mientras almorzaba, se sintió un reflujo muy
fuerte que casi hace vomitar el almuerzo, y esto siguió durante los siguientes
días, hasta que se produjo el vómito cuando se estaba comiendo un café con
leche con torta de chócolo en una comida, menos mal se encontraba cerca del
baño para así no pasar una situación incómoda.
Se llamó a la IPS que está haciendo el tratamiento
reumatológico, donde pidieron rebajar la dosis del medicamento que estaba
cayendo mal, se alivió en algo, pero llegó el momento en que la palidez dominó
el panorama y se tuvo que asistir a una consulta de urgencia donde se dio el
diagnóstico final: TOXICIDAD HEPÁTICA, el hígado creció de tamaño de una forma
anormal, la resequedad de una deshidratación se hizo presente y el aparato
digestivo no aguantaba cualquier comida porque la rechazaba inmediatamente, no
se podía caminar de a mucho (aunque estaba la ventaja de que la rodilla no molestó
mucho); ahí si determinaron que ese medicamento me estaba haciendo más daño que
beneficio, sin culpar a nadie del problema, por ende, su suspensión es
definitiva y el enfermo entró al club de quienes no pueden ver ni en pintura a
dicho medicamento; como quien dice por ahí, la parca me estuvo pellizcando
pero se fue, por el momento. Se tuvo que someter a una dieta que en el
principio solo eran sopitas aguadas y suero oral para recuperar lo que se había
perdido en la deshidratación. Se tuvo que guardar reposo en su mayoría, durante
las dos semanas que siguieron a semejante susto, solo trabajar por computador e
ir al baño constantemente.
Ya se ha ido recuperando el ritmo de vida, aunque no
volverá a ser el mismo, ya que a estas alturas de la vida (53 años), tendrá que
seguir una dieta especial y no volver a rumbas ni a buscar lo que no se ha
perdido. Tendrá que tener una vida de análisis, ritmo mediano de vida, tener un
bastón de urgencia por si las moscas, y andar en tenis cómodos para caminar
bien. Pero esta experiencia ha servido mucho para reflexionar sobre la vida, se
puede acabar en cualquier momento sin que se hayan logrado cumplir todos los
objetivos de la misma, hay que entender a quienes se van porque les incomoda la
situación si bien es una situación hiriente, estar atento a los suyos y suyas
porque en un momento todo puede acabar, no apegarse a ideologías políticas
absurdas y extremas que solo produzcan dolor y rabia, entender que el mundo si
bien parece tener una lógica pueden llegar momentos ilógicos que le hacen
cambiar de planes, bien sea parcial o totalmente. El mundo es un conjunto de
cosas y situaciones que pueden hacer la vida un placer, pero que siempre
aparecerán retos duros que harán llorar, pero pensar en soluciones para seguir
el rumbo que sea.
No hay comentarios:
Publicar un comentario