El cannabis, más conocido como marihuana, moño,
maracachafa, entre otros alias, fue la más reciente víctima de la
estigmatización moral que hace la mojigatería en Colombia que ha reinado
durante más de 200 años. Cuando ya se habla de replantear la guerra contra
el narcotráfico, y se tienen resultados palpables del fracaso de represión
policial, aquí se siga insistiendo injustamente en este absurdo, que tantas
víctimas ha dejado, así como la destrucción de miles de hectáreas de bosque,
especies animales y cultivos legales de la población más vulnerable
(campesinos, indígenas, afros). Mientras tanto, los falsos moralistas siguen
insistiendo con estupideces como el glifosato (con el cual, algunos parecen
estar obsesionados), que todo cultivo de cannabis, hoja de coca y/o amapola
debe ser considerado un peligro para “nuestros niños” (lo dicen algunos
integrantes de la derecha, cuando en su vida han tenido sus consumos), y no
dejan que un proyecto de reforma constitucional como el “Cannabis de Uso
Adulto”, tenga un trámite normal en el Congreso de la República, y se hunda por
falta de votos necesarios para ser Ley de la República, y por fin se pueda dar
un giro más benévolo en la lucha contra el narcotráfico, tan solo por la
arrogancia de sus dirigentes, quienes se sienten con derecho a decidir que se
consume y que no. No hay derecho.
Todo comenzó el año pasado cuando la Senadora del Pacto
Histórico María José Pizarra y el Representante a la Cámara Liberal Juan Carlos
Lozada, presentaron un proyecto para legalizar el uso recreativo del Cannabis
en Colombia, ya que, a nivel medicinal, está permitido, pese a todas las
restricciones que le han querido imponer hasta llevarlo a una cuasi quiebra
(principalmente, en el desgobierno de Iván Duque). Se pensaría que el Gobierno
Petro apoyaría desde un principio este proyecto, pero se portó de una manera
“tibia” durante todo el trámite legislativo, solo vino a medio apoyarlo cuando
para qué, en el último debate, donde el uribismo hizo lo que se le vino en
gana. Ni hablar del falso apoyo de Cambio Radical (el partido de Vargas
Lleras), quienes alegando que se deberían poner unas restricciones para evitar
el peligro a “nuestros niños”, pero en realidad en el último debate se les vio
muy acompañados de congresistas del Centro Democrático para hacer la jugadita
“Estilo Macías”. Para la muestra, las quejas del Senador Carlos Fernando Mottoa
sobre unos supuestos lobby de personas interesadas en el “Cannabis de Uso
Adulto”, algo que jamás se vio.
Ni hablar de la bancada del Centro Democrático que le
declaró la guerra al proyecto, hasta considerarlo objetivo de falso positivo;
llevaron unas falsas representaciones de pordioseros alegando que eso haría el
cannabis. Ni hablar de la arrogancia de la Senadora Paloma Valencia diciendo en
palabras más, palabras menos: “todo consumidor de cannabis, independiente de
las razones, es un marihuanero”, ni el abrazo entre los representantes de
la ultraderecha de poncho y carriel, los Senadores Paola Holguín y Andrés
Guerra cuando el proyecto no alcanzó el umbral necesario para ser aprobado.
Para rematar, las palabras de Álvaro Uribe cuando se conoció el hundimiento (El
Heraldo): "En Colombia el consumo recreativo de drogas no está criminalizado,
pero sigue siendo ilegal. No se penaliza con cárcel, pero sí cabe el decomiso. En la Constitución
prima la prevención. El uso medicinal está autorizado desde los años
sesenta". Que contradicción y que cinismo, como si solo
el pudiera decidir que se consume y que no en Colombia, ay Expresidente,
todavía con los sueños de Nerón. Y el ridículo que hizo la Periodista y
Directora de una tal Revista Semana, más conocida como Victoria Eugenia o Vicky
Dávila, quien hacía unas plegarias religiosas para que el proyecto muriera,
alguien puede tener una posición sobre un tema, pero llegar a estos extremos,
si deja mucho que desear.
Es una lástima que, por la mojigatería y la arrogancia de
la extrema derecha, se siga derramando sangre en una guerra absurda contra el
narcotráfico, mientras en otros países ya se considera el cannabis de uso
recreativo como un método sano para generar más empleo, convivencia y
tolerancia, así como la desaparición de la ilegalidad. Solo quedaría tener en
cuenta las cinco recomendaciones que hizo Santiago Tobón en la Silla Vacía para
legalizar el “Cannabis de Uso Recreativo”: “Primero,
menos personas tendrían contacto con el sistema de justicia criminal… Segundo,
la regulación de la marihuana recreativa incorporaría una parte de la economía
que actualmente es totalmente invisible… Tercero, mecánicamente se reduce el
tamaño del mercado ilegal. Esto implica organizaciones criminales con menos
recursos, menos poderosas y posiblemente con menos miembros… Cuarto, la calidad
de la droga mejorará, porque en lugar de producirse en un mercado no regulado,
la producción de marihuana tendría que cumplir una serie de atributos de
calidad… Por un lado, la reorientación de recursos hacia las políticas de
reducción de demanda debería mitigar y controlar el riesgo, que es cierto,
miren en Europa”. Sin comentarios.
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