miércoles, 14 de junio de 2023

NOVA KAKHOVKA

 

Las guerras han traído consecuencias graves e irreversibles para la humanidad, el medio ambiente y el desarrollo sostenible. Lamentablemente, en este mundo hay quienes consideran esta barbarie como un negocio, la única solución a las diferencias y la demostración de un poder absurdo e injustificado, derramar sangre y hacer daños colaterales nunca será la mejor manera de someter a alguien o algo para sus placeres individuales, o para ganar dominio territorial; no se pueden agotar las vías del diálogo para lograr un entendimiento, ya que todos tienen derecho a vivir y también existen los deberes por cumplir. Hitler, Carlomagno, Nerón, Putin, Uribe, Chávez, Tirofijo, Idi Amin son personajes que han recurrido a estos métodos absurdos para satisfacer sus egos personales, pero lo único que han traído son tristeza para el planeta tierra, la destrucción de infraestructura (tema de la presente columna), arrasamiento de miles de hectáreas de bosques, aniquilamiento de especies animales (terrestres y submarinas), hambre para miles de pueblos, destrucción de países y regiones, la polarización presente en la política así como la tristeza y desesperanza de creer que este mundo está condenado a su autodestrucción y que el planeta se encuentra condenado a no tener más oportunidades en este universo, que aún no se ha descubierto totalmente.

 

Para el caso de la presente columna, se ha elegido la invasión de la Rusia de Putin a Ucrania, la antigua república soviética más extensa y desarrollada hasta antes de la barbarie; uno de los principales proveedores de granos y fertilizantes del mundo entero. Clave en la destrucción de las fuerzas nazis durante la segunda guerra mundial en 1943, lo que condujo al declive de Hitler y sus asociados un par de años más tarde. Tuvo mucho que ver con la Ruta de la Seda y el inicio del comercio entre Europa y el Asia; es una zona que hasta ahora había adquirido un desarrollo interesante, lo que hizo que desde Moscú miraran con recelo, ya que su acercamiento teórico con la Unión Europea y EEUU hizo que adquiriera un desarrollo comercial sorprendente. Pero como todo país, también ha padecido la corrupción política, que ha conllevado a envenenamiento de varios de sus líderes que algunas veces pregonaban la honradez, pero que en la realidad se dedican a llenar sus bolsillos sin importarles el pueblo, una especie de conspiraciones seguidas que condujeron el país a un aislamiento en el presente siglo, a ser sometido a las excentricidades de politiqueros y multimillonarios rusos, de dudosa reputación.

 

Vladimir Putin, un hombre que trabajó durante varios años en la nefasta KGB, se ha convertido en un zar de la Rusia, que si bien tiene aún poderío militar, también no se encuentra en la mejor situación económica. Ha perdido relevancia a nivel internacional, ha sido descalificada de varios eventos deportivos por todo lo que se ha hecho allá para imponer la teoría del puritanismo ruso, como una especie de mezcla entre Hitler y Stalin, queriendo emular a Pedro El Grande, cuando tiene más afinidad con Iván el Terrible. Misógino, machista y lgbtiq – fóbico, Putin se cree un dios y un adonis, así tenga una prominente calva. Junto con su Canciller, el malgeniado Lavrov y su Ministro de Defensa, quien tiene una pinta de militar implicado en falsos positivos, le declararon guerra a muerte contra Ucrania, como una especie de solución final (Goebels) para crear una cortina de humo, decir que aún tiene influencia mundial y que si quisiese, podría invadir Europa en cualquier momento (lo que es absolutamente imposible en este momento). En Ucrania, se encuentra Voldymyr Zelenski, un antiguo comediante que decidió lanzarse a la presidencia en 2017, que ganó por un estrecho margen, y que recién posesionado como Presidente, le tocó sobrevivir a este drama humanitario.

 

Mientras ambos bandos se reclaman para sí triunfos en este desangre absurdo, y se acusan mutuamente de violaciones a los DDHH, en estos días ocurrió una tragedia ambiental en territorio ucraniano y actualmente ocupado por fuerzas rusas con sus “Convivir” (Grupo Wagner). La Hidroeléctrica de Nova Kakhovka, fue dinamitada sin saberse aún por quien, ocasionando una avalancha de dimensiones incalculables de agua sobre diversas poblaciones con consecuencias irreversibles para el entorno humano, el medio ambiente y el desarrollo sostenible de la región, como se pudo observar en la ciudad de Jerson en los últimos días. Testimonio de Ludmila (habitante de la zona, BBC): "Tenemos miedo de las inundaciones. Estamos llevando nuestras cosas un poco más arriba"; "Aquí se va a morir todo… Todas las criaturas vivientes y las personas quedarán bajo el agua", son las palabras de Sergy, otro vecino de la zona. Ni la Unión Europea, ni China, ni EEUU y mucho menos la OTÁN parecen tener una posición clara sobre el tema, se echan la pelota mientras la catástrofe ambiental y humanitaria sigue su curso sin que haya soluciones de fondo. Terrible que se esté llegando a un ambiente de guerra donde se arrasa la infraestructura de un país para acabar con lo poco que hay, bajo la disculpa de una limpieza social de extremistas de derecha, cuando en la propia Rusia hay varios miembros.

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