Las guerras han traído consecuencias graves e
irreversibles para la humanidad, el medio ambiente y el desarrollo sostenible.
Lamentablemente, en este mundo hay quienes consideran esta barbarie como un
negocio, la única solución a las diferencias y la demostración de un poder
absurdo e injustificado, derramar sangre y hacer daños colaterales nunca
será la mejor manera de someter a alguien o algo para sus placeres
individuales, o para ganar dominio territorial; no se pueden agotar las
vías del diálogo para lograr un entendimiento, ya que todos tienen derecho a
vivir y también existen los deberes por cumplir. Hitler, Carlomagno, Nerón,
Putin, Uribe, Chávez, Tirofijo, Idi Amin son personajes que han recurrido a
estos métodos absurdos para satisfacer sus egos personales, pero lo único que
han traído son tristeza para el planeta tierra, la destrucción de
infraestructura (tema de la presente columna), arrasamiento de miles de
hectáreas de bosques, aniquilamiento de especies animales (terrestres y
submarinas), hambre para miles de pueblos, destrucción de países y regiones, la
polarización presente en la política así como la tristeza y desesperanza de
creer que este mundo está condenado a su autodestrucción y que el planeta se
encuentra condenado a no tener más oportunidades en este universo, que aún no
se ha descubierto totalmente.
Para el caso de la presente columna, se ha elegido la
invasión de la Rusia de Putin a Ucrania, la antigua república soviética más
extensa y desarrollada hasta antes de la barbarie; uno de los principales
proveedores de granos y fertilizantes del mundo entero. Clave en la destrucción
de las fuerzas nazis durante la segunda guerra mundial en 1943, lo que condujo
al declive de Hitler y sus asociados un par de años más tarde. Tuvo mucho que
ver con la Ruta de la Seda y el inicio del comercio entre Europa y el Asia; es
una zona que hasta ahora había adquirido un desarrollo interesante, lo que hizo
que desde Moscú miraran con recelo, ya que su acercamiento teórico con la Unión
Europea y EEUU hizo que adquiriera un desarrollo comercial sorprendente. Pero
como todo país, también ha padecido la corrupción política, que ha conllevado a
envenenamiento de varios de sus líderes que algunas veces pregonaban la
honradez, pero que en la realidad se dedican a llenar sus bolsillos sin
importarles el pueblo, una especie de conspiraciones seguidas que condujeron
el país a un aislamiento en el presente siglo, a ser sometido a las
excentricidades de politiqueros y multimillonarios rusos, de dudosa reputación.
Vladimir Putin, un hombre que trabajó durante varios años
en la nefasta KGB, se ha convertido en un zar de la Rusia, que si bien tiene
aún poderío militar, también no se encuentra en la mejor situación económica.
Ha perdido relevancia a nivel internacional, ha sido descalificada de varios
eventos deportivos por todo lo que se ha hecho allá para imponer la teoría del
puritanismo ruso, como una especie de mezcla entre Hitler y Stalin, queriendo
emular a Pedro El Grande, cuando tiene más afinidad con Iván el Terrible.
Misógino, machista y lgbtiq – fóbico, Putin se cree un dios y un adonis, así
tenga una prominente calva. Junto con su Canciller, el malgeniado Lavrov y su
Ministro de Defensa, quien tiene una pinta de militar implicado en falsos
positivos, le declararon guerra a muerte contra Ucrania, como una especie de
solución final (Goebels) para crear una cortina de humo, decir que aún tiene
influencia mundial y que si quisiese, podría invadir Europa en cualquier
momento (lo que es absolutamente imposible en este momento). En Ucrania, se
encuentra Voldymyr Zelenski, un antiguo comediante que decidió lanzarse a la
presidencia en 2017, que ganó por un estrecho margen, y que recién posesionado
como Presidente, le tocó sobrevivir a este drama humanitario.
Mientras ambos bandos se reclaman para sí triunfos en
este desangre absurdo, y se acusan mutuamente de violaciones a los DDHH, en
estos días ocurrió una tragedia ambiental en territorio ucraniano y actualmente
ocupado por fuerzas rusas con sus “Convivir” (Grupo Wagner). La Hidroeléctrica
de Nova Kakhovka, fue dinamitada sin saberse aún por quien, ocasionando una
avalancha de dimensiones incalculables de agua sobre diversas poblaciones con
consecuencias irreversibles para el entorno humano, el medio ambiente y el desarrollo
sostenible de la región, como se pudo observar en la ciudad de Jerson en los
últimos días. Testimonio de Ludmila (habitante de la zona, BBC): "Tenemos
miedo de las inundaciones. Estamos llevando nuestras cosas un poco más
arriba"; "Aquí se va a morir todo… Todas
las criaturas vivientes y las personas quedarán bajo el agua", son
las palabras de Sergy, otro vecino de la zona. Ni la Unión Europea, ni China,
ni EEUU y mucho menos la OTÁN parecen tener una posición clara sobre el tema,
se echan la pelota mientras la catástrofe ambiental y humanitaria sigue su
curso sin que haya soluciones de fondo. Terrible que se esté llegando a un
ambiente de guerra donde se arrasa la infraestructura de un país para acabar
con lo poco que hay, bajo la disculpa de una limpieza social de extremistas de
derecha, cuando en la propia Rusia hay varios miembros.
No hay comentarios:
Publicar un comentario