La presidencia de Gustavo Francisco Petro Urrego ha sido
una de las más cuestionadas, no solo por la cantidad de escándalos que hay en
su alrededor, también por los absurdos enroques (el regreso de Laura Sarabia al
Gobierno en la Dirección de Prosperidad Social), así como la pasividad frente
al caos en el orden público (les importa más lo que digan los ilegales que el
mismo pueblo colombiano), y los mensajes contradictorios donde dice querer
dialogar pero al mismo tiempo asusa a las masas (bodegas petristas) a salir a
marchar y agredir en las redes sociales a quienes no estén de acuerdo con él. En
días pasados, en la instalación de las sesiones del Congreso de la República,
el Presidente mencionó las siguientes palabras (Presidencia de la República): “Yo convocaría al país al Acuerdo Nacional en
esos términos, a hacer realidad la paz, a acabar la fase de la guerra, de la
insurgencia con el Estado y a no dejar prosperar la tercera violencia que ya
viene, que ya está, el de las economías ilícitas y las bandas armadas pululando
por todas partes”. Suena noble de su parte, pero hay que tener en
cuenta que todos los días molesta con el supuesto golpe blando que dizque le
quieren dar, sin mostrar mayores pruebas.
Para convocar el tal Acuerdo Nacional, se
deberían cumplir mínimo tres condiciones para que el diálogo por lo menos
fluya, y no sea tarde cuando se lleguen a unos acuerdos, cuando el gobierno ya
esté de salida: Primera condición,
acabar con las famosas Bodegas Petristas, esto también aplica al Uribismo. No
hay derecho a que alguien que llegue a cuestionar algo del gobierno, sea
pisoteado en su honorabilidad por unos ciber vándalos en las Redes Sociales,
muy cercanos a cierto libretista y candidato a la Alcaldía de Bogotá (¿cierto
Gustavo Bolívar?), quienes promueven la violencia en el internet de una manera
descarada y cínica; es cierto que no debe gustar que alguien cuestione a su
gobierno por ideología y/o acciones, pero también debe haber espacio suficiente
para el debate sano, recordando que la Constitución de Colombia consagra el
derecho a apoyar el gobierno de turno, ser independiente u oposición. Ni
qué decir de los ventiladores que están prendiendo Juan Fernando Petro (hermano
del presidente) y Nicolás Petro (hijo mayor del Presidente), donde se está
demostrando que su campaña recurrió a los mismos métodos que la clase política
tradicional para imponerse y continuar con el todo vale, como si fuese bueno en
un gobierno de izquierda, siendo que es igual de mezquino que en uno de
derecha.
Segundo, todo proyecto legislativo, incluyendo
las reformas, deben ser concertadas, y no impuestas por simple sectarismo
ideológico. El caso más sonado es el de la Reforma a la Salud, que aún sigue
viva en el Congreso, pero que no ha tenido mayor debate ni estudio, ya que los
Ministros de Salud (Carolina Corcho y Guillermo Alfonso Jaramillo), no son muy
dados al diálogo, además de que viven con una obsesión injustificada contra las
EPS; es cierto que hay algunas que no han dado resultados, pero las que están
funcionando no deben pagar los platos rotos. La Reforma Laboral, que se
hundió en la sesión pasada del congreso, volverá a tener un chance en este
período, pero deberá ser más consultada y concertada, así se afane un poquito
la Ministra de Trabajo, Gloria Inés Ramírez; se está de acuerdo en que las
horas extras deben ir desde las seis de la tarde (recortadas en un exabrupto
infame de Álvaro Uribe Vélez), pero también se debe dialogar con el sector
privado, quien es el garante de más del cincuenta porciento de los empleos de
este país, para que no ocurra una debacle. En cuanto a la Reforma Pensional, la
llegada de Jaime Dussán a Colpensiones no es que ayude mucho.
Tercero, dejarse asesorar mejorar en el tema
de la Paz Total, no puede ser que mientras el ELN incumpla el cese del fuego
pactado, las disidencias pidiendo diálogo y a la vez acribillando, así como los
demás grupos ilegales haciendo de las suyas, haya una pasividad total del
gobierno. Aún no se ha oído una voz de rechazo contundente contra esta
infamia, por parte del gobierno, y principalmente, del Alto Comisionado para la
Paz, Danilo Rueda, quien parece hacerse el desentendido del tema. ¿Alguien
estuvo pendiente de unos compromisos que pactaron el Gobierno y las disidencias
de Iván Mordisco? Parece que no, puesto que la credibilidad de un tema tan
fundamental como la Paz Total está en ceros, ya nadie cree que la violencia se
vaya en corto o mediano plazo, mientras que las FFMM y la Policía parecen estar
en un nudo gordiano, debido a la inexperiencia en este campo, del Ministro de
Defensa, Iván Velásquez. Ah, toca recordad que el Gobierno Nacional le debe
respeto a las autoridades locales; no es posible que le quieran imponer la
agenda del metro a la Alcaldesa Mayor de Bogotá, Claudia López, ni se burlen de
las denuncias de acciones ilegales en el Meta, por parte del gobernador, Juan
Guillermo Zuluaga.
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