Hay políticos que se caracterizan por ciertas cosas, ser
populistas, empelotarse, cantar, tener la maquinaria estatal a favor, incitar a
la guerra, en fin; pero el caso de la presente columna es suigéneris, por
cuanto es un personaje que ha pasado por todos los espectros de la política y
la politiquería, con muchos tomates, e indebida participación en política en la
pasada campaña presidencial. El se autoproclama como un didacta, porque
supuestamente le tocó ir de asistente a la universidad, tuvo la trágica muerte
de su señora madre cuando era un adolescente, tiene carisma y atrae a la gente,
pero a la hora de la verdad, resultó ser una decepción y un tibio total a la
hora de las decisiones importantes que necesita este país. Se trata del
Exviceministro de las TIC´s y Exalcalde de Medellín, Daniel Quintero Calle
(alias Quinterín), el mismo del Partido del Tomate, el esposo de Diana Osorio;
un personaje exótico con un ego tan grande como el Área Metropolitana del Valle
de Aburrá, que al igual que Petro, le fascina imponer su criterio sin importar
las consecuencias negativas que pueda implicar, acusó irresponsablemente a
diestra y siniestra a dirigentes sobre los problemas de Hidroituango (mal
asesorado por una tal Isabel Zuleta). Pregunta; ¿porqué tan callado y tan tibio
frente al bullying del Pacto Histórico y la Colombia Humana contra la Alcaldesa
de Bogotá, Claudia López?, ¿cosas de 2026?
Todo comienza cuando gana sorpresivamente la Alcaldía de
Medellín el 27 de octubre de 2019, derrotando al candidato uribista Esteban
Ramos (hijo del polémico y nada confiable Luis Alfredo Ramos). Se pensaba que
le daría un nuevo giro en cuanto al manejo de la ciudad y de Empresas Públicas
de Medellín (EPM); se veía interesante la propuesta del Valle del Software (de
lo que no se ve mayores logros), pero le pudo más el ego y la arrogancia. Le
declaró la guerra a la Junta Directiva de EPM sin medir las consecuencias de su
irresponsabilidad, sacó a sombrerazos al primer gerente que tuvo en su
administración (Álvaro Rendón) para poner uno más cercano a su ego (Jorge
Carrillo). Cuando se presentaron unos problemas con Hidroituango, se dedicó a
mechonearse con Sergio Fajardo en las Redes Sociales, cosa que no sirvió de a
mucho, porque el Plan de Contingencia que hay funcionó bien. Pero Quinterín no
se quedó quieto y empezó a estar presente en varios escándalos del estilo
“usted no sabe quien soy yo”, y siguió esta historia estilo Negra Candela.
En la pasada campaña presidencial, Quinterín apareció en
un video donde trata de prender su carro diciendo “el cambio en primera”, en
una clara participación en política a favor de Gustavo Petro. Vino la
consecuente suspensión del cargo por tres meses, por parte de la Procuraduría
General de la Nación. Pese a que Petro ganó la presidencia, los resultados en
Medellín y Antioquia no le fueron favorables, por cuanto en primera vuelta ganó
Fico Gutiérrez y en segunda ganó Rodolfo Hernández, ya esto es un punto
negativo para sus aspiraciones presidenciales de 2026. Ni hablar de su pelea
contra el Concejo de Medellín, donde utilizó la siguiente frase: “estoy temblando
para no pegarle, hijueputa”, dirigida a un Concejal de Medellín del
Centro Democrático, así como su amistad con políticos nada recomendables como
León Fredy Muñoz (embajador anticolombiano en Nicaragua) y Julián Bedoya (Falso
Abogado). Pero donde estuvo muy exagerado, fue en una frase que dirigió contra
el Gobernador de Antioquia, Aníbal Gaviria (Infobae): “Si
Aníbal Gaviria quiere hablar de responsabilidades, que empiece hablando por su
responsabilidad en la tumbada que nos metió con UNE-EPM: Malandrín”. Uno
puede estar en desacuerdo con Aníbal, pero no se puede expresar sin pruebas de
algo.
El
telón de fondo corresponde a su renuncia a la Alcaldía de Medellín el pasado 29
de septiembre, con una carta que estaba escrita en lápiz (tan tierno), donde se
puede leer lo siguiente (El Espectador): “Medellín y el proyecto del
cambio que hemos liderado necesitan ser detenido. ¡Es ahora o nunca! Enfrentaré
desde las calles, en cada uno de nuestros barrios y con nuestra gente a la
rancia clase política que se cartelizó para tumbar a Medellín y robarse EPM”.
Todo el show anterior, lo hizo Quinterín solo para salir a la tarima pública a
su candidato, Juan Carlos Upegui, primo de Diana y quien lo ha acompañado en
todas sus locuras, pero, si Upegui no sabe hacer las cosas en la plaza pública
para aspirar a un cargo tan importante, ¿para que se metió en esta vaca loca? Y
lo peor viene por ahí; Quinterín le quiere hacer el quite a una decisión de un
juzgado de Medellín que le había ordenado tres días de arresto y multa de cinco
salarios mínimos por desacato a una tutela que le ordenaba reubicar a una
familia. Que bajeza; sería bueno que también se investigase las graves
denuncias del carrusel de contratos que dejó Quinterín en la administración
paisa, como que hay mucha cosa podrida por ahí.
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