Siempre se ha
hablado de la Compleja Relación entre las Iglesias y los Estados; bien sea
por su cercanía y manipulación del poder, o por sus polémicas que pueden estar
cargadas de violencia. El Laicismo debería ser el punto ideal sobre este
tipo de relaciones sin Concordatos que medien, haciendo unas modificaciones
absurdas a las Constituciones (Cartas Máximas de los Estados). Pero el asunto
de los impuestos, como dirían por ahí “al Cesar lo que es del Cesar, y a
Dios, lo que es de Dios”, se ha convertido en uno de los asuntos más
polémicos por cuanto las religiones, y mucho más la religiosidad popular, se
han vuelto fuente de ingresos económicos para las iglesias, sin que puedan ser
escudriñadas por las correspondientes autoridades; pueden ir desde proyectos
que supuestamente ayudan a la comunidad, hasta un estilo de vida ostentoso y
arrogante para quienes se encargan de predicar la Palabra de Dios, la Humildad
como una virtud y el TEP (Todo Es Pecado), pero que en la realidad se van de
rumba, coartan las libertades individuales y convierten las misiones en un
bacanal donde se puede hacer de todo, tanto a favor como en contra de los
demás. La mejor excusa para estas abominaciones es que supuestamente Dios
debe estar por encima de los estados, cuando debería ser al contrario.
En días pasados, se
habló de que posiblemente el Gobierno – Desgobierno del Presidente en el Papel
(Gustavo Petro) y de Facto (Armando Benedetti), presentaría a consideración del
Congreso de la República, un Acto Legislativo que llevaría a todas las iglesias
a cumplir las obligaciones tributarias, que cumplen tanto personas naturales
como jurídicas. La sola mención es un hecho positivo, ya que no se puede
olvidar que Colombia (Estado Laico) es un país donde la religión juega un rol
importante en las decisiones; así como la religión se ha convertido en un
factor determinante en la política diaria de la nación, incluso, las diferentes
iglesias han pasado a ser un factor supremo a la hora de elecciones, tanto
legislativas como ejecutivas. Por ejemplo, los principales saboteadores del
Sí a la Paz, en el plebiscito del dos de octubre de 2016, fueron ciertos
movimientos religiosos alineados con la extrema derecha, bajo la disculpa de
los inexistentes Rayo Homosexualizador y la Ideología de Género, la llegada de
Pastores y Pastoras a las corporaciones con altos caudales de votos, queriendo
imponer sus criterios religiosos (en la mayoría de los casos, flojos e
hipócritas) sobre la Constitución de 1991.
¿Posibilidades de
que este Gobierno presente el Acto Legislativo? Muy pocas, dado que se
encuentran dedicado a defenderse de las justas acusaciones de corrupción e
irresponsabilidad a la hora de tomar decisiones que afectan el caminar del
Estado Colombiano. Pero como hay que partir de la Buena Fe, se deben leer las
siguientes palabras expresadas por el Ministro de Hacienda, Diego Guevara
(Portafolio): “No es una
idea nueva y que, hay que recordar, en su momento hizo parte del proyecto de
reforma tributaria que se adelantó en 2022. Sin embargo, para ese momento, la
idea de generar gravámenes para este tipo de comunidades religiosas fue
retirada de la iniciativa”.
Otra voz que puede justificar esta Santa Tributación con Justa Causa, sería la
del Economista y ExDirectivo del Banco de la República, Salomón Kalmanovitz
(Valora Analitik): “Las instituciones religiosas están exentas de pagar
impuestos. Otra ventaja que los cobija es que las donaciones que hagan los
fieles pueden ser deducidas de la carga impositiva del fiel, o sea que reciben
indirectamente fondos públicos adicionales”. Hoy en día, las diferentes
iglesias ya no solo tienen garaje; también Centros de Culto, Clubes Sociales,
Centros Educativos y Grandes Medios de Comunicación, incluso, Cuentas Bancarias
Macroeconómicas en Paraísos Fiscales.
Que lo digan todo el emporio empresarial
alrededor de la Comunidad Jesuita, el Minuto de Dios, la Casa de la Roca y la
Iglesia de Dios Ministerial y de Jesucristo Internacional (la del partido
político MIRA), los Centros de Culto del Judaísmo e Islamismo. Las religiones
se convirtieron en una fuente de ingresos económicos por doquier, no importa
los pecados de quienes les surten. Obviamente, hay voces en contra como la del
ExDirector de la Dian, Lisandro Junco (Valora Analitik): “Acá aumentar la
carga impositiva de las iglesias y organizaciones religiosas, constituiría no
solo un desconocimiento de la actividad que realizan y que la Corte
Constitucional en sentencias ha reconocido como elemento fundamental del bien
común y del desarrollo de la comunidad nacional”. Nadie está
desconociendo las cosas positivas que pueden estar haciendo las iglesias, pero
si sería muy bueno que alguna vez se pusieran en los zapatos de sus feligreses,
que aparte de cumplir con los diezmos religiosos, también tienen que hacer
maromas para cumplir con las obligaciones tributarias vigentes. No se puede
imponer el criterio teocrático sobre el democrático, religión y tributación son
dos conceptos que deben ir por caminos diferentes, no se puede regresar a los
tiempos de Monseñor Builes.
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