martes, 18 de noviembre de 2025

CRÁTER ARENAS

 

Mucha gente se preguntará donde queda el “Cráter Arenas”, o si existirá; pues si existe, está en el Nevado del Ruiz, y es importante, porque la erupción del 13 de noviembre de 1985 provocó la tragedia más grande que se ha sentido en territorio colombiano. Se borró el 95% del municipio de Armero (Tolima), el 10% de Chinchiná (Caldas), y se vieron efectos colaterales en los ríos Cauca y Magdalena, murieron aproximadamente 25 mil personas, se perdieron tierras destinadas a la agricultura y de reserva ambiental, y el PIB del país cayó un 2.05%. Cuarenta años después, los responsables de la negligencia, la arrogancia y la irresponsabilidad con que se manejó el asunto, no han pagado (incluso varios se llevaron a las tumbas muchos secretos), siguen pobladores de las zonas afectadas desaparecidos (en su mayoría infantes que fueron sometidos a adopciones ilegales), murieron especies de flora y fauna originarias de la región, grandes cultivos de arroz y algodón desaparecieron, lo mismo que fincas ganaderas, aún los departamentos de Tolima y Caldas sienten en sus arcas, las consecuencias de la desgracia y su pésimo manejo. Hoy en día, el Volcán Nevado del Ruiz sigue en actividad, y si bien se hace monitoreo, aún no hay Conciencia y Responsabilidad frente a un problema de estos, y la politiquería sigue buscando réditos con este tipo de catástrofes.

 

¿Cómo era Armero antes del 13 de noviembre de 1985? Era el municipio más importante del norte del Tolima, con 40 mil habitantes, se consideraba la “Ciudad Blanca de Colombia” por su producción de algodón que superaba a la de la Costa Atlántica, así como la de arroz y las fincas ganaderas que poseía. La zona tiene una temperatura promedio de 30 grados centígrados, lo que hacía muy agradable pasar vacaciones allá. Pero desde finales de 1984, cuando el Ruíz (antiguo Cumanday) empezó a manifestar sus actividades volcánicas y sísmicas, no hubo mayor interés en el Gobierno Nacional ni en el Departamental, en ese entonces, tan solo lo que decía el Alcalde de Armero en ese entonces, tratando de alertar sobre lo que podría pasar si no se tomaban las medidas adecuadas para afrontar la situación. El debate entre si habría o no la erupción, hizo perder tiempo, lo que ocasionó que al municipio lo abandonasen a su suerte y ocurriese la tragedia. Hoy en día, existe Armero – Guayabal, un pueblo más pequeño, al lado de las ruinas del viejo casco municipal e igual de abandonado por el Estado Colombiano.

 

¿Cómo era Chinchiná antes de la tragedia? Era un municipio cafetero de mayor importancia para Caldas (después de Manizales), uno de los centros cafeteros más importantes del país, y principal receptor turístico. Se localiza en el eje principal de infraestructura vial del Eje Cafetero, tiene el Club Campestre de Caldas en sus inmediaciones, varias procesadoras de café tienen sus sedes allá y cuenta con clima variado, desde llanuras a mil metros de altura, hasta piedemonte a mil quinientos metros sobre el nivel del mar. En este caso, se debe admitir un mejor manejo de la continencia en la erupción del volcán, solo murieron tres mil personas (aunque nadie debió haber muerto en este caso), que fue un porcentaje menor, dado que en ese entonces tenía una cantidad similar de población a la de Armero. Hoy en día, Chinchiná sigue un importante Centro de Cultura Cafetera, vital para la zona sur de Caldas, así como el receptor turístico, pero tiene problemas de orden público (dado que la Paz Total es una Guerra Total). Eso sí, como la vía a Manizales se vio muy afectada por la avalancha, se construyó una vía alterna, con el puente Doménico Parma; el ambiente sigue siendo el mismo de la colonización antioqueña.

 

En medio del debate sobre el pésimo manejo de la tragedia (antes, durante y después), viene una reflexión interesante del Ingeniero de Minas, Humberto González Iregui (Universidad Nacional – Sede Medellín – Facultad de Minas): “tenían las herramientas, pero de nada sirven si estas herramientas no son transmitidas de la manera correcta, es evidente el abismo en la manera de comunicar, es determinante el lenguaje para que las pérdidas no sean tan grandes, hoy en día este es un asunto que no se ha mejorado”. Había toda la logística para un manejo responsable del problema, pero los vericuetos burocráticos ocasionaron un corto circuito con 25 mil víctimas incluidas, y la imposible recuperación ambiental en ciertas zonas afectadas por la erupción del 13 de noviembre de 1985. Ni la fallida esperanza de rescate de Omayra Sánchez, ni el dinero que se recogió para afrontar la tragedia (la mayoría se fue para manos extrañas), ni la cruz enorme que aún existe en Armero – Guayabal, ni los cañones formados alrededor de los ríos Gualí, Lagunilla y Chinchiná, expresan totalmente las lágrimas derramadas. La negligencia estatal que aún existe y el desprecio hacia este tipo de acontecimientos geológicos siguen reinando el panorama nacional.

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