Colombia,
un país rico en diversidad natural, es un banquete para ciertos industriales,
políticos, empresarios, ganaderos e ilegales para cometer sus fechorías, entre
las cuales se encuentran las reservas naturales. No es sino mirar la posesión de la iglesia cósmica (¿garaje?) de un
parque natural en Santander, la desgraciada suerte que ha corrido el Humedal
Jaboque en Bogotá (es más, hay que pagarle al invasor por su acto), las lagunas
Tota y Sochagota en Paipa, objetivos de los cultivadores de cebolla, Macarena y
las infamias de las Farc, entre otros. El caso de hoy si bien puede
catalogarse similar a los anteriores, no deja de ser llamativo por cuanto están
vinculados una familia prestante de Sucre (lo prestante es solo nivel de papel,
porque lo demás deja mucho que desear), funcionarios judiciales y de
restitución de tierras (con falsas acusaciones y detenciones incluidas) y la
inercia de las autoridades locales, quienes solo son obedientes a los gamonales
(Guerras Tulenas, Marías del Rosario, Yahires, De Las Espriellas, Jattines,
etc.).
El caso de Amansaguapo se repite a lo
largo y ancho del país (ejemplos ya mencionados), incluso con daños
irreparables. El desprecio de la Conciencia Ambiental en
este país del Sagrado Corazón (con el visto bueno de la mojigatería imperante),
porque lo verde viene del demonio, y por ende, hay que destruirlo para
purificar y ahora que tienen el decreto de las Licencias Express como su
principal aliado para arrasar con todo, incluso con la dignidad. Es más, el
cuerpo acuoso de estudio aún no está a salvo, ya que no solo es preferido para
depositar excremento de ganado, sino también por los ilegales y legales para
hacer de las suyas; prueba de eso son las leguleyadas que se han hecho en el
caso, donde abogados inescrupulosos hacen de las suyas para sentirse los más
valientes con los bolsillos llenos de dineros mal habidos.
Para
entender esta absurda y triste historia hay que leer lo que dicen todas las
partes. Haciendo una novedad, se empieza por los infractores, la familia Bulla;
entre las declaraciones sarcásticas y cínicas que hicieron, se pueden encontrar
joyitas como: “Pablo Elías González Monguí, abogado del ganadero
(Adalberto Bula Bula), insistió en la inocencia de su defendido, que demostró
con escrituras que es el propietario del predio Mata de Corozo, en San Marcos,
Sucre, que pertenece a su familia hace 79 años y que en dicho predio no existen
ciénagas. Por eso no hay razón para que el Incoder quiera adjudicar esa parte
del predio como si fuera un bien baldío, afirma…. Con respecto a la supuesta
ciénaga Dividivi, el abogado señaló que es otro caño pequeño que atraviesa el
terreno rural de Bula Bula y la llamada ciénaga Amanzaguapo es uno de los
potreros que hacen parte de la finca Mata de Corozo y nunca ha sido una ciénaga
como dicen los parceleros del predio La Gloria, agregó” (Meridiano de Sucre). Que
belleza, aparte de ser un simple ganadero, determina los cuerpos de agua
existentes y es un supuesto sabio en botánica, ¿otro José Celestino Mutis? Ni más faltaba.
¿El
papel de Incoder? Ha sido tan enredado como los linderos de la finca y la
ciénaga. En el mes anterior fueron capturados 9 funcionarios en Sucre,
sindicados de Fraude al Estado mediante la adjudicación y titulación extrañas
de terrenos baldíos y ciénagas; es importante recordar que también tienen que
ver ciertos trabajadores del Instituto Geográfico Agustín Codazzi; como que en
este caso, seguían las directrices de
José Celestino Segundo. “Entre los
capturados está Alexandra Lozano Vergara, actualmente vinculada a la Agencia
Nacional de Infraestructura (ANI), y David Andrés Gómes-Casseres, director
territorial del Incoder Sucre. La Policía y la Fiscalía dicen que Lozano, en
calidad de subgerente nacional de tierras rurales del Incoder, avaló la
expedición de certificados de inspección que señalaban que en el predio de Bula
Bula no estaban las ciénagas Amanzaguapos, Caño Viloria y El Dividivi, ni el
río San Marcos” (El Tiempo). Un caso digno para CSI, La Ley y el Órden, y
Criminal Minds, el crimen ambiental es de incalculabes magnitudes, y que en
cualquier momento, volverán por sus fueros, y por sus linderos.
Capítulo Fiscalía. “Funcionarios de la Fiscalía deben explicar por qué se ordenó la captura
de personas del Incoder que ayudaron a recuperar la ciénaga en Sucre. La primera vez que se tuvo alguna
noticia sobre la ciénaga de Amanzaguapo, ubicada en Sucre, fue en 1993. Los
campesinos que por generaciones han vivido a su alrededor pidieron ayuda al
Gobierno, pues un finquero de la zona llamado Adalberto Bula Bula cercó la
ciénaga y les quitó el derecho de pescar y aprovecharla durante la época de
verano (Noticias RCN)”. En el informe de los expertos del
ente acusador se pueden leer los siguientes apartes: “Delimitar y deslindar los terrenos baldíos de propiedad de la nación
que conforman las ciénagas de Amanzaguapo, Caño Viloria y el Dividivi”. En
este enredo judicial que tiene en el limbo los cuerpos acuosos y la diversidad
sucreña, ha sido sensata la participación de la comunidad en aras de impedir
una infamia contra el Medio Ambiente y el Desarrollo Sostenible. Son veintiuno
años de pelea.
PD1: Contradictorio, mientras muchos
piden libertades de expresión y facilidad de opinión, exigen que solo sea x o y
medio de comunicación; según su amaño ideológico.
PD2: ¿Cuál será la verdadera y sincera
posición de la Bogotá Humana frente a los colegios en concesión?
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