La
Verdad, esa palabra que nos puede hacer libres, que nos puede despejar muchas
dudas y que tranquiliza conciencias, es
el principal motor de llegar a los Acuerdos de Paz, así las Farc la quiera
evadir mediante diatribas canibalescas. Muchos han dicho memorables frases
sobre la misma, como por ejemplo: “Estoy
comprometido con la Verdad, no con la consistencia” (Mahatma Ghandi), “La
Verdad no está de parte de quien grite más” (Rabindranath Tagore). Por
ende, la creación de la Comisión de la Verdad en plenos diálogos de paz en La
Habana (así hayan nubarrones oscuros y de lluvia ácida sobre los mismos),
aunque demasiado tarde pero que puede ser efectiva a la hora de reparar
víctimas y que haya justicia en el posconflicto, incluso, acatando y obedeciendo el mandato del Consejo de Estado donde se
exhorta a tener en cuenta el Medio Ambiente y el Desarrollo Sostenible, puesto
que el daño causado por todos los grupos legales e ilegales a ambos, han
causado el desplazamiento forzado, la usurpación de tierras, el aumento de
cultivos ilícitos y principalmente, la falta de Conciencia Ambiental, en esta
Colombia que va de tumbo en tumbo; han convertido este potencial ambiental en
una pesadilla insostenible.
¿Qué
es la Comisión de la Verdad? Según lo extraído de la declaración
correspondiente de la Mesa de Diálogos, sería lo siguiente: “Con
este propósito el Gobierno Nacional y las
FARC-EP hemos alcanzado un acuerdo para que se
ponga en marcha, una vez firmado el Acuerdo Final, la Comisión para el Esclarecimiento de la
Verdad, la Convivencia y la No repetición (en adelante la Comisión), que será un mecanismo independiente e imparcial de carácter extra-judicial”. ¿Cuál sería su objetivo? “La Comisión hará parte del sistema integral de verdad, justicia, reparación y no repetición que se ha de acordar en la Mesa para satisfacer los derechos de las víctimas, terminar el conflicto y alcanzar la paz”.
Todo lo anterior apunta a que la Comisión debería tener la Vigilancia y
Asesoría de la Corte Penal Internacional y del Tribunal de Roma, para evitar
ciertas rabuladas de los actores en conflicto que impidan el esclarecimiento de
los hechos, y sus responsabilidades en los mismos, y que así como la parte
humana ha sido víctima, también deben estar incorporadas ahí la parte ambiental
y sostenible, así haya quienes hacen aparecer esto como unos simples derrames,
¿cierto Piedad Córdoba?
Independiente
de que hayan Diálogos de Paz con Farc y demás grupos ilegales, la Comisión de
la Verdad debe funcionar independientemente, puesto que son muchos los casos
por resolver y muchos actores quienes deben aclarar hechos, y pagar las
sanciones a que debería haber lugar. En un conflicto como el colombiano, con 70
años de existencia, un proceso de paz requeriría mínimo de siete para llegar a
algo, eso sí, con el compromiso serio e inmediato de las partes para ir al
objetivo final, que es la paz, simple y llanamente. Para la muestra, todos los
puntos que se han tratado en la mesa de La Habana pasan directamente por el
Medio Ambiente y el Desarrollo Sostenible; allá se han desarrollado el 80% de
los ataques de ilegales a fuerzas armadas y población civil, la destrucción de
la infraestructura nacional, la siembra de cultivos ilícitos, el saboteo a
zonas de reserva campesina, la invasión de Reservas Naturales, la contaminación
de cuerpos de agua, la extinción de fauna y flora, y los escondites ilegales de
miembros de grupos ilegales para evitar su captura. Muchos que dicen apoyar el
proceso de paz claman por un cese bilateral de fuego hoy, algo completamente
imposible; más sensato sería pedir el desescalamiento del conflicto mientras se
desarrolla todo este proceso de pacificación, sacando del conflicto a la fauna
y flora, así a la parte legal e ilegal les suene picaresco, pero es la
realidad.
Los
anteriores y frustados diálogos de paz, tuvieron que ver directamente con las
zonas ambientales protegidas de Colombia (supuestamente), los contactos se han
hecho allá, basta con mirar la Zona de Despeje del Caguán, cuando Andrés
Pastrana y Victor G Ricardo viajaron a las selvas del Meta y Caquetá para
visitar a Manuel Marulanda y trata de comenzar algo en 1998. Al instante de
crearse dicha zona, empezaron los problemas ambientales como la tala de
bosques, la apertura ilegal de trochas para sacar los cargamentos de cocaína y
marihuana, el aislamiento de la población civil residente, las demostraciones
de cultura traqueta por parte de las Farc, secuestros, asaltos, desapariciones
y asesinatos, hicieron que cuando se rompieron los diálogos a principios de
2002 (cuando el daño ambiental en la zona era un hecho y que al igual que el
suroccidente del país en los últimos días, su recuperación tardará siglos, si
hay un propósito serio y responsable), muchos pescadores entraron a sacar
negocio de ahí, entre ellos el presidente más antiambientalista que ha tenido
Colombia, un tal Álvaro Uribe Vélez, cuyos efectos aún se pueden padecer en la
actualidad.
Como hubiera sido efectiva la mano de la
Comisión de la Verdad, si se hubiese puesto a trabajar antes del inicio de los
Diálogos de Paz, ya que sus veredictos podrían haber contribuido a tratar con
más agilidad el tema de víctimas y justicia, la piedra en el zapato actual en
La Habana. Ahora, se debe desescalar el conflicto para hacer respetar el Medio
Ambiente y el Desarrollo Sostenible. Como diría Humberto de la
Calle en su entrevista por Juán Gossaín: “Si
queremos dar el paso a una paz duradera, la verdad es un ingrediente necesario,
como la justicia y la reparación”.
PD1:
¿Serán ciertas las lágrimas que derramó el Ministro del Medio Ambiente por la
catástrofe ambiental en Tumaco? Dudoso.
PD2:
El Conservatismo está tomando un camino sui generis; el patrón de los patrones
como candidato a la Gobernación del Caquetá, y el descamisado en su papel de
concejal de Piedecuesta (Santander).
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