Hace
cincuenta años, cuando ya era latente el fracaso de EEUU en Vietnam, así como
ciertos hechos de corrupción gubernamental se hacían evidentes y no existían
otras cortinas de humo para poner, el presidente Richard Nixon declaro “La
Guerra contra las Drogas” con la siguiente frase (Milenio – Informativo
Mexicano): “El enemigo público ‘Número Uno’ de Estados Unidos es el abuso de
drogas. Con el fin de enfrentar y derrotar a este enemigo es necesario
emprender una nueva ofensiva total. Le he pedido al Congreso que proporcione la
autoridad legislativa y los fondos para impulsar este tipo de ofensiva. Esta
será una ofensiva mundial que se ocupará de los problemas de las fuentes de
suministro”. ¿Qué ha pasado desde entonces? No solo esta
guerra se encuentra perdida, sino que han aumentado las cantidades de
narcóticos (cada vez más refinados), sino que este “negocio” se ha convertido
en el fortín de muchos politiqueros corruptos, así como la única fuente de
sustento para campesinos, poblaciones étnicas y afros, a lo largo y ancho de
todo el mundo. El consumo sigue aumentando vertiginosamente, pues este
asunto no es tratado como un problema de salud pública, sino como un tema
judicial, haciendo un peor efecto sobre la sociedad existente.
Más gente
ha muerto por abuso (sobredosis) con medicamentos legales que, con drogas
ilegales, los narcotraficantes se las han ingeniado para lograr hacer sus trabajitos
y el hecho de estar en la clandestinidad, hace que este negocito no pague
tributaciones en los países correspondientes y enganchando más gente que busca
una oportunidad de empleo bajo el desespero económico y social; mientras tanto,
los países consumidores como el mismo EEUU, ¿qué han hecho? Nada. Así se vean a
muchos capos capturados y extraditados, el narcotráfico sigue campante, por
cuanto han llegado otros delincuentes a reemplazarlos, incluso, con la
fabricación de drogas sintéticas (que será el futuro negocio ilegal), mientras
que los gobiernos regionales como el de Colombia, siguen creyendo pendejamente,
que la represión y la violencia son el mejor método para erradicarlos,
provocando el efecto contrario. Basta con mirar que ni la marihuana, ni la
hoja de coca, ni la amapola como plantas son el problema en sí, ni que
erradicarlas solucionará este problema (ya están ahí las drogas sintéticas),
sino se hace una inversión social en las regiones donde se cultiva y se empieza
a planear en una legalización de dichos cultivos para que paguen los
correspondientes tributos para estas zonas, a ver si logran salir adelante.
Otro
problema es el decomiso y abandono de las propiedades de los grandes capos de
la droga, las cuales, por vericuetos y leguleyadas, son dejadas al peor
abandono en varios años, muchas veces convirtiéndose en lugares para el consumo
de estupefacientes, así como los dineros de lavado de activos que se confiscan,
misteriosamente aparecen en los bolsillos de la corrupción para hacer de las
suyas. Ni hablar de la cantidad de muertes que ha habido en esta absurda
guerra, no solo de ilegales, sino también miembros de las FFAA y la policía,
dirigentes políticos, comunidades enteras, entre otros. Fue muy ingenuo
pensar que cuando Pablo Escobar fue dado de baja en 1993 en Medellín, el
narcotráfico en Colombia tendría un golpe del que no se podría recuperar;
vinieron los Rodríguez Orejuela, los pequeños y medianos capos, las guerrillas
y los paras para lucrarse de este negocio, con la complicidad de un Aparato
Estatal que no sabe dónde está ubicado, así como de una dirigencia mundial que
tiene la actitud del avestruz frente a este problema. Colombia siempre ha
permanecido sola en esta guerra, frente al desprecio y la burla de los demás
países.
En cuanto
al Medio Ambiente y al Desarrollo Sostenible, sin lugar a duda, se pueden
considerar entre las principales víctimas del Narcotráfico y su miope visión de
que se enfrenta con represión. Miles de hectáreas de Reservas Ambientales han sido
destruidas (varias con efectos irreversibles) para los “cultivos ilícitos”,
frente a lo cual, los mediocres gobiernos solo han echado paraquat y glifosato
(reemplazante del primero en la década de los ochenta) cuyos efectos nocivos
sobre las comunidades, fauna y flora; han sido verificados, pero que los
mediocres dirigentes políticos han ignorado y/o despreciado, para no perder su
visa americana. Pero no solo es un problema del hemisferio occidental, en China
por más cadenas perpetuas y penas de muerte que se han impuesto, el problema de
las drogas sigue latente, o en Rusia, donde han aparecido unos extraños hombres
de negocios de la noche a la mañana; incluso, en Europa, las drogas sintéticas
le están ganando el pulso a la maracachafa, la blanca y la heroína. Esta
guerra está más perdida y la única forma (tarde o temprano se verá) de enfrentarla
será la legalización para dominarla y hacer que repare los daños causados a la
sociedad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario