El
Parque Nacional Natural (PNN) Chingaza es uno de los más importantes del país,
no solo por diversidad de fauna y flora, también por ser un surtidero de agua
para más de 13 millones de habitantes de la región central del país. Además,
representa la importancia de los páramos para el Ecosistema, por cuanto más del
50% de estos cuerpos terráqueos se encuentran en este país del Sagrado Corazón
de Jesús (ojalá no se lo tomen ni las primeras líneas, ni el Esmad ni
loteadores ilegales ni la corrupción politiquera). Quienes han ido a conocerlo,
saben de antemano que es una maravilla digna de admirar, un espacio para
reflexionar y practicar deportes, mirar sus especies de flora y fauna
silvestre, entre otras actividades sanas. Pero como dicen por ahí, el término
ecoturismo debe aplicarse a como dé lugar, sin tener en cuenta las
implicaciones que pueda tener, tan solo como dirían algunos dementes, hay que
sacarle dinero porque la situación no está para cucharas, o se debe sacar la
foto de un famoso (a) mal parqueado (a); como se ha pretendido hacer también en
el PNN Tayrona, bajo el pretexto de unos buenos muchachos (cercanos a Tom y
Jerry) quieren hacer extrañas inversiones.
¿A qué
se debe tanto escándalo? En una entrevista concedida a el diario El Tiempo, el
ExMinistro del Medio Ambiente y experto en la materia, Manuel Rodríguez
Becerra, expresó sobre la posibilidad de construir un “ecohotel” en la zona: “Es
una clara violación a la política de ecoturismo que establece que este tipo de
infraestructura no debe construirse en los parques sino en sus vecindades” …
"Aquí la infraestructura que se establecería en Monte Redondo. En
anaranjado: el ecohotel (12 cabañas). En azul: instalaciones de camping.
Capacidad total: 210 turistas alojados. Un sustancial incremento de la
infraestructura existente con altos riesgos ecológicos y paisajísticos".
Se está refiriendo a un proyecto de aparente adecuación, pero que sería en
realidad, la construcción de un megahotel dentro del mismo parque, para ampliar
la atención a un mayor número de turistas que lo visitarían, sin tener en
cuenta las implicaciones ambientales y sostenibles que se vendrían sobre
Chingaza, dadas las magnitudes proyectadas; mejor dicho, este PNN podría ser
víctima de ciertas malinterpretaciones de la Economía Naranja (algo que este
gobierno o desgobierno Duque) dejó podrir con su pobreza gestional y
administrativa, donde solo se dignan a seguir los caprichos de alias Carnitas y
Huesitos.
¿Qué
dicen las autoridades competentes? Orlando Molano, Director de Parques
Nacionales, en declaraciones al mismo diario bogotano, dijo lo siguiente: “Hay
un centro de visitantes y zona de camping en Monterredondo en mal estado. Los
adecuaremos para mejorar la experiencia del visitante y reducir impactos ambientales”
… “Queremos aumentar el ingreso a los Parques Nacionales, obviamente
respetando las capacidades de carga de cada uno” … “No
construiremos hoteles, sino mejoramientos de lo ya existente. Alojamientos para
turistas, alojamientos para guardaparques, senderos etc.”. En
realidad, se refiere a que pretenden aumentar la capacidad de recibimiento de
visitas a varios PNN´s, que antes del covid se calculaban en dos millones de
personas; pero quieren aumentarlo a tres millones seiscientos mil personas, con
argumentos en su mayoría matemáticos, pero sin tener en cuenta las reales
consecuencias que esto podría tener no solo sobre Chingaza, sino otras Reservas
Ambientales; es importante recordar que la anterior Directora de PNN´s,
Julia Miranda, quien si sabe de esta materia, de ahí a que no gustara su
presencia en el actual gobierno; no es amiga de este tipo de proyectos que
se están tratando de imponer sobre la biodiversidad de Colombia, porque ha sido
muy elocuente a la hora de exponer sobre todos los problemas que podrían traer.
Algo
más importante y más preocupante ha denunciado Simtraemsdes, el sindicato que
acoge a los trabajadores de las empresas de servicios públicos de Bogotá DC,
sobre los riesgos que podría haber (informativo Rebelión): “La
reserva natural de Chingaza alberga el agua que alimenta no solo a Bogotá sino
a un importante número de municipios de Cundinamarca y el Meta, pero además es
el refugio de miles de especies de aves, mamíferos e insectos que garantizan no
solo el bienestar ambiental de toda la región de alta montaña sino además de la
riqueza agrícola en la región; su conservación ha sido posible gracias al
relativo aislamiento en que se ha mantenido por décadas debido al fenómeno de
conflicto interno en el país, pero sobre todo a las normas que se han
implementado para su protección y que deben ser respetadas”. No es
cuestión de ideología política ni de lograr prebendas laborales ni políticas,
se trata de un asunto de vida para más de trece millones de personas, de
conservar una maravilla natural que es única en el planeta Tierra, en uno de
los países más biodiversos del mundo y, por ende, uno de los más expuestos a
las consecuencias del cambio climático que ya se está viviendo, y del que ya
aparecen consecuencias irreversibles, como lo advirtió la ONU en días pasados.
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