En el
golfo de Urabá, una zona con problemas de orden público y corredor para el
narcotráfico, el contrabando y el comercio ilegal de armas, se encuentra el
municipio de Necoclí, en el departamento de Antioquia. Es una zona olvidada
no solo desde Bogotá, también desde Medellín, la capital de dicho departamento;
no existe una infraestructura adecuada para servicios públicos, salud,
educación ni oportunidades de trabajo; su principal fuente de producción es el
banano, controlado por unos dirigentes gremiales con posturas y amistades muy
polémicas, donde es un hecho que el sindicalismo se considera castrochavista; y
la ultraderecha pretende imponer su ley, luego de que en el siglo pasado, la
antigua guerrilla de las FARC impusiese un régimen de terror; basta con
recordar todas las masacres cometidas, tanto por estas como por paramilitares,
con complicidad y/o negligencia de un estado ingenuo y estúpido como el
colombiano. Sus playas son de reconocida fama nacional e internacional, además
de que es una buena alternativa para el agroturismo y ecoturismo, con una
muestra de fauna y flora originaria, que lo hacen muy atractivo. Salen vuelos
desde la capital y la bella villa hacia allá, así como se puede ir por una vía,
que se encuentra algo atrasada para las necesidades de hoy.
También
es importante por su ubicación estratégica, ya que, al otro lado del mar, se
encuentra la costa chocoana sobre el golfo, que está en el límite con Panamá;
un punto neurálgico para muchos asuntos internacionales que están gobernando el
planeta en tiempos de pandemia, donde la crisis económica y social son la
nota constante en la vida. Lo que está ocurriendo allá no tendría novedad,
por el detalle de que Colombia aún es considerada un país no apto para la
presencia de gente foránea, dado los problemas de orden público que ha tenido
desde hace mucho tiempo, así como una historia de xenofobia que ha permanecido
desde finales del siglo XIX (incluso, con una ley que prohibía la importación
de ciudadanos chinos para fines laborales). Pero con la expectativa de un
Acuerdo de Paz firmado entre este Estado y la antigua guerrilla de las FARC
(hoy movimiento político Comunes), se espera una llegada de grandes inversiones
así como nuevas oportunidades; y las facilidades que se la ha dado a la
migración venezolana, que en cierto caso se podría aplicar también a la
migración circundante en Necoclí; compuesta principalmente de ciudadanía
proveniente de Haití (el país del finado Juvenal Moise), Cuba y países del África
tropical, quienes han sido víctimas de miserables traficantes de seres
humanos, así como de la falta de oportunidades que sus países tienen.
Pero
lo más triste de todo, es la subestimación de la dirigencia política nacional
que ha hecho sobre el tema, diciendo que solo están de paso porque se dirigen
hacia Estados Unidos, luego de hacer un recorrido infame y tormentoso desde sus
lugares de origen, llegando al Cono Sur (Argentina y Chile principalmente),
pasando por los Andes, hasta llegar allá, y esperar una lancha que los aviente
a la frontera con Panamá, para seguir por Centroamérica, México y EEUU como
destino final. Es absurdo pensar que Necoclí y/o otra localidad circundante
tenga la suficiente infraestructura para atender un drama humanitario como
este; luego de que la economía municipal se encuentra en camino a la
dolarización, donde la cantidad de inmigrantes está a punto de ser similar a la
población, que no hay infraestructura social ni de salud para atender;
añadiendo un peor ingrediente; se podría pensar en una posible epidemia de
covid19, así como dengue, cólera y/o ébola. NO se trata de un asunto de
patrioterismo ni de xenofobia, sino que no se puede convertir esto en una
segunda Lesbos (Isla de Grecia, con una inmigración sin control desde oriente
medio y el África Sahariana).
¿Qué
dicen las autoridades frente al tema? En la página oficial de Migración
Colombia, se puede leer la siguiente declaración de Juan Francisco Espinosa
(fecha 29 de enero del presente año): “La semana pasada, durante tres días, estuvimos
haciendo un recorrido por los diferentes municipios del Urabá Antioqueño,
evaluando la situación de aquellos migrantes que transitan por la región y el
impacto en cada uno de los municipios…Estamos trabajando unidos como
autoridades para brindar asistencia a estas personas y esperamos que ellos lo
entiendan y se dejen ayudar”. En ese entonces solo habían 680 inmigrantes en la
zona, pero luego de seis meses largos, la cantidad pasó a ser de seis mil
aproximadamente, sin que haya habido una acción efectiva del estado, dejando
a las autoridades locales a la deriva con un problema de dimensiones
desconocidas; como lo puede afirmar el comunicado emitido por el Consejo
Comunitario del Río Acandí y de la Zona Costalera Norte (El Tiempo, 28/07/2021):
"suspender
cualquier aval, permiso, autorización o acompañamiento a todos los extranjeros
que pretendan hacer tránsito por el territorio hasta tanto esta situación sea
aclarada con las autoridades competentes colombianas y las normas de
bioseguridad se cumplan estrictamente". Suena feo y terrible,
pero lo que se debe hacer es evacuar la inmigración presente e impedir la
entrada de futuras, mientras no se tengan las condiciones básicas para atender
un problema social como éste.
No hay comentarios:
Publicar un comentario