La infraestructura petrolera
en Colombia, ha tenido problemas no solo de seguridad, sino también de
mantenimiento, dadas las enormes diferencias que se han presentado entre
Ecopetrol, Sindicatos y Contratistas. Por ende, las consecuencias para el Medio
Ambiente y el Desarrollo Sostenible han sido desastrosas, incluso algunas con
efectos irreversibles, las inversiones en planes de contingencia para enfrentar
estos problemas han sido infinitas, pero siguen las dudas en cuanto al manejo
ambiental que se le están dando a este tipo de proyectos, ya que en el Gremio
de los Hidrocarburos, los asuntos medioambientales siguen siendo secundarios,
solo prima el interés económico y político, lo cual no significa que deban
desaparecer de un solo tajo este tipo de actividades, ya que generan
inversiones, ingresos y empleos para el país; sumando el hecho de que mucha
gente ha desarrollado un estilo de vida, que independiente de estar o no de
acuerdo, se debe respetar. Debe haber una actualización en los conceptos de
Conciencia Ambiental para que haya el equilibrio necesario entre Medio Ambiente
y Desarrollo Sostenible, así como la integración de la comunidad como un agente
vigilante de la buena disposición de estos trabajos y los recursos generados
por los mismos.
El
caso de la siguiente columna ocurrió en el Campo Petrolero La Cira, ubicado en
inmediaciones del municipio de Barrancabermeja (Santander). Hace dos semanas
aproximadamente, se produjeron unos ataques contra las instalaciones
petroleras, sin que hasta el momentos hayan sido descubiertos sus
perpetradores. Frente a lo anterior, el Alcalde de este municipio, Alfonso
Eljach, manifestó lo siguiente (Radio Nacional de Colombia): “aún no existe
evidencia alguna que indique la autoría de los hechos”. En cuanto a la
Empresa Petrolera Colombiana, su Gerente de Operaciones en ese campo, Julio
Cesar Varela, manifestó lo siguiente (Radio Nacional de Colombia): “Las dos
líneas de producción presentan roturas de gran tamaño y generaron afectación en
suelos y vegetación por el derrame de hidrocarburos”. Si bien no se
generaron pérdidas humanas, pero si hubo contaminación del suelo, destrucción
de árboles y desplazamiento de fauna. Los trabajos petroleros en la zona
debieron ser suspendidos mientras se controla la situación. En su página web,
Ecopetrol hace un pronunciamiento sobre este problema, de donde se pueden
extraer los siguientes párrafos: “El primer evento ocurrió en el oleoducto
de 12 pulgadas que transporta crudo desde la Planta Deshidratadora El Centro a
la refinería de Barrancabermeja, a la altura del sector de Planta Nueva. El
segundo fue perpetrado en la línea de transferencia de 12 pulgadas que
transporta crudo desde la Estación La Cira Infantas 1 a la Estación La Cira
Infantas 3 A, en campo 45”.
Hablar de problemas en la
infraestructura petrolera en Colombia es un asunto que lleva más de 50 años,
por cuanto ha sido la actividad favorita de los grupos al margen de la ley, así
como se han beneficiado ciertos dirigentes (izquierda y derecha) de un país
vecino, como los atentados a los oleoductos Caño Limón – Coveñas y Trasandino.
Ni hablar del terrible acto en un gaseoducto en inmediaciones de Machuca
(Antioquia), donde murieron más de ochenta personas, por la acción criminal del
ELN. Es triste que el Petróleo, que ha tenido que ver con el progreso del
país, aunque su papel se ha ido esfumando con el paso del tiempo (haciendo un
llamado hacia una transición planificada hacia energías limpias), el principal
producto de exportación del país, se relacione con la destrucción del Medio
Ambiente y el Desarrollo Sostenible. Este hecho demuestra que, para ciertas
organizaciones delictivas, la destrucción de la infraestructura de un país
puede ser su mayor golpe para ganar posición dentro del mundo del hampa.
En
cuanto a esta zona del Departamento de Santander y en las riveras del Río
Magdalena, hay que tener en cuenta que a pesar de todos los problemas
sociales y de orden público que ha tenido desde hace más de 200 años, posee
una de las mayores riquezas ambientales en el país. Por ejemplo, allá se
encuentra ubicado el Manatí de Agua Dulce, especie endémica y orgullo
colombiano. Eso sí, teniendo en cuenta que el desarrollo de estas actividades
de ingeniería de hidrocarburos, le ha traído efectos positivos al puerto
petrolero, le ha dado empleo e ingresos a su comunidad. Pero también se hace un
imperioso llamado a actualizar y capacitar mejor en la atención a este tipo de
desastres ambientales, bien sea generados por actos criminales como este, o por
accidentes laborales, ya que aún se generan muchas dudas en cuanto a la
respuesta que se le está dando, tanto por Ecopetrol como por Multinacionales y
Empresas de Servicios; y sobre todo, se requiere un riguroso control por
parte de las Autoridades Ambientales, donde no solo sean unos fortines
burocráticos para el apetito político, sino también vigilantes estrictos del
cumplimiento de los Planes de Manejo Ambiental.
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