Se sabía que un Gobierno del
Centro Democrático le iba a meter zancadillas al Acuerdo de Paz firmado entre
el Estado Colombiano (en cabeza de Juan Manuel Santos) y la antigua guerrilla
de las Farc (hoy partido de los Comunes, en cabeza de Rodrigo Londoño); desde
el inicio de diálogos en noviembre de 2012 le declararon guerra a muerte a lo
que se venía desarrollando en La Habana, prometieron destruir todo para las
elecciones de 2014, pero no lo lograron, que llegaría la ideología de género con lo que pírricamente ganó el NO en el
referendo del 2 de octubre de 2016, pero cuando se les consultó que se
debería cambiar, salieron con un chorro de babas entonces al 24 de noviembre
siguiente ya hubo un documento firmado en Bogotá, la Paz tenía un chance de
florecer en Colombia. El 17 de junio de 2018, Iván Duque ganó las elecciones en
segunda vuelta porque su contendor (Gustavo Petro) no pudo convencer de que
apoyaba realmente el Acuerdo de Paz (y así pretende hacer campaña el año
entrante), aunque en su discurso de posesión estuvo muy prudente, la verdad es
que se ha empeñado más en quedar bien ante su patrón (Álvaro Uribe Vélez) que
en esforzarse por hacer lo mejor para el país (Acuerdo de Paz).
Y como si no hubiese pasado
nada, en un país donde aún no hay paz ni legalidad (Centros Poblados y
derogación de Ley de Garantías), el Presidente Duque (Uribe en cuerpo ajeno),
se ha empeñado en defender su mediocre gestión, incluso, con un discurso cínico
y mentiroso, en la pasada Asamblea de Naciones Unidas, donde manifestó lo
siguiente (El Tiempo): “El frágil acuerdo de paz firmado en 2016 con
el grupo terrorista de las Farc tiene hoy progresos significativos en
el proceso de reincorporación de quienes están entrando en la legalidad, como
lo ha comprobado la Misión de Observación de la ONU”. Quedó muy mal frente
a la principal entidad mundial que ha apoyado incondicionalmente, la
Organización de las Naciones Unidas (ONU), sino que dio a entender que luchará
por volverlo trizas hasta el último instante de su mandato (desgobierno), como
lo quiere su movimiento político, un tal Centro Democrático. Y cuando alguien
le va a reclamar por eso, sale con el cuento de que su tocayo de apellido
Márquez (Jefe de la Nueva Marquetalia) se encuentra haciendo de las suyas en
Venezuela, junto con el Paisa y Romaña, pero se le olvida algo que hace del
Acuerdo un poco más fuerte.
¿Qué es? Más de 13 mil
exguerrilleros y hoy reinsertados a la sociedad, se encuentran apoyando al
mismo, trabajando en proyectos productivos en las ETCR´s. Se le olvida en
buen trabajo que ha venido desempeñando el Alto Consejero para la
Reincorporación, Emilio Archila, cuyos frutos se ven, cinco años después del
“Habemus Acuerdo”. Ya entregaron todas sus armas y han cumplido su promesa de
no volver a la guerra jamás, pese a que han sido objeto de amenazas y crímenes
por parte de irracionales que prefieren la guerra como un negocio (de eso si
que saben en el fhüribismo). Que las disidencias se encuentren aliadas con el
narcotráfico, y en peleas contra los elenos, paracos y demás pestes de la
ilegalidad; no desvirtúa lo que se ha avanzado en materia de paz y progreso
hasta el presente, ojo Duque, no puede regresar a la guerra total, porque al
primero que echarían sería a usted, así que mejor tómese un poquito de valeriana
antes de hablar por hablar. Pero también se debe reflexionar en las
brutalidades que se han hecho por querer congraciarse ante su patrón, con miras
a seguir dando guerra, para favorecerse.
Primero, la objeción
irresponsable y falta de argumentos contra la Ley Estatutaria que le da vida a
la Justicia Especial Para la Paz (JEP), objeto de ataques vulgares de miembros
de este gobierno (desgobierno); pero que se cayeron en la Corte Constitucional,
y esta entidad, pese a tener todo tipo de problemas y limitaciones, sigue su
trabajo con tal de esclarecer el Conflicto Interno que hubo. Segundo,
permanecer indiferente ante el nulo avance en el Punto de Tierras. Tercero,
envenenar lo relacionado a la Sustitución de Cultivos Ilícitos con Glifosato de
una extraña marca, para regresar a un errado enfoque de la Guerra contra el
Narcotráfico, propia de las mentes mojigatas. Cuarta, su oposición a la
prórroga del funcionamiento de la Comisión de la Verdad, cuyo veredicto final
se deberá conocer en la máxima instancia judicial del país. Y último, la
negativa a darle mayor protección a Líderes Sociales en las regiones más
apartadas del país, lo que ha contribuido al aumento de la criminalidad contra
los mismos, empezando porque usted, Iván Duque y su equipo de gobierno, no se
han querido comprometer con acciones sencillas como defender a capa y espada el
Acuerdo de Escazú, una de las mejores estrategias para este fin. Conclusión,
el frágil no es el acuerdo, sino su gobierno, que tambalea, Señor Presidente.
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