La disputa sobre el
Archipiélago de San Andrés Islas, así como los derechos marítimos y comerciales
sobre el Mar Caribe, que tienen Colombia y Nicaragua, ha sido uno de los
temas más candentes en la diplomacia desde hace más de cuarenta años. Si
bien es cierto que la Corte de la Haya determinó en 2012 que Colombia le
debería devolver más de 75 mil kilómetros cuadrados de aguas al país que se
encuentra bajo la Terrible Seguridad Democrática de Daniel Ortega (quien se
esconde bajo las faldas de Rosario Murillo); aún hay muchas cosas por aclarar
frente a tan álgido tema. Se debe admitir que la no coordinación diplomática
entre los sucesivos gobiernos colombianos, le ha dado resultados al país
centroamericano; ya se está notando la angustia de los raizales ante una
posible llegada del gobierno nica, por cuanto no tendrían todas las facilidades
económicas, sociales, ambientales y sostenibles que en cierta forma, Colombia
les brinda (aunque hay varias razones para decir que es en solo teoría); sin
dejar de pensar en los terribles efectos que tendría la construcción del Canal
de Nicaragua sobre los mares, ya que se llevaría por delante la riqueza natural
que aún persiste en la zona.
Hace un par de semanas, se dio
una nueva audiencia en el Tribunal Máximo de la Haya frente a este tema, donde
Colombia y Nicaragua expusieron sus argumentos, eso sí, coincidiendo en sendas
acusaciones de intromisiones militares en zonas que se consideran ambas como
propias. Se podría decir que los gobiernos de ambos países, en búsqueda de
cortinas de humo que les podría ocultar los problemillas que han generado por
la evasión a las reglas democráticas, se presentaron durante varios días, y
están a la espera de un fallo correspondiente, que se podría dar en tiempos de
elección presidencial en Colombia, donde podría incidir, bien sea positiva o
negativamente, porque en Nicaragua Ortega y Murillo han emprendido una cacería
de opositores, con falsos positivos incluidos. Pero hubo un detalle que no pasó
desapercibido en la presentación colombiana; por primera vez se presentó un
líder raizal del archipiélago para que pudiese exponer los argumentos de porque
es peligrosa la injerencia nica para los habitantes de la zona, con razones que
van desde la conservación del Medio Ambiente hasta el Desarrollo Sostenible,
basado en la pesca artesanal como su fuente principal de empleo, ingresos y el
turismo que proviene del interior del país, así se esté en tiempos de pandemia.
El Líder Kent Francis James,
primer gobernador departamental nombrado en 1991, y exembajador en varios
países del Caribe, llegó al salón del tribunal con las siguientes palabras (El
Tiempo): “Los seguidores de la fe de los raizales son bautizados en el mar.
Es un cementerio para los que se fueron y no regresaron. Es la fuente de historias
reales y de ficción, de cuentos, de fábulas, de aventuras, de diversión y
tristeza. Como dicen los raizales: es un regalo de Dios”. Demostrando que,
si bien pertenecen a Colombia, se ha respetado sus creencias e ideologías
raizales, incluyendo el creole como su propio idioma para expresarse; algo que
podría desaparecer en manos de Danielito y Rosarito. En su discurso, cabe
resaltar las siguientes frases (El Colombiano): “Los raizales dependen de los
derechos de pesca tradicionales que se extienden por las grandes zonas
marítimas que se cuestionan en este caso” … “el mar es un espacio vital para los raizales, una ruta comercial
para los pueblos criollos del suroeste del Caribe. Es su
patrimonio económico. El mar es también su patrimonio cultural” … “Los raizales
de San Andrés, Providencia y Santa Catalina tienen un vínculo natural con el
mar: viven de él y lo consideran parte de su hábitat natural. Cualquier restricción a sus tradiciones históricas y
culturales tendría un impacto significativo y negativo en su forma de vida e
identidad”.
Si bien es cierto que la
diplomacia colombiana, y más en el gobierno de la descompuesta economía naranja
y de la negación del internet a la educación en zonas rurales, es pésima y da
lástima; hay que admitir que la presencia de un líder raizal en La Haya le dio
un buen aporte a la defensa colombiana de su soberanía, algo que no se había
hecho durante cuarenta años. Falta ver que dictamina la Corte en esta materia,
pero de pronto pues se ratificarían los 75 mil kilómetros cuadrados que se
deben devolver a Nicaragua, pero eso sí, respetando los derechos étnicos de los
pobladores, así como los de los colombianos en materia de plataformas
continentales y oceánicas, algo que el país centroamericano ha querido
aumentar, hasta querer llegar cerca a Cartagena, lo que podría contribuir a un
desastre ambiental que podría ser mortal para zonas como Sea Flower. Este
tema seguirá dando motivos para debate durante mucho tiempo, incluso, después
del fallo que se dé.
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