martes, 19 de octubre de 2021

LA SOBERANÍA

 

La disputa sobre el Archipiélago de San Andrés Islas, así como los derechos marítimos y comerciales sobre el Mar Caribe, que tienen Colombia y Nicaragua, ha sido uno de los temas más candentes en la diplomacia desde hace más de cuarenta años. Si bien es cierto que la Corte de la Haya determinó en 2012 que Colombia le debería devolver más de 75 mil kilómetros cuadrados de aguas al país que se encuentra bajo la Terrible Seguridad Democrática de Daniel Ortega (quien se esconde bajo las faldas de Rosario Murillo); aún hay muchas cosas por aclarar frente a tan álgido tema. Se debe admitir que la no coordinación diplomática entre los sucesivos gobiernos colombianos, le ha dado resultados al país centroamericano; ya se está notando la angustia de los raizales ante una posible llegada del gobierno nica, por cuanto no tendrían todas las facilidades económicas, sociales, ambientales y sostenibles que en cierta forma, Colombia les brinda (aunque hay varias razones para decir que es en solo teoría); sin dejar de pensar en los terribles efectos que tendría la construcción del Canal de Nicaragua sobre los mares, ya que se llevaría por delante la riqueza natural que aún persiste en la zona.

 

Hace un par de semanas, se dio una nueva audiencia en el Tribunal Máximo de la Haya frente a este tema, donde Colombia y Nicaragua expusieron sus argumentos, eso sí, coincidiendo en sendas acusaciones de intromisiones militares en zonas que se consideran ambas como propias. Se podría decir que los gobiernos de ambos países, en búsqueda de cortinas de humo que les podría ocultar los problemillas que han generado por la evasión a las reglas democráticas, se presentaron durante varios días, y están a la espera de un fallo correspondiente, que se podría dar en tiempos de elección presidencial en Colombia, donde podría incidir, bien sea positiva o negativamente, porque en Nicaragua Ortega y Murillo han emprendido una cacería de opositores, con falsos positivos incluidos. Pero hubo un detalle que no pasó desapercibido en la presentación colombiana; por primera vez se presentó un líder raizal del archipiélago para que pudiese exponer los argumentos de porque es peligrosa la injerencia nica para los habitantes de la zona, con razones que van desde la conservación del Medio Ambiente hasta el Desarrollo Sostenible, basado en la pesca artesanal como su fuente principal de empleo, ingresos y el turismo que proviene del interior del país, así se esté en tiempos de pandemia.

 

El Líder Kent Francis James, primer gobernador departamental nombrado en 1991, y exembajador en varios países del Caribe, llegó al salón del tribunal con las siguientes palabras (El Tiempo): “Los seguidores de la fe de los raizales son bautizados en el mar. Es un cementerio para los que se fueron y no regresaron. Es la fuente de historias reales y de ficción, de cuentos, de fábulas, de aventuras, de diversión y tristeza. Como dicen los raizales: es un regalo de Dios”. Demostrando que, si bien pertenecen a Colombia, se ha respetado sus creencias e ideologías raizales, incluyendo el creole como su propio idioma para expresarse; algo que podría desaparecer en manos de Danielito y Rosarito. En su discurso, cabe resaltar las siguientes frases (El Colombiano): “Los raizales dependen de los derechos de pesca tradicionales que se extienden por las grandes zonas marítimas que se cuestionan en este caso” …el mar es un espacio vital para los raizales, una ruta comercial para los pueblos criollos del suroeste del Caribe. Es su patrimonio económico. El mar es también su patrimonio cultural” … “Los raizales de San Andrés, Providencia y Santa Catalina tienen un vínculo natural con el mar: viven de él y lo consideran parte de su hábitat natural. Cualquier restricción a sus tradiciones históricas y culturales tendría un impacto significativo y negativo en su forma de vida e identidad.

 

Si bien es cierto que la diplomacia colombiana, y más en el gobierno de la descompuesta economía naranja y de la negación del internet a la educación en zonas rurales, es pésima y da lástima; hay que admitir que la presencia de un líder raizal en La Haya le dio un buen aporte a la defensa colombiana de su soberanía, algo que no se había hecho durante cuarenta años. Falta ver que dictamina la Corte en esta materia, pero de pronto pues se ratificarían los 75 mil kilómetros cuadrados que se deben devolver a Nicaragua, pero eso sí, respetando los derechos étnicos de los pobladores, así como los de los colombianos en materia de plataformas continentales y oceánicas, algo que el país centroamericano ha querido aumentar, hasta querer llegar cerca a Cartagena, lo que podría contribuir a un desastre ambiental que podría ser mortal para zonas como Sea Flower. Este tema seguirá dando motivos para debate durante mucho tiempo, incluso, después del fallo que se dé.

No hay comentarios:

Publicar un comentario