En el
congreso colombiano, un lugar donde se han visto las peores pasiones, las más
desbordadas ambiciones y el serrucho más filudo y mortal de todos los tiempos,
suelen pasar cosas increíbles; desde proponer una ley como prohibir la
entrada de ciudadanos chinos bajo preceptos religiosos hasta aprobar una
reforma política que contenía una camada de micos cargados de veneno y
anticolombianismo, pero que ante la presión general, los padres putativos y
mercenarios de la patria, tuvieron que hundir. Ha ocurrido una y otra vez
en la existencia de esta Patria Boba, y no se escapan las Asambleas, Cabildos y
Juntas Administradoras Locales. En fin, la Rama Legislativa, de vital
importancia para la existencia constitucional del país, también le ha dado un
sinnúmero de dolores de cabeza, con consecuencias que aún los colombianos de a
pie están pagando con sus impuestos, y que, por ende, debería servir de
escarmiento para que en las próximas elecciones se vote bien, y no por la aguamasa
politiquera populista de siempre (Pablo Escobar, Santofimio, Parapolítica,
parientes de La Gata, Libretistas ávidos de cultura traqueta, en fin). El caso
de la presente columna parece un chiste, pero hubiera sido una gran tragedia y
un retroceso en democracia de 50 años, si se hubiere aprobado.
En la
primera legislatura donde ya le tocó asumir (pero aún no trabaja) al gobierno
de Gustavo Petro, se presentó una Reforma Política (Adefesio Político), que
pretendía ser el cambio. Ya se empezaba a rumorar de todos los micos que
contenía el proyecto desde ese entonces, pero la aplanadora de ese tal Pacto
Histórico se impuso en su primera vuelta legislativa sin mayores problemas, salieron a vacaciones los
parlamentarios, y nadie se volvió a acordar de la misma, que ya contenía
vulgaridades como: puerta giratoria para congresistas que pudiesen asumir
cargos en el ejecutivo, listas abiertas y cerradas que podían ser designadas a
dedo y no con el rigor necesario para la democracia, desaparición de
inhabilidades para que ciertos padres de la patria de polémica reputación
pudieran aspirar a cargos ejecutivos de elección popular, lo único que faltó
fueron los Yidis y Teodolindos con matera incluida para que incluyesen la
reelección inmediata y perpetua del gobernante de turno, algo que les gustaría
a muchos miembros de la bodeguilla petrista. Pese a las múltiples
advertencias sobre todo los micos que contenía, a las directivas de las cámaras
alta y baja (encabezadas por el Senador Roy Barreras y el Representante David
Racero, respectivamente), no les importó un carajo.
Llegó
el nuevo período legislativo y ya se veía venir el problema que se iba a formar
con semejante adefesio político. Empezaron las voces mojigatas y moralistas en
el ente legislativo pidiendo que se hundiera semejante proyecto, como si no
hubiesen tenido la oportunidad de detenerlo en el primero momento. Llegó la
quinta votación, hubo gritos y lamentos, pero Roy pidió aplazar la votación del
mismo, a ver si le daban un poco de oxígeno, pero no fue suficiente, al día
siguiente, el adefesio político fue hundido como bolsa negra de la basura
tirada al carro recolector, con el gesto simbólico del hombre fuerte del
congreso rompiendo el escrito del proyecto, junto con las lágrimas falsas del
Mininterior Alfonso Prada y del propio Presidente Gustavo Petro (al mejor
estilo de Fernando Londoño Hoyos con el Acuerdo de Paz), pero la polémica
sigue ahí y deberá aclararse todo cuanto antes, porque una cachetada así contra
el país, no se debe volver a repetir. Un detalle que si ha dolido; el
Senador Ariel Ávila, célebre por investigar y destapar el escándalo de la
parapolítica, quien fue ponente de este proyecto desde su primera vuelta,
estuvo muy callado y ausente de estos debates, sobre todo a la hora de aclarar
todo este meollo que se formó.
Dicen
que volverán a presentar otro Adefesio Político, perdón, Reforma Política en la
próxima legislatura, cuando se hayan cambiado de juntas directivas de ambas
cámaras, pero este detalle deja mucho que desear y que no se puede esperar
mucha responsabilidad en las Reformas a la Salud, Pensional y Judicial; porque
el gobierno llega con una cosa que quiere imponerla, luego cede en todo,
después trata de imponer de nuevo su criterio, no hay consensos y por consiguiente,
nada de lo que se proponga, será digno de confianza. Y eso que la oposición
aún está dormida, si bien el Centro Democrático y Cambio Radical se declararon
en esa zona, aún siguen muy dispersos en sus conceptos, lo que haría que el
trabajo del gobierno fuese más fácil, pero no, desde la misma Casa de Nariño,
se han empeñado en ser el cambio para volver a lo mismo, al mismo estilo de
Álvaro Uribe en 2002, el todo vale. Lo más triste de todo, es que aún faltan
más de tres años para que este circo se vaya, mientras tanto seguirán los
escándalos de este tipo, sumando a los Nicolases y Juan Fernandos; la izquierda
colombiana resultó igualita a la derecha.
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