Sin
lugar a dudas, la salud le pasa cuenta de cobro a uno (como en el caso del
autor de la presente columna), por muchas causas, así esté de acuerdo o no con
las mismas. Desde finales del año pasado, ha venido padeciendo de dolores e
hinchazones en la rodilla derecha, producto de una bursitis y acumulación de
líquido en la misma, lo que ocasionó el tensionamiento y la deformación de los
meniscos, un problema más complicado, aunque se puede hablar de que no
fueron mayores ya que no se menciona el término ligamentos, que ahí si habría
tenido consecuencias graves, incluso, irreparables. Ha sido una dura prueba
de la vida en estos 53 años, pero que afortunadamente ha empezado a mostrar la
luz al final del túnel, si bien no se puede cantar aún victoria total. Y gracias
al actual Sistema de Salud Colombiano (así sea de la antipatía del Presidente
Petro y la Ministra Corcho), se han podido superar muchos inconvenientes y el
tratamiento que será largo, ha empezado a mostrar resultados como poder caminar
mejor, no tener tanto dolor y por lo menos poder apoyar el pie en el suelo para
caminar y poder defenderse un poco mejor ante los constantes retos del mundo
cotidiano.
Al
principio no se sabía bien lo que estaba pasando, se tomaban antinflamatorios
para evitar los problemas, que se solucionaban por algunos días, pero luego se
reactivaban las hinchazones y los dolores, haciendo la vida imposible, pero se
tuvo la suficiente paciencia para lograr superar los duros escollos que se
presentaban, como no hacer vida social (lo cual se demorará por lo menos hasta
mediados del presente año, por precaución); no volver a la ciclovía a caminar
ya que le queda un poco retirado de su lugar de residencia y permanecer la
mayor cantidad de tiempo en casa para evitar inconvenientes. Muchas veces para
levantarse era difícil ya que la rodilla derecha amanecía “engarzada” y por
ende, la dificultad para realizar una u otra labor era de un grado de
dificultad, que el autor de la presente, no se lo desearía ni al peor enemigo.
Muchas veces ni siquiera se podía salir del cuarto ya que el dolor generado no
permitía estar con el ánimo arriba ni con ganas de ver a nadie, solo soportar
el bendito dolor y hacerse los tratamientos médicos para evitar el
acrecentamiento del problema. Si uno salía a la calle, la gente le preguntaba
si había tenido alguna caída o que, si había estado en un acto de intolerancia,
porque había quedado muy aporreado.
El
asunto fue creciendo, hasta que el pasado cuatro de marzo, tuvieron que llevar
al paciente a urgencias al Hospital Universitario Mayor Mederi (antes San Pedro Claver) en Bogotá DC, donde
le tuvieron que hacer la correspondiente distensión de la rodilla, lo que
requirió de anestesia local y permanecer con la pierna quieta durante toda una
noche, sin poder dormir, sumando a la resonancia magnética que se hizo en la
madrugada del domingo cinco donde se dio el diagnóstico de los problemas con
los meniscos. Fue una noche larga, pero se supo rápido lo que pasaba y, por
consiguiente, lo que se debía hacer; artroscopia que se hizo el martes siete de
marzo en el Mederi de Barrios Unidos, una cirugía sencilla de una hora, con
anestesia local, donde el paciente estuvo buena parte del tiempo en una sala de
recuperación, antes de ser dado de alta. Se necesitaron de muletas durante unas
tres semanas para poder levantarse y hacer las diligencias caseras
correspondientes. Así mismo, se iniciaron sesiones de terapia para hacer un
tratamiento completo (aún faltan el veredicto del reumatólogo, pero ya se sabe
que hay unos problemas de artritis que sin lugar a dudas permanecerán el resto
de vida, pero que se sabrán afrontar).
¿Porqué
se trae esta experiencia personal a colación y en una columna, donde se supone
que tratan temas ambientales, sostenibles y de política? Porque con el debate
de la Reforma a la Salud (la cual el gobierno, así sea con mermelada y
fritanga, la quiere imponer a las buenas o a las malas), se ha vuelto a poner
sobre el tapete el Sistema actual de Salud en Colombia, bien calificado por
casi todos los entes internaciones expertos en el tema, pero que al
parecer, no le satisface los ánimos de un gobierno de izquierda, que quiere
regresar a la época de salud antigua, donde la mayoría de los establecimientos
médicos tenían que vivir de la caridad, donde la cobertura de salud ni siquiera
alcanzaba el 50%, donde prácticamente era un padecimiento lograr una cita
médica, incluso, un simple examen de laboratorio. Si, es cierto, la ley 100 de
1993 tiene de padrinos a dos personajes nada recomendables (Cesar Gaviria y
Álvaro Uribe), pero hay que reconocer que ha logrado darle un impulso a la
cobertura de salud como nunca se había tenido, y que se debe construir sobre lo
hecho, y no destruir todo, en aras de una arrogancia izquierdista que se le
está subiendo el poder a la cabeza.
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