miércoles, 9 de agosto de 2023

EL AÑO

 

Llegó a su primer año el Gobierno de Gustavo Petro, por primera vez una izquierda gobernando a Colombia (característicamente godo y de derecha), lo que ha generado muchas expectativas, tanto dentro como fuera del país. Se le reconoce al Presidente ser un político hábil y que ha cumplido el Acuerdo de Paz que firmó a finales del siglo pasado, un hombre vehemente a la hora de defender sus ideas, convocador de grandes masas y sabe para donde va. Pero este primer año llegó en medio de muchas controversias que se le han generado a su alrededor, por su forma de ser (terca, obstinada y radical, no es fácil dialogar con él), y eso que ha tenido una oposición dividida y débil (es bien sabido que no se sentarán a dialogar Cambio Radical (Vargas Lleras) y el Centro Democrático (Álvaro Uribe)), pero lo anterior no ha permitido la caída de su popularidad y su gobernabilidad, por cuanto se ha enfrascado en peleas absurdas (imponer metro subterráneo en la primera línea en Bogotá cuando ya no se puede, ceses de fuego multilaterales impuestos por decreto cuando se pretende dialogar, Irene Vélez en el Ministerio de Minas, la interinidad durante casi seis meses en el Ministerio de la Cultura, aunque llegó alguien como Juan David Correa, tan experto en la materia como Patricia Ariza).

 

Se le destaca el manejo económico dado al país, por parte principalmente del anterior Ministro de Hacienda, José Antonio Ocampo, quien logró sacar adelante una Reforma Tributaria que ha tenido sus características buenas al país, la recuperación del empleo a niveles anteriores de la pandemia, el manejo prudente frente a las grandes fluctuaciones del dólar; lástima el manejo de la Renta Subsidiaria por parte de la Directora de Prosperidad Social, Cielo Ruisinque (tan radical como lo fue en su momento, Susana Correa, en igual entidad social). También se destacan la prudencia  del Director de Planeación Nacional, Jorge Iván González, la iniciativa de Mauricio Toro al frente del Icetex para lograr calmar los terribles efectos de las deudas de los estudiantes para lograr sacar adelante sus programas universitarios (tanto de pregrado como de posgrado), asertivo el perfil de Germán Umaña Mendoza, como Ministro de Comercio Exterior, así como de Agricultura (primero con Cecilia López como de Jennifer Mojica), prefieren el diálogo y la concertación al irracional error de convocar a marchas inoficiosas y que generan más caos (que el país ya parece no soportar); eso sí, los resultado se verán en la compra de tierras para desarrollar el primer punto del Acuerdo de Paz Vigente.

 

Triste los casos de corrupción del Ministerio de Deporte bajo el mando de María Isabel Urrutia (que deben ser esclarecidos totalmente, un mensaje claro para la actual ministra Astrid Rodríguez), la casi desaparición del Ministerio de Ciencias y Tecnología (no se ha notado el trabajo de Arturo Luna y Yesenia Olaya, algo preocupante para el futuro de Colombia), aunque se han dado buenos pasos en este sentido en el Ministerio de Educación bajo Alejandro Gaviria y Aurora Vergara). El fracaso en el trabajo legislativo bajo los Ministros del Interior (Alfonso Prada y Luis Fernando Velasco), el hundimiento de la Reforma Laboral (ojo Ministra Gloria Inés Ramírez, así como la incógnita sobre la Pensional). Pero el mayor fracaso y el mayor problema del gobierno de Gustavo Petro es la Reforma a la Salud, primero bajo el mando de la irracional Ministra Carolina Corcho, y la incógnita de Guillermo Alfonso Jaramillo (quien a veces se caracteriza por sus enconadas opiniones), ¿qué pasó en Mintic? Primero estuvo Sandra Milena Urrutia, quien parecía tener el perfil, pero luego impusieron al polémico ExDirector del Dapre, Mauricio Lizcano; a propósito del Dapre, no le debe servir mucho la llegada de Carlos Ramón Gonzales, un petrista in – extremis.

 

Las cosas feas; primero, el desastre en el manejo del orden público en el país, muy extraño por cuanto llegó una persona de grandes cualidades al Ministerio como Iván Velásquez, pero parece no tener mucha química con los mandos militares. Sigue la crisis en la Justicia, como que al Ministro Néstor Osuna, al igual que Velásquez, el giro del poder judicial hacia el ejecutiva, les está pasando cuenta de cobro. Segundo, la Paz Total aún no genera confianza, no solo por las embarradas del actual gobierno, tanto del Presidente como del Alto Comisionado de Paz (Danilo Rueda), quienes no han tenido el tacto adecuado para manejar un tema tan delicado, los grupos ilegales están más radicalizados y, por ende, ejercen su poder criminal en casi todo el territorio nacional. Pero lo más feo de todo es el escándalo por la llegada de dineros ilegales a la Campaña Presidencial durante el 2022, como lo está contando con detalles Nicolás Petro Burgos, hijo mayor del Presidente, así no lo haya criado. Y lo peor: la estrategia de comunicaciones ha sido confiada a la Bodega relacionada con Gustavo Bolívar, y se está reduciendo a una reyerta familiar, por cuanto la familia Petro Alcocer no quiere ni en la esquina a los Petro Burgos, ni a los Petro Hernán. Este asunto le traerá muchos dolores de cabeza al país.

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