Llegó a su primer año el Gobierno de Gustavo Petro, por
primera vez una izquierda gobernando a Colombia (característicamente godo y de
derecha), lo que ha generado muchas expectativas, tanto dentro como fuera
del país. Se le reconoce al Presidente ser un político hábil y que ha cumplido
el Acuerdo de Paz que firmó a finales del siglo pasado, un hombre vehemente a
la hora de defender sus ideas, convocador de grandes masas y sabe para donde
va. Pero este primer año llegó en medio de muchas controversias que se le han
generado a su alrededor, por su forma de ser (terca, obstinada y radical, no es
fácil dialogar con él), y eso que ha tenido una oposición dividida y débil (es
bien sabido que no se sentarán a dialogar Cambio Radical (Vargas Lleras) y el
Centro Democrático (Álvaro Uribe)), pero lo anterior no ha permitido la caída
de su popularidad y su gobernabilidad, por cuanto se ha enfrascado en peleas
absurdas (imponer metro subterráneo en la primera línea en Bogotá cuando ya no
se puede, ceses de fuego multilaterales impuestos por decreto cuando se
pretende dialogar, Irene Vélez en el Ministerio de Minas, la interinidad
durante casi seis meses en el Ministerio de la Cultura, aunque llegó alguien
como Juan David Correa, tan experto en la materia como Patricia Ariza).
Se le destaca el manejo económico dado al país, por parte
principalmente del anterior Ministro de Hacienda, José Antonio Ocampo, quien
logró sacar adelante una Reforma Tributaria que ha tenido sus características
buenas al país, la recuperación del empleo a niveles anteriores de la pandemia,
el manejo prudente frente a las grandes fluctuaciones del dólar; lástima el
manejo de la Renta Subsidiaria por parte de la Directora de Prosperidad Social,
Cielo Ruisinque (tan radical como lo fue en su momento, Susana Correa, en igual
entidad social). También se destacan la prudencia del Director de Planeación Nacional, Jorge
Iván González, la iniciativa de Mauricio Toro al frente del Icetex para lograr
calmar los terribles efectos de las deudas de los estudiantes para lograr sacar
adelante sus programas universitarios (tanto de pregrado como de posgrado), asertivo
el perfil de Germán Umaña Mendoza, como Ministro de Comercio Exterior, así como
de Agricultura (primero con Cecilia López como de Jennifer Mojica), prefieren
el diálogo y la concertación al irracional error de convocar a marchas
inoficiosas y que generan más caos (que el país ya parece no soportar); eso sí,
los resultado se verán en la compra de tierras para desarrollar el primer punto
del Acuerdo de Paz Vigente.
Triste los casos de corrupción del Ministerio de Deporte
bajo el mando de María Isabel Urrutia (que deben ser esclarecidos totalmente,
un mensaje claro para la actual ministra Astrid Rodríguez), la casi
desaparición del Ministerio de Ciencias y Tecnología (no se ha notado el
trabajo de Arturo Luna y Yesenia Olaya, algo preocupante para el futuro de
Colombia), aunque se han dado buenos pasos en este sentido en el Ministerio de
Educación bajo Alejandro Gaviria y Aurora Vergara). El fracaso en el trabajo
legislativo bajo los Ministros del Interior (Alfonso Prada y Luis Fernando
Velasco), el hundimiento de la Reforma Laboral (ojo Ministra Gloria Inés
Ramírez, así como la incógnita sobre la Pensional). Pero el mayor fracaso y
el mayor problema del gobierno de Gustavo Petro es la Reforma a la Salud, primero
bajo el mando de la irracional Ministra Carolina Corcho, y la incógnita de
Guillermo Alfonso Jaramillo (quien a veces se caracteriza por sus enconadas
opiniones), ¿qué pasó en Mintic? Primero estuvo Sandra Milena Urrutia,
quien parecía tener el perfil, pero luego impusieron al polémico ExDirector del
Dapre, Mauricio Lizcano; a propósito del Dapre, no le debe servir mucho la
llegada de Carlos Ramón Gonzales, un petrista in – extremis.
Las cosas feas; primero, el desastre en el manejo del
orden público en el país, muy extraño por cuanto llegó una persona de grandes
cualidades al Ministerio como Iván Velásquez, pero parece no tener mucha
química con los mandos militares. Sigue la crisis en la Justicia, como que al
Ministro Néstor Osuna, al igual que Velásquez, el giro del poder judicial hacia
el ejecutiva, les está pasando cuenta de cobro. Segundo, la Paz Total aún no
genera confianza, no solo por las embarradas del actual gobierno, tanto del
Presidente como del Alto Comisionado de Paz (Danilo Rueda), quienes no han
tenido el tacto adecuado para manejar un tema tan delicado, los grupos ilegales
están más radicalizados y, por ende, ejercen su poder criminal en casi todo el
territorio nacional. Pero lo más feo de todo es el escándalo por la llegada
de dineros ilegales a la Campaña Presidencial durante el 2022, como lo está
contando con detalles Nicolás Petro Burgos, hijo mayor del Presidente, así no
lo haya criado. Y lo peor: la estrategia de comunicaciones ha sido confiada
a la Bodega relacionada con Gustavo Bolívar, y se está reduciendo a una reyerta
familiar, por cuanto la familia Petro Alcocer no quiere ni en la esquina a los
Petro Burgos, ni a los Petro Hernán. Este asunto le traerá muchos dolores de
cabeza al país.
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