martes, 23 de julio de 2024

LA MISA HA TERMINADO

 

Siguiendo con la tarea de leer buenos libros, que reflejen la realidad sin necesidad de enredarse ni meter en tanto vericueto, el autor de la presente columna ha leído el libro “La Misa ha Terminado” del escritor tulueño Gustavo Álvarez Gardeazabal. En él se refleja la relación que ha tenido Gustavo (quien ha reconocido abiertamente su homosexualidad) con la Santísima Trinidad, donde se evoca que para la última, todo es pecado, para tener a sus fieles dominados y sumisos frente a sus disposiciones, desde las más angelicales hasta las más diabólicas, pasando por el tema del sexo, la delincuencia, la intriga, incluso, las guerras que hay en este planeta. En su obra, Gardeazabal reconoce también su condición de no creyente, manda para el carajo la existencia de los ángeles asexuados, encargados supuestamente de proteger a todos los mortales pecadores, bajo las órdenes del todopoderoso. Eso sí, meterse en contra de una institución poderosa que es capaz de lo que sea, con tal, de no perder su poder, no es una lucha fácil; al contrario, es tener a la mayoría de la comunidad (sumisa frente a las sotanas ambiciosas) en su contra, que traten de amedrentarlo con el fin del mundo, con la paila mocha y con satanás chuzando con su tridente.

 

El libro se compone de varios relatos que se dan paralelamente en la obra. El primero tiene que ver con la historia de dos Sacerdotes Jóvenes, quienes fueron promovidos a ese grado, gracias a la participación activa que tuvieron durante la visita (ficticia) del papa Benedicto XVI a la ciudad de Buga (Valle del Cauca), para la consagración de la Catedral Basílica. Cuando se conocen los dos sacerdotes (Martín y Rogelio), brota un romance, pese a las formas diferentes de ver su homosexualidad; Martín es promiscuo y sacia sus ansias con quien sea, mientras que Rogelio es un voyerista que le encanta ver los bacanales, que no solo forma su amado, también su mejor amigo (El Demente) con las trabajadoras sexuales en su natal Buga. Pero la pareja sacerdotal tiene también sus momentos de pasión, y crecen más cuando a Martín le diagnostican sida, y se juran amor eterno entre ritos sexuales, lo que también le causará la misma enfermedad a Rogelio; y deciden firmar un pacto de muerte, contratan a un par de sicarios para que los maten bajo el falso lema de un atraco. En cuanto a “El Demente”, es un asiduo lector del apocalipsis, las profecías de Malaquías y los Secretos de Fátima.

 

El otro personaje es el Cardenal Casimiro, huilense de nacimiento, pasando por las diócesis de Montelíbano (Córdoba) y Buga (Valle del Cauca). Célebre por haber contribuido a la logística del Concilio Vaticano II, tenía muchas influencias en el alto círculo de la Santa Sede, ya que hacía las delicias sexuales (en su juventud) con obispos, arzobispos y cardenales. También se le menciona como el gran gestor de la visita de Benedicto a Buga, donde tuvo en su equipo de trabajo a Martín, Rogelio y “El Demente”. Realiza toda clase de trámites (cuando ya es ascendido a Cardenal Primado) para que el Sucesor de Joseph Ratzinger fuese su íntimo amigo, el Cardenal de Toledo (España), luego de la renuncia del alemán. Pero Casimiro pierde la apuesta, y al trono grande llega Pedro II (el papa del final de los tiempos, el Cardenal Viazzo). Por su parte, el último amante que tuvo Casimiro (un Estudiante de Medicina, bugueño y quien luego pasó a especializarse en Cardiología en las Islas Canarias), relata como fue su conocimiento, el amor que se dio entre los dos, las charlas y los ratos de intimidad que tenían; se sentía apoyado. Pero todo terminó muy mal cuando Viazzo desde su Argentina natal y Cardenal. inició la persecución a los aflautados y aberrados, que desesperó a Casimiro y lo llevó a quitarse la vida.

 

Y la tercera parte la componen; las reflexiones que el propio Gardeazabal hace sobre la toma de escribir esta obra, con base en su relación con la iglesia católica, en un país donde la misma ha tenido todo el poder para hacer lo que se le dé la gana; unas veces para beneficio y otras para maleficio de la comunidad. Se sabe muy bien que entre iglesias y sotanas, ha habido una tormenta de pasiones, entre hombres, de hombres y para hombres; como en cualquier parte del mundo; que no se puede tapar el sol con las manos. Que a todos los hombres, sus partes nobles se alertan ante cada situación tentadora y que la virginidad es solo un mito, con todo respeto. La otra parte son las cartas del Padre Efraín, conservador hasta los tuétanos, de los que creen que aún hay ángeles, que la fé católica va por encima de todo, y no se puede cuestionar a la iglesia ni a sus sacerdotes (así haya unas plaguitas llenas de todo virus). Lo mejor, la respuesta que le da Gardeazabal, a la iglesia también se le puede cuestionar.

 

PD: También vale la pena leer “La Misa de Gardeazabal, ¿genialidad o blasfemia?”, cuyo autor es Joan Manuel Largo, y es un análisis de la obra del tulueño.

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