martes, 17 de septiembre de 2024

GOLPE CON GOLPE

 

Muchos Líderes y Gobernantes en el mundo, desde la edad media, han vivido con el cuento (en unos casos cierto y en otros, una falsedad descarada), sobre un supuesto golpe (blando o duro) de estado para mandarlos al carajo, incluso, con un atentado contra sus respectivas vidas. Enrique VIII se casó ocho veces y todas sus esposas tuvieron acusaciones sin fundamento sobre supuestos golpes de estado, Adolfo Hitler (quien sufrió un atentado el 20 de julio de 1944) también hablaba en teorías similares hasta que se suicidó, ni hablar de las famosas purgas de Joseph Stalin y Mao Tse Tong. En el presente siglo, Donald Trump como perdió en las elecciones de 2020, armó todo un escándalo (con lágrimas falsas incluidas) sobre el robo a elecciones y trató de hacerse un autogolpe de estado en donde casi queman el Capitolio en Washington DC (probablemente, haga algo similar en su posible derrota frente a Kamala Harris), Jair Bolsonaro también hizo teorías conspirativas que trataron de tumbar al recién posesionado Luiz Ignacio Lula da Silva el ocho de enero del año anterior, a Bernardo Arévalo en Guatemala casi no lo dejan subir al poder con una serie de artimañas generadas en el Congreso, a Isabelita Martínez la tumbaron y la encanaron, ni hablar de Salvador Allende. Pero el caso de la presente columna se considera patético.

 

En Colombia, donde no hay una tradición golpista (a diferencia de otros países de la región), es difícil que se dé un caso de estos. Incluso, en la Comisión de Absoluciones, perdón, Acusaciones, de la Cámara de Representantes, les han abierto procesos a todos los presidentes habidos y por haber, sin que se haya presentado hasta el momento, una destitución. Pero el Señor Gustavo Francisco Petro Urrego parece querer que todo el mundo le aplaude las cosas buenas y malas a la fuerza (en su gobierno han sido más las malas que las buenas), y de ahí que si se le hace una crítica constructiva a su desempeño en la Casa de Nariño, ya grite a los cuatro vientos que lo quieren tumbar (hasta con atentado incluido), que es una víctima del sistema, que el Estado es peligroso, y que la paz no es la solución, en unos delirios de grandeza inaceptables. Toca recordarle que ganó en segunda vuelta la presidencia con la más baja diferencia que se ha dado en el presente siglo (700 mil votos) frente a Rodolfo Hernández (qepd), luego su deber era llamar al diálogo a los diversos sectores políticos del país.

 

¿Lo ha hecho? No ha querido hacerlo. Al contrario, le ha declarado la guerra a muerte a las Administraciones Locales que no son afines con su ideología, ha tratado de aislar al país del entorno internacional, rompiendo relaciones diplomáticas con Israel (puede ser noble la causa Palestina, pero hay que ser prudentes) y cazando peleas con un par de chiflados; Javier Milei y Nayib Bukele. Ha sacado literalmente a las patadas, a los funcionarios del gobierno que se consideran de ideología de centro y abiertos al diálogo, caso Alejandro Gaviria y Cecilia López, y se ha quedado con gente que fomente la intolerancia y la violencia política (Gustavo Bolívar, Cesar Pachón, Cielo Rusinque, Daniel Rojas). Está bien que sea de izquierda, y su llegada se vio posiblemente como una alternativa, pero ha resultado ser tan intolerante y agresiva como la mortal Seguridad Democrática de Álvaro Uribe Vélez. Gustavo Francisco grita todos los días por un diálogo nacional, que lo escuchen, que le ayuden, pero luego toma una actitud de Napoleón Bonaparte y Nerón (quien mandó incendiar a Roma) y manda acabar con medio país de un plumazo, insulta a Raimundo y todo el mundo, incita a una violencia contra un país.

 

Sus actuales ministros y embajadores, tal vez en un esfuerzo por quedar bien y no ser sacados de sus puestos, les hacen eco a sus falsas acusaciones de Golpe de Estado. Un ejemplo fue el discurso del Embajador de Colombia ante la OEA, Luis Ernesto Vargas, donde manifestó lo siguiente (El Tiempo): “Una preocupación legítima que nos agobia, porque está en riesgo nuestra estabilidad democrática. Se trata de una serie de acciones sistemáticas encaminadas a derrocar al presidente Gustavo Petro y silenciar la expresión libre y digna de la voluntad del pueblo colombiano”. Todo parte de una investigación que está haciendo el Consejo Nacional Electoral (si bien es cierto que allá trabajan seres no muy aptos para el Estado como Álvaro Hernán Prada), es una entidad que merece todo el respeto; sobre problemas en la financiación de la Campaña Presidencial que llevó a Gustavo Francisco al Solio de Bolívar en 2022. Petro se ha dedicado a mentir a los cuatro vientos sobre el supuesto plan para dejarlo sin chanfaina; pero se le olvida un detalle; el único ente que puede definir su situación actual es la Comisión de Absoluciones, perdón, Acusaciones de la Cámara de Representantes. Que deja la Paranoia.

 

PD: sobre el caso Pegasus, el Presidente debería llevar este caso ante instancias de justicia, tanto nacionales como internacionales, algo que no ha querido hacer.

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