Cuando las noticias
positivas se caracterizan por su ausencia del Panorama Nacional y todo se ve
envuelto en decepciones, peleas, fake news y politiquería a la lata, un
hecho bueno resuena entre todo lo que haya, como si fuese una voz de aliento
para sobrevivir a esta debacle colombiana. En días pasados fue aprobada por
el Congreso de la República y promulgada por el Ejecutivo, la Ley 2450 de 2025,
cuyo título es el siguiente: “Por medio del cual se establecen los objetivos, los
lineamientos y se establecen las responsabilidades y las competencias
específicas de los entes territoriales, autoridades ambientales y de policía
para la formulación de una política de calidad acústica para el país (Ley
contra el ruido)”. Ya
se puede tener mecanismos suficientes para controlar la contaminación sonora
que circunda a lo largo y ancho de este país del sagrado corazón de Jesús,
ponerle un tatequieto a los vecinos escandalosos y petulantes que gustan de la
intolerancia, así como de los establecimientos comerciales que hacen más bulla
para llamar la atención; incluso, para el Desgobierno Benedetti – Montealegre –
Petro que últimamente ha estado presionado desde la Plaza Pública (con toda la
contaminación auditiva que genera sin aportar nada positivo), para que le
convoquen una Asamblea Constituyente para que se eternice en el poder su mal
llamado ”Proyecto Político”.
El objeto de esta Ley 2450 se encuentra
definido de la siguiente manera: “Definir los objetivos y lineamientos para
el diagnóstico, evaluación y gestión de la calidad acústica en el país y
establece las responsabilidades de las entidades del orden nacional y
territorial”. Lo anterior sirve para establecer la reglamentación
correspondiente al ruido, formular políticas de calidad acústica, formas de
medición correspondientes, y por ende, generar la normatividad para que no se
siga generando la contaminación acústica, ni se intervenga negativamente en la
calidad de vida de la comunidad circundante. No se puede seguir soportando
el ruido bestial generado por lugares de rumba, iglesias de varias confesiones,
discursos y eventos politiqueros, vecinos despechados y/o muy alegres,
industrias que no tienen Conciencia Ambiental, entre otros. Se debe tener un
respeto mínimo por la Convivencia Común, hacer del entorno un motivo agradable
para que se respeten a todos los seres vivientes (humanos, animales, plantas),
una cosa es emitir los sonidos naturales y otra es destrozar el entorno a punta
de gritos, pitos, escándalos la zona donde se desarrolla el transcurrir de una
comunidad, contundente y sencillo. No solo está contribuyendo al deterioro de
la salud física, también la mental.
Otro de los aspectos fundamentales de
este Acto Legislativo (aún pendiente del examen en la Corte Constitucional), es
su enfoque basado en derechos: “El desarrollo regulatorio, las políticas,
planes de acción y actuaciones de las autoridades tendrán como objetivo
principal garantizar la mayor eficacia y realización de los derechos
fundamentales, colectivos y demás bienes jurídicos que se puedan ver vulnerados
o amenazados por las afectaciones e impactos a la salud, al ambiente, a la
convivencia y al entorno ocupacional asociados a la contaminación acústica o
los ruidos que afecten la tranquilidad”. Colombia siempre ha sido un
Estado donde para hablar se tiene que gritar y para hacerse notar hay que hacer
cualquier cosa, legal o ilegal, donde quien habla más fuerte es quien tiene más
poder, no se respeta la naturaleza (caso Alborada Antioqueña, Navidad y Año
Nuevo), las ceremonias de Semana Santa parecen un concierto de Parranda Santa
irrespetando a quienes no están de acuerdo, los micrófonos se encuentran a
máximo volumen para permitir a quienes dicen cuanta barbaridad por ahí, hagan
eco de sus bestialidades contribuyendo a la intolerancia y la violencia, se
podría decir figuradamente, que Macondo es un país de sordos y gritones.
El equipo legislativo que promovió esta
Ley Positiva se encuentra liderado por el Representante a la Cámara, Daniel
Carvalho (Movimiento Verde Oxígeno), así como Julia Miranda (Nuevo Liberalismo)
y Jennifer Pedraza (Centro Esperanza). En los apartes que se puede leer del
trabajo desarrollado en el Capitolio Nacional, se puede leer lo siguiente
(página web de Daniel Carvalho): “Este proyecto de ley pretende desarrollar
estrategias para el fortalecimiento de las capacidades institucionales y
ciudadanas para la gestión integral del ruido y una armonización y
actualización normativa. La construcción del proyecto de ley fue participativo,
en donde se escuchó a diferentes autoridades ambientales, academia, afectados
por el ruido, sector privado y organizaciones ambientales”. Y las
siguientes son las palabras expresadas por el Representante Carvalho: “este
(el ruido) es un fenómeno que tiene implicaciones en la salud física y mental,
en la convivencia y en los ecosistemas; además la actual normativa es dispersa
y dificulta que los ciudadanos y autoridades puedan resolver esta problemática
de manera integral”. Eso sí, serán un gran reto su aplicación, porque no
faltarán quienes consideren que esto es un tema menor, así como los “avivatos”
que querrán aplicar “hecha la ley, hecha la trampa”. Pero es algo positivo
que se vuelva a tener Conciencia Ambiental.