Es
cierto que para que un país progrese, debe haber total armonía entre los
gobiernos nacionales y locales, pero se requiere que se respeten los
trabajos que se están llevando a cabo, se piense en la comunidad y no en
intereses particulares, ni egos ni rabias personales. Por lo anterior, no
se pueden permitir voces separatistas irresponsables ni rencores personales que
den al traste con lo poco que se ha logrado y mucho menos, declararles la
guerra absurda a administraciones locales. Hay compromisos, que independiente
de estar de acuerdo o no con los mismos, se deben cumplir para evitarle un
sinnúmero de problemas económicos y jurídicos al país y a las regiones; habrá
diferencias si, pero no se puede admitir que las mismas conduzcan a un teléfono
roto o una debacle en una región que más tarde se podría extender a toda la
nación. Miren el ejemplo de Hidroituango, cuando el actual Gobierno Nacional
estaba en campaña política, lo usó con propósitos políticos (para destruir una
candidatura que no tenía al parecer, mayores chances de lograr algo), pero que
al llegar a la Casa de Nariño, se ha dado cuenta de que la situación no es para hacer oportunismos, sino que se
debe mirar de una manera técnica, económica y responsable, así al Alcalde de
Medellín le parezca escandaloso, ya la pelea entre el Gobierno Local y el
Nacional se viene.
El
caso de la presente columna se refiere a los últimos acontecimientos que han
tensionado las relaciones entre la Administración Nacional de Gustavo Petro y
la Distrital de Claudia López. Son dos temperamentos fuertes y polémicos que
sin lugar a dudas han tenido, tienen y seguirán teniendo diferencias que pueden
generar una gran polémica, dado el carácter de ambas personas. Puede que todo
se haya iniciado porque cuando Petro fue Alcalde y le llegó la destitución por
parte del Inquisidor, perdón, Procurador en ese entonces, Alejandro Ordoñez,
muchos líderes políticos y de opinión acompañaron al Ego de la Bogotá Humana
(aunque del adjetivo tuvo muy poco), no estuvo presente Claudia. También dicen
que en las lides petristas aún no se acepta a las personas de la comunidad
LGBTIQ, como en el caso de la actual Alcaldesa. También es un hecho definitivo
que la Alianza Verde (movimiento al que pertenece Claudia) apoyó a Sergio
Fajardo en su aspiración presidencial de 2018, que hubo muchos desencuentros
cuando la pandemia, incluso, se rumora, un posible apoyo a una revocatoria
fallida contra la Alcaldesa.
Pero
hay dos hechos notables que le han dado pantalla a estas diferencias, que es
lógico tenerlas, pero que se deben llevar con calma, y evitar problemas para el
país, y garantizar el buen funcionamiento de las administraciones, sobre todo
garantizar el trabajo de las locales. Empezando por la Bogotá Región
Metropolitana, un proyecto que pese a ser Ley Nacional desde hace muchos años,
ha tenido problemas para su discusión, aprobación y puesta en marcha, donde se
darían más herramientas de trabajo para proyectos que favorecerían no solo a
Bogotá Distrito Capital, sino al Departamento de Cundinamarca (donde la
izquierda no ha podido llegar con suficiente capital electoral, de ahí puede
ser cierta animadversión, ¿cierto concejal José Cuesta?). En plena discusión en
el Cabildo Distrital, donde hubo más recusaciones que argumentos, llegó una
carta de la Ministra de Ambiente, Susana Muhamad (antigua Concejal de Bogotá),
quien manifestó su oposición al proyecto bajo unos extraños argumentos de
consultas populares, así como unas posibles intromisiones de tierreros (que aún
la justicia está estudiando), que se aumentaría la carga tributaria al
Distrito. Pero le salió mal porque este Proyecto de Acuerdo ya fue aprobado en
el ente legislativo de Bogotá y en la Asamblea de Cundinamarca, ahora el turno
es para los municipios circunvecinos.
La
otra polémica gira alrededor del Metro de Bogotá, que lleva casi 70 años de
estudios y solo uno de construcción. Cuando Gustavo Petro fue Alcalde,
supuestamente propuso un metro subterráneo (dicen que con estudios y planos),
recibió el cheque del Gobierno Nacional (Juan Manuel Santos) para su
desarrollo, pero se quedó dormido, no volvió a decir nada del mismo, dándole
el papayazo a Enrique Peñalosa para que lo mandase al carajo y propusiese el
metro elevado, que en planos da susto, porque parece tapar la luz del día a
varias edificaciones aledañas. Pero tuvo el suficiente apoyo legal para
imponerse y hacer que Claudia como Alcaldesa lo tuviese que firmar y empezar a
construir. En una reunión con el Consorcio Chino encargado del proyecto, el
Presidente Petro propuso hacer unos ajustes para hacerlo subterráneo por la
Avenida Caracas; dicen que habrá una respuesta definitiva el próximo ocho de
enero del año entrante, pero ya se vendría una negativa del consorcio, por
todas las implicaciones legales y económicas que tendrá, además de que ya a la
gente no le importa si el metro es subterráneo, elevado, aéreo o marítimo, sino
que empiece a funcionar en el menor tiempo posible. Por lo anterior, hay
que decir “Ojo Claudia”, cualquier reunión o documento de acuerdo con el
Gobierno Petro, hay que tenerlo presente para que no haya más contravenciones.
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