martes, 1 de noviembre de 2022

O BRASIL

El país donde Doña Flor puede salir a pasear con Teodoro y Vadinho a sus dos lados, sin que nadie la cuestione; donde pueden convivir el futbol picaresco y bonito de Río de Janeiro con el carrasposo de Porto Alegre, de donde surgió la Teoría de la Liberación, con la concentración de selva más grande del mundo, donde la ambigüedad sexual se puede expresar con cierta libertad, tuvo una jornada electoral muy apretada el domingo pasado, con un resultado que solo se vino a definir en las horas de la noche, donde Luiz Ignacio Lula da Silva (sin ser el candidato ideal) regresó a la Presidencia, derrotando al intolerante y guache Jair Mesías Bolsonaro. Y si bien es una noticia afortunada la salida de la extrema derecha de Planalto (hasta el Centro Democrático de Colombia se ve moderado frente a esta opción), también es cierto que Lula (a diferencia de Petro), llega al máximo cargo con un Enemigo Interno conocido por todos; Bolsonaro y su corte de Militares Golpistas con un Séquito de Politiquería arribista y chambona, de donde le harán una oposición sectaria y peligrosa; y la mejor opción para el gobierno recién electo es la cooperación internacional para evitar una situación bien complicada, no solo en Brasil, sino en toda Latinoamérica.

 

¿Qué se puede esperar del gobierno entrante de Lula? sin lugar a dudas y como lo expresó de primera mano luego de conocer su victoria, el diálogo será el eje de su cuatrienio, para no solo calmar la situación interna, sino recuperar ese liderazgo internacional que obtuvo en la primera década del presente siglo, reduciendo a casi la mitad los niveles de pobreza (aclarando, también mencionando los gobiernos de Dilma Rousseff). Lula es un viejo zorro de la política, desde sus inicios como Sindicalista y luego en el Partido de los Trabajadores (que no se encuentra en su mejor momento); ha estado a la altura de grandes líderes mundiales, no le comió cuento a Chávez (mucho menos a Uribe), llevó a su país el Campeonato Mundial de Futbol en 2014 y los Juegos Olímpicos de 2016 celebrados en Río de Janeiro. Luego de dejar la presidencia en 2011, le tocó sortear unos retos duros como los problemas de Odebrecht, que incluso lo llevaron a pasar una amarga temporada en la guandoca, pero de la que salió en 2018 para volver a la política y llegar a una tercera presidencia brasileña, un lujo que no se ha podido dar alguien en la región desde hace más de 40 años, sin que se le haya comprobado cosas raras.

 

¿Cuáles serán los retos principales de Lula? el primero, recomponer el Partido de los Trabajadores, al que le fue muy mal en las elecciones legislativas y locales, lo que marcará el destino del gigante suramericano entre 2023 y 2027; ahí deberá haber diálogo constante con todos los estamentos políticos, incluyendo los de extrema derecha para que se recupere el camino perdido en las locuras de Jair Mesías. No se podrá recurrir a la demagogia de extrema izquierda, como varios quisieran, sino que tendrá que moderarse hacia el centro, esperando que, con su liderazgo, Lula pueda convencer a unos vecinos (Fernández en Argentina, Arce en Bolivia, Petro en Colombia, Boric en Chile, AMLO en México y Castillo en Perú), para que se forme un bloque que pueda confrontar las grandes presiones que vendrán de EEUU, Unión Europea y China. Eso sí, Luiz Ignacio deberá mostrar una posición dura y firme en contra de las dictaduras que aún persisten en la región (Cuba (aunque se puede flexibilizar en este caso), Nicaragua y Venezuela). El otro reto sin lugar a dudas será una derecha sectaria que le tocará como oposición, con mayorías en congresos y cargos ejecutivos locales, que se harán sentir, y donde lo más probable, será que Bolsonaro quiera lanzarse de nuevo en 2026.

 

La gran esperanza que tiene el mundo es que la Amazonía podrá tener un respiro, ya que se espera se reduzcan los altos niveles de deforestación que llegaron en 2019, con el chiflado del bisoñé. Y como no es solo asunto de Brasil, se tendrá que recurrir a la cooperación internacional, donde Colombia deberá tener un rol internacional, eso sí, trabajando de la mano, donde no se podrá imponer el concepto de energías limpias con la retirada inmediata de las energías fósiles (¿cierto Gustavo Francisco?) ni con decrecimientos estilo Irene. Aquí hay un objetivo fundamental: salvar la cuenca del río Amazonas, la más grande del mundo, que comprende a ocho países en la región. Una ventaja que podría tenerse es que en el Estado del Amazonas (y su capital Manaos), aún la izquierda brasileña tiene poder, y entre sus principales objetivos, está el trabajar por esta causa ambiental y sostenible. Por todo lo anterior y que una posible ayuda de Lula en la posible Paz Total (sin pedirle permiso a Iván Márquez), se hace necesario tener como un principal socio para Colombia, al país de la Mandioca.


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