El
país donde Doña Flor puede salir a pasear con Teodoro y Vadinho a sus dos
lados, sin que nadie la cuestione; donde pueden convivir el futbol picaresco y
bonito de Río de Janeiro con el carrasposo de Porto Alegre, de donde surgió la
Teoría de la Liberación, con la concentración de selva más grande del mundo,
donde la ambigüedad sexual se puede expresar con cierta libertad, tuvo una
jornada electoral muy apretada el domingo pasado, con un resultado que solo se
vino a definir en las horas de la noche, donde Luiz Ignacio Lula da Silva (sin
ser el candidato ideal) regresó a la Presidencia, derrotando al intolerante y
guache Jair Mesías Bolsonaro. Y si bien es una noticia afortunada la salida
de la extrema derecha de Planalto (hasta el Centro Democrático de Colombia se
ve moderado frente a esta opción), también es cierto que Lula (a diferencia de
Petro), llega al máximo cargo con un Enemigo Interno conocido por todos;
Bolsonaro y su corte de Militares Golpistas con un Séquito de Politiquería
arribista y chambona, de donde le harán una oposición sectaria y peligrosa; y
la mejor opción para el gobierno recién electo es la cooperación internacional
para evitar una situación bien complicada, no solo en Brasil, sino en toda
Latinoamérica.
¿Qué
se puede esperar del gobierno entrante de Lula? sin lugar a dudas y como lo
expresó de primera mano luego de conocer su victoria, el diálogo será el eje de
su cuatrienio, para no solo calmar la situación interna, sino recuperar ese
liderazgo internacional que obtuvo en la primera década del presente siglo,
reduciendo a casi la mitad los niveles de pobreza (aclarando, también
mencionando los gobiernos de Dilma Rousseff). Lula es un viejo zorro de la
política, desde sus inicios como Sindicalista y luego en el Partido de los
Trabajadores (que no se encuentra en su mejor momento); ha estado a la altura
de grandes líderes mundiales, no le comió cuento a Chávez (mucho menos a
Uribe), llevó a su país el Campeonato Mundial de Futbol en 2014 y los Juegos
Olímpicos de 2016 celebrados en Río de Janeiro. Luego de dejar la presidencia
en 2011, le tocó sortear unos retos duros como los problemas de Odebrecht, que incluso
lo llevaron a pasar una amarga temporada en la guandoca, pero de la que salió
en 2018 para volver a la política y llegar a una tercera presidencia brasileña,
un lujo que no se ha podido dar alguien en la región desde hace más de 40 años,
sin que se le haya comprobado cosas raras.
¿Cuáles
serán los retos principales de Lula? el primero, recomponer el Partido de los
Trabajadores, al que le fue muy mal en las elecciones legislativas y locales,
lo que marcará el destino del gigante suramericano entre 2023 y 2027; ahí
deberá haber diálogo constante con todos los estamentos políticos, incluyendo
los de extrema derecha para que se recupere el camino perdido en las locuras de
Jair Mesías. No se podrá recurrir a la demagogia de extrema izquierda, como
varios quisieran, sino que tendrá que moderarse hacia el centro, esperando que,
con su liderazgo, Lula pueda convencer a unos vecinos (Fernández en Argentina,
Arce en Bolivia, Petro en Colombia, Boric en Chile, AMLO en México y Castillo
en Perú), para que se forme un bloque que pueda confrontar las grandes
presiones que vendrán de EEUU, Unión Europea y China. Eso sí, Luiz Ignacio
deberá mostrar una posición dura y firme en contra de las dictaduras que aún
persisten en la región (Cuba (aunque se puede flexibilizar en este caso),
Nicaragua y Venezuela). El otro reto sin lugar a dudas será una derecha
sectaria que le tocará como oposición, con mayorías en congresos y cargos
ejecutivos locales, que se harán sentir, y donde lo más probable, será que
Bolsonaro quiera lanzarse de nuevo en 2026.
La
gran esperanza que tiene el mundo es que la Amazonía podrá tener un respiro, ya
que se espera se reduzcan los altos niveles de deforestación que llegaron en
2019, con el chiflado del bisoñé. Y como no es solo asunto de Brasil, se
tendrá que recurrir a la cooperación internacional, donde Colombia deberá tener
un rol internacional, eso sí, trabajando de la mano, donde no se podrá imponer
el concepto de energías limpias con la retirada inmediata de las energías
fósiles (¿cierto Gustavo Francisco?) ni con decrecimientos estilo Irene. Aquí
hay un objetivo fundamental: salvar la cuenca del río Amazonas, la más grande
del mundo, que comprende a ocho países en la región. Una ventaja que podría
tenerse es que en el Estado del Amazonas (y su capital Manaos), aún la
izquierda brasileña tiene poder, y entre sus principales objetivos, está el
trabajar por esta causa ambiental y sostenible. Por todo lo anterior y que una
posible ayuda de Lula en la posible Paz Total (sin pedirle permiso a Iván Márquez),
se hace necesario tener como un principal socio para Colombia, al país de la
Mandioca.
No hay comentarios:
Publicar un comentario