La Paz, que se suponía era el tema principal de la
llegada a la presidencia de Gustavo Petro, se ha transformado en su peor
pesadilla, se le salió de las manos y no tiene nada que mostrar; hoy en día
se está viviendo una guerra total, donde también contribuyó el gobierno
(desgobierno) de Iván Duque, ya que ninguno de los dos le ha apostado a la
implementación del Acuerdo de Paz vigente entre el Estado Colombiano (suscrito
en el Gobierno de Juan Manuel Santos) y la antigua guerrilla de las Farc, este
acuerdo si es de verdad. Ni disidencias ni elenos ni demás se han querido unir
al cese de fuego propuesto, porque primero el gobierno actual no genera ningún
tipo de confianza, por la metida de pata del decreto del cese al fuego
multilateral del 31 de diciembre del año pasado, además que en cierto sector de
la coalición de gobierno quieren volver trizas (al igual que el fhüribismo) el
Acuerdo Vigente para que supuestamente le den un premio nobel de paz al mismo
Petro, para satisfacer su ego. Los secuestros han aumentado, las voladuras de
infraestructura y autos de transporte se ven por todas partes, combates por
doquier que han hecho desplazar a la población más pobre del país.
Empezando por las Disidencias de la antigua guerrilla de
las Farc, bien sea la asquerosa Segunda Marquetalia dirigida por el
resentido Iván Márquez, quien ya ni suena ni truena; así como el falso
Estado Mayor Central que sigue las órdenes del bandido conocido con el alias
“Iván Mordisco”, quienes si le están dando un golpe blando (que en cualquier
momento puede pasar a duro y definitivo) al gobierno Petro, ojo. A los
compinches de “Iván Mordisco” se les ha visto inaugurando obras en zonas
rurales de Cauca y Nariño, así como asusando a la población a desterrar la
presencia de las Fuerzas Militares en ciertas zonas, bajo la disculpa de que
están haciendo daño, ¿daño de qué? Y para rematar, decidieron suspender los
diálogos bajo la siguiente disculpa de “Iván Mordisco” (Infobae): “El
incumplimiento ha sido total, se sigue privilegiando la visión militarista
sobre la intervención social, los militares deberían salir de las zonas como
fue el compromiso. Sin embargo, la respuesta ha sido incrementar el pie de
fuerza, copando todos los espacios que las partes nos comprometimos a desocupar”. Se
quejan de la posición blandengue del actual gobierno frente al orden público, y
encima, se les sale a deber. Cínicos, y tiene razón el Senador Humberto de
la Calle, cero diálogos con ellos, solo sometimiento.
Con
los elenos también hay una situación problemática. No quieren dejar el
secuestro como fuente de financiación, alegando una supuesta pobreza
franciscana, además de la prepotencia de sus jefes, encabezados por el
cagaseco, pipiloco, y culichupado (como diría el Mago Kandú) alias “Antonio
García”; toca recordar que este grupo guerrillero es muy afín al
anticolombianismo de Diosdado Cabello (número dos del régimen venezolano) y
Vladimir Padrino (Ministro de Defensa del mismo país). El caso de los padres
del futbolista Luis Díaz es la prueba más diciente, dos semanas de drama y rogarles
a esos forajidos para que liberaran al papá (la mamá fue liberada unas horas
después del secuestro del pasado 28 de octubre). Basta con recordar que el
secuestro se dio en el municipio de Barrancas (Guajira, departamento fronterizo
con Venezuela), y de milagro, no se los llevaron al país vecino, porque ahí si
no se habría vuelto a saber de ninguno de los dos. Y la respuesta del
gobierno Petro, frente a ambos casos, fue tibia, ingenua y hecha bajo la presión
de la gente y los medios de comunicación. Así es muy difícil confiar en estas
búsquedas de paz, y queda pedir la salida del Alto Comisionado, Danilo Rueda,
quien resultó muy blandito.
No se
sabe nada de los supuestos diálogos con los AGC (quienes siguen cobrando
extorsiones) ni demás pestes ilegales. Todo el mundo quiere que haya paz, pero
también se debe tener conciencia de que, si los diálogos no son sólidos, habrá
que ir a las herramientas militares, como lo manda la constitución, pero como
las fuerzas están desmoralizadas, en parte por el desdén del gobierno Petro
frente a las mismas. Es más, el mismo gobierno no ha demostrado mayor
voluntad de paz frente al gran diálogo nacional que propone, pero que solo le
sirve de mermelada para que les digan sí a sus proyectos nefastos de reforma a
la salud, así como pensiones y laboral. Otro ejemplo, la guerra que le ha
declarado a Bogotá y su administración actual con el tema de la primera línea
del metro; el cual no es el original que propusieron y abandonaron en la
Alcaldía Petro en 2015, que era totalmente subterránea. Luego vino el triunfo
de la primera línea elevada, pero Petro propone una línea semisubterránea, sin
estudios ni planos para ver su viabilidad, solo quiere satisfacer su egolatría.
Así, dan ganas de pedir su renuncia.
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