Para hacer una guerra se requieren dos o más, en este
caso hay por lo menos ocho gobiernos en un conflicto que lleva miles de años y
que podría prolongarse, incluso, llegar a estos lares, por cuanto no solo se
trata de un asunto militar, también político y religioso. Durante muchos
años, los judíos emigraron de Israel hacia Europa en donde hicieron grandes
imperios económicos, pero llegó Hitler y su codicia lo que no solo casi los
extermina, sino que los hizo salir hacia muchas partes del mundo, pero también
regresar a la tierra de sus antepasados, donde ya estaba asentada Palestina, a
la espera de un reconocimiento como nación, algo que, hasta la fecha de hoy, no
ha llegado. Empezó una guerra cruel en dichos territorios, que ni siquiera se
acabó con el surgimiento del Estado Israelí en 1948 (aparentemente, la
democracia más libre del Medio Oriente, pero que se desmiente con lo que han
hecho la mayoría de sus gobiernos, de extrema derecha). Incluso, el Gran Nasser
intentó dominar el estado israelí con la guerra de los seis días en 1967, pero
la derrota le costó caro, ese liderazgo que había adquirido en la región.
Después vino la Guerra de Yomkipur en 1973 contra Siria principalmente, que, si
bien Israel la volvió a ganar, la duración más larga de la misma y el número de
víctimas, hizo caer a la Primera Ministra Golda Meir.
Pero las cosas no pararon ahí, cuando Ronald Reagan
(Presidente de Estados Unidos) y Ariel Sharon (Militar y Primer Ministro de
Israel) vendieron como una misión salvadora la invasión de Líbano en 1982 (de
por sí, desangrándose en una guerra civil), empeoraron las cosas, incluso, con
las masacres de Habra y Shatila, así como un terrible atentado terrorista
contra una base norteamericana e israelí, con un camión bomba que dejó casi
trescientos muertos. En 1990 se logró calmar la situación en el país del cedro,
pero que durante años ha tenido que soportar pequeñas pero dolorosas pruebas
como la invasión corta israelí en 2006, cuando terroristas de extremismo
musulmán secuestraron a un soldado israelí. Luego llegó la persecución absurda
contra los palestinos (musulmanes y católicos), quitándoles los terrenos (como
paramilitares de por aquí), cerrándoles el acceso a servicios básicos como el
agua, persiguiendo jóvenes de Gaza y Cisjordania por el solo hecho de no ser
judíos; ahora, los terroristas de Hamas y Hezbollah no se han quedado atrás en
atrocidades cometidas en la región, ellos también son parte del problema.
¿Intentos de pacificación de la región? Los ha habido,
sin mayores resultados; en 1992 se programaron unos diálogos de paz en España,
entre Israelíes y Palestinos, donde no solo hubo muchas diferencias, sino que
se desafiaron las partes a mostrar cual había echado más bala. Pero llegó el
Acuerdo de Washington en 1993, con el abrazo fraterno y aparente entre Yaser
Arafat (Jefe de la Organización para la Liberación de Palestina) y Yitzhak
Rabin (Primer Ministro de Israel en ese entonces). Lo que parecía ser una
solución definitiva, fracasó, a Rabin lo mataron con un tiro en la cabeza un
extremista judío en 1995, frente a la pasividad de su cuerpo de seguridad así
como la conmoción del mundo frente a este crimen que tuvo transmisión por
televisión. Arafat, quien durante muchos años fue considerado el terrorista más
peligroso del mundo, murió diez años después de cáncer (aunque hubo varias
teorías sobre un envenenamiento con sustancias radioactivas). Después los
intentos de diálogos prácticamente han desaparecido del panorama internacional
y la situación, los cohetes y bombardeos resuenan todos los días, y lo que
parecía ser uno de los sistemas de seguridad más fuertes del mundo, tambaleó en
días pasados, el de Israel.
El pasado siete de octubre, terroristas del grupo Hamas
saltaron sin problemas el límite entre la Franja de Gaza y el territorio
israelí, se llevaron por delante un concierto de música electrónica por la paz,
donde asesinaron a cientos de asistentes, que nada tenían que ver con la
violencia; luego llegaron a varios kibutz donde asesinaron y secuestraron todo
tipo de gente, sin importar su nacionalidad (porque entre las víctimas se
encuentran palestinos), sexo, raza, edad, clase social; la operación tuvo visos
de tierra arrasada, hizo recordar los nefastos días en guerra de Vietnam. Pero
la respuesta del Gobierno Israelí (en manos del polémico y medio bandido Benjamín
Netanyahu, a quien le estaban preparando un juicio por corrupción comprobada),
fue convocar un gobierno de unidad nacional para acabar y hacer falsos
positivos con los palestinos, bajo la terrible premisa de “todo ciudadano
palestino es terrorista hasta que demuestre lo contrario” y “no estaban
recogiendo café”, ideó una respuesta desproporcionada hacia Gaza, en donde
ya han bombardeado hospitales repletos de civiles, han destruido viviendas, han
cortado servicios públicos, haciendo de la región un cementerio en vida; donde
se generó un conflicto que va para largo, que ya está tomando las dimensiones
de la invasión de Rusia a Ucrania, y que de no ponerle atención, llevará plomo
al mundo entero.
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