Definitivamente, los casos de tumbis a las PYMES son el
pan diario en Colombia. No solo porque no tienen los suficientes medios para
defenderse, también por el poco conocimiento que tienen sus directivos sobre
este tipo de casos, de ahí a que sean blanco fácil de ciertas serpientes que
hay en las grandes empresas. En los campos de trabajo, las PYMES son las
encargadas de hacer los trabajos más duros y los menos remunerados, actúan bajo
la lente cínica e injusta de Grandes Empresarios que acuden al todo vale y al
engaño, esperando a ver si les dan papaya, para hacer de las suyas y reírse
mientras se “rascan las dulzainas en sus poltronas, con los pies recostados en
el escritorio”. Los ejemplos más famosos se dan dentro de los campos de la
infraestructura y las energías fósiles, donde la poca información concertada
con la comunidad, deja el boquete abierto a este tipo de injusticias, donde se
contrata gente de la región del trabajo, a salarios bajos, con altas jornadas
laborales y una presión infame sobre que en cualquier momento, les pueden
cancelar el contrato laboral, y si alguien se atreve a cuestionar algo, será
objetivo de un boicot en todo el ramo. Mientras tanto, las autoridades
principales se quedan dormidas.
El caso que ocupa la presente columna son unas PYMES que
sirvieron para hacer los trabajos más difíciles y malos pagos (en la mayoría de
los casos, ni les pagaron) en los pozos a cargo de Canacol (una multinacional
petrolera que se las da de falsa benefactora), quien contrató a una Empresa de
Servicios para Petroleras llamada Petropolar Sucursal Colombia, quien se
encargó de subcontratar a las PYMES que se encontraban presentes en las zonas
de trabajo en pozo en los departamentos de Córdoba, Sucre y Magdalena, en el
norte colombiano. Esto puede tener algo de normalidad, pero por detalles que
se verán más adelante, se podrá observar que lo ocurrido fue una estafa
miserable contra gente honesta y oriunda de la zona de trabajo, que tan solo
querían generar fuentes de empleo para los nativos, a ver si se les mejoraba su
situación. Mucha gente dirá que Canacol no tiene ninguna responsabilidad,
pero hay unos argumentos que podrían demostrar lo contrario, porque al parecer habría
falsificaciones de Certificados Laborales de Petropolar Sucursal Colombia,
empresa que vino a aparecer en el registro de la Cámara de Comercio en 2020, en
plena pandemia cuando toda actividad se encontraba paralizada, y había
confinamiento total.
¿Qué cosas tiene esa tal Petropolar Sucursal Colombia? Toca
leer bien la sentencia de la Abogada de las PYMES estafadas, Constanza
Gonzales, a Caracol Radio: “Nosotros ya dejamos esto en conocimiento
de la Fiscalía porque consideramos que no es posible que una empresa extranjera
como es el caso de CANACOL, venga y ponga a trabajar a las empresas nacionales
y posteriormente utilizando la figura de una empresa de papel, una empresa
fantasma, simplemente se lave las manos, se quede con todo y la empresa fantasma
queda con las deudas y las empresas que prestamos los servicios quedamos con
esas deudas, no solamente frente a nuestros proveedores y más grave, frente a
la DIAN”. Resulta que Petropolar Sucursal Colombia empezó a
incumplir los pagos por concepto de los trabajos realizados en los pozos como
Saxofón – 1, Dividivi – 1, y Clarinete – 8, los cuales finalizaron el año
anterior. Como Petropolar Sucursal Colombia no dio la cara, se hizo la vista
gorda, e incluso, aparecieron de la nada, intimidaciones y amenazas a
directivas y empleados de las PYMES cuando ya denunciaron ante las Autoridades
Judiciales la miserable estafa que les habían hecho. Mientras tanto, ¿qué
rol juega la todopoderosa Canacol aquí? Primero, tiene los Contratos de Asociación
en el campo petrolero.
Segundo,
suscribió un contrato con Petropolar por un valor de 57.5 millones de dólares
para los trabajos, en pesos colombianos 230 mil millones de pesos, y el monto
de las estafas (atracos descarados) a las PYMES, suman 60 mil millones de pesos
aproximadamente, fíjense que había plata suficiente para hacer el cumplimiento
de pagos, que todo el mundo fuese beneficiado y que el gas que se debía
producir ahí lograse suplir la falta del hidrocarburo que padece Colombia, y
que seguro, pondrá a importar más pies cúbicos, y por ende, el valor final del
servicio aumente por las nubes. Ante la infamia ocurrida, Canacol solo atinó
a sacar un comunicado tibio y lavador de manos, donde admiten haber suscrito un
contrato con Petropolar, pero que nada tienen que ver con las PYMES, que es
problema de Petropolar y que les importa un carajo. El asunto no queda
aquí, para aparecer en el Registro de Proveedores, Petropolar llevó papeles a
Canacol donde supuestamente aparecen con activos con valor de 368 millones de
dólares, y demostrando una pequeña experiencia en los años 2017, 2018 y 2019,
antes de registrarse en la Cámara de Comercio de Bogotá; ABSURDO, todo indica
que es una empresa de papel que parecen tener el visto bueno de directivos de
la multinacional canadiense para hacer sus timos. No hay Derecho.
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