En Colombia, al año existen 19 días festivos, que
constituyen un aporte a la vagancia y la pereza, así como un aumento en los
gastos laborales de personas y empresas, que se sienten más en tiempos de
austeridad como ahora. No solo porque la gente ya casi no sale de puente,
también es el espacio propicio para desperdiciar plata sin justa causa, puede
que hayan sido las mejores intenciones para crear la “Ley Emiliani”, pero se ha
podido ver a lo largo de cuarenta años, que ha hecho una huella negativa en la
productividad del país, así como la proliferación de fiestas, ferias y
carnavales locales, han hecho que se vea cada vez menos la gente en dichas
reuniones sociales, porque no hay plata y que pereza los trancones monumentales
(tanto de ida como de regreso, y no se remite exclusivamente a Bogotá). Por lo
anterior, desde la presente columna se quiere poner en debate, la posibilidad
de quitar varios festivos porque no se justifican en un Estado Laico, o
corresponden a acontecimientos locales, o simplemente, ya se encuentran en
vacaciones locales y administrativas (fin de año), es preferible tener pocos
festivos que valgan la pena y sirvan de reflexión, que tener muchos de solo
recocha y escurrirle el bulto a las obligaciones. A continuación va la
propuesta.
Primero, la eliminación del festivo del seis de enero, ya
se festejaron las festividades de final de año y no es que quede mucha plata
para seguir en la juerga, luego no es de importancia dicha fiesta. El 19 de
marzo (Día de San José); ya en vísperas de Semana Santa (y unas veces cayendo
en la misma), no vale la pena tener otro festivo que aumente costos laborales,
ya con jueves y viernes santo es suficiente, junto con las vacaciones escolares
(toda la Semana Santa). Después de Semana Santa, viene el festivo de la
Ascensión del Señor, que no es mayor cosa, no es de los más apetecidos para
viajar y prácticamente a la vuelta de la esquina, están las vacaciones
escolares (entre 30 y 45 días). Cuando llegan las vacaciones de mitad de año
escolares (calendario A, B y C), en plena temporada no se necesitan los días
festivos que existen: Sagrado Corazón de Jesús, Jesucristo Sumo Sacerdote, así
como San Pedro y San Pablo. Están las vacaciones, y que se adelante un día más
el regreso, no sería importante como para asumir las obligaciones. En
agosto, se encuentra la Asunción de la Virgen María, recién llegados de
vacaciones, tampoco vale la pena, no hay plata para fiestas, y apenas, se va
cogiendo ritmo para el segundo semestre laboral y escolar.
Llega el doce de octubre (Descubrimiento de América, Día
de la Raza, Día de Cristóbal Colón); hay una semana de receso escolar y que al
igual que los anteriores, el adelanto del regreso no va a incidir negativamente
en el trabajo que se venga realizando a cabo. Los festivos de noviembre; el
primero de noviembre (Día de Todos los Santos), no vale la pena, ni el once de
noviembre (Independencia de Cartagena). El primer festivo, en un Estado
Laico, no se justifica, y en el segundo, es una fiesta local, no nacional. Llega
el ocho de diciembre (Inmaculada Concepción), sería bueno eliminarla del
calendario vacacional, a ver si se logra reducir la cantidad de quemados con
pólvora. De los 19 festivos que hay en el país, se lograría reducir a ocho:
primero de enero, jueves y viernes santos, primero de mayo, veinte de julio,
siete de agosto y navidad; solo quedarían seis, lo que sería un alivio para la
carga financiera, tanto para empresas particulares como públicas, eso sí, se
reducirían las horas extras laborales, pero también se debe entender que tanto
festivo puede conducir a la reducción de empleos en el país.
Muchos estarán de acuerdo o no, pero si se tiene que
debatir este tema de los festivos. No es cuestión de estigmatizar a nadie de
amigo (a) de la vagancia, pero si se debe contribuir más a la productividad y
la austeridad. En cuanto a celebraciones locales, se podría dar un plazo
sensato para que les den una buena estrategia a sus festividades; acomodarlas a
que vaya de verdad gente a aumentar sus ingresos, bien sea en mitad de año,
semana santa, receso escolar y/o fin de año. Y no olvidar que tanto festivo
deprime, con programación de televisión y radio bien malas, o unos refritos que
ya se muestran pálidos de tanto usarlos (ejemplo, Jesús de Nazaret, en jueves y
viernes santo, ya uno se aburre). En las Economías Desarrolladas, no pululan
tantos festivos al año, como si estuvieran en un carnaval populachero a toda
hora, la gente es consciente de que es bueno tener días de ocio, pero que no
atropellen la productividad. Por lo anterior, es que se pone en la palestra
pública el debate, no sea que llegue el momento en que ya nadie viaje de
puente, porque no hay plata, den pereza los viajes (colas en las salidas
terrestres y aeropuertos), y lo principal; no haya plata.
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