martes, 29 de octubre de 2024

LOS FESTIVOS

 

En Colombia, al año existen 19 días festivos, que constituyen un aporte a la vagancia y la pereza, así como un aumento en los gastos laborales de personas y empresas, que se sienten más en tiempos de austeridad como ahora. No solo porque la gente ya casi no sale de puente, también es el espacio propicio para desperdiciar plata sin justa causa, puede que hayan sido las mejores intenciones para crear la “Ley Emiliani”, pero se ha podido ver a lo largo de cuarenta años, que ha hecho una huella negativa en la productividad del país, así como la proliferación de fiestas, ferias y carnavales locales, han hecho que se vea cada vez menos la gente en dichas reuniones sociales, porque no hay plata y que pereza los trancones monumentales (tanto de ida como de regreso, y no se remite exclusivamente a Bogotá). Por lo anterior, desde la presente columna se quiere poner en debate, la posibilidad de quitar varios festivos porque no se justifican en un Estado Laico, o corresponden a acontecimientos locales, o simplemente, ya se encuentran en vacaciones locales y administrativas (fin de año), es preferible tener pocos festivos que valgan la pena y sirvan de reflexión, que tener muchos de solo recocha y escurrirle el bulto a las obligaciones. A continuación va la propuesta.

 

Primero, la eliminación del festivo del seis de enero, ya se festejaron las festividades de final de año y no es que quede mucha plata para seguir en la juerga, luego no es de importancia dicha fiesta. El 19 de marzo (Día de San José); ya en vísperas de Semana Santa (y unas veces cayendo en la misma), no vale la pena tener otro festivo que aumente costos laborales, ya con jueves y viernes santo es suficiente, junto con las vacaciones escolares (toda la Semana Santa). Después de Semana Santa, viene el festivo de la Ascensión del Señor, que no es mayor cosa, no es de los más apetecidos para viajar y prácticamente a la vuelta de la esquina, están las vacaciones escolares (entre 30 y 45 días). Cuando llegan las vacaciones de mitad de año escolares (calendario A, B y C), en plena temporada no se necesitan los días festivos que existen: Sagrado Corazón de Jesús, Jesucristo Sumo Sacerdote, así como San Pedro y San Pablo. Están las vacaciones, y que se adelante un día más el regreso, no sería importante como para asumir las obligaciones. En agosto, se encuentra la Asunción de la Virgen María, recién llegados de vacaciones, tampoco vale la pena, no hay plata para fiestas, y apenas, se va cogiendo ritmo para el segundo semestre laboral y escolar.

 

Llega el doce de octubre (Descubrimiento de América, Día de la Raza, Día de Cristóbal Colón); hay una semana de receso escolar y que al igual que los anteriores, el adelanto del regreso no va a incidir negativamente en el trabajo que se venga realizando a cabo. Los festivos de noviembre; el primero de noviembre (Día de Todos los Santos), no vale la pena, ni el once de noviembre (Independencia de Cartagena). El primer festivo, en un Estado Laico, no se justifica, y en el segundo, es una fiesta local, no nacional. Llega el ocho de diciembre (Inmaculada Concepción), sería bueno eliminarla del calendario vacacional, a ver si se logra reducir la cantidad de quemados con pólvora. De los 19 festivos que hay en el país, se lograría reducir a ocho: primero de enero, jueves y viernes santos, primero de mayo, veinte de julio, siete de agosto y navidad; solo quedarían seis, lo que sería un alivio para la carga financiera, tanto para empresas particulares como públicas, eso sí, se reducirían las horas extras laborales, pero también se debe entender que tanto festivo puede conducir a la reducción de empleos en el país.

 

Muchos estarán de acuerdo o no, pero si se tiene que debatir este tema de los festivos. No es cuestión de estigmatizar a nadie de amigo (a) de la vagancia, pero si se debe contribuir más a la productividad y la austeridad. En cuanto a celebraciones locales, se podría dar un plazo sensato para que les den una buena estrategia a sus festividades; acomodarlas a que vaya de verdad gente a aumentar sus ingresos, bien sea en mitad de año, semana santa, receso escolar y/o fin de año. Y no olvidar que tanto festivo deprime, con programación de televisión y radio bien malas, o unos refritos que ya se muestran pálidos de tanto usarlos (ejemplo, Jesús de Nazaret, en jueves y viernes santo, ya uno se aburre). En las Economías Desarrolladas, no pululan tantos festivos al año, como si estuvieran en un carnaval populachero a toda hora, la gente es consciente de que es bueno tener días de ocio, pero que no atropellen la productividad. Por lo anterior, es que se pone en la palestra pública el debate, no sea que llegue el momento en que ya nadie viaje de puente, porque no hay plata, den pereza los viajes (colas en las salidas terrestres y aeropuertos), y lo principal; no haya plata.

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