Cuando el Ministro del Interior, Juan Fernando Cristo,
propuso el Gran Acuerdo Nacional, se sintió una leve esperanza de que se iba a
calmar el ambiente del país. Pero en menos de que canta un gallo, el
Gobierno (Desgobierno) de Gustavo Petro, se encargó de volverlo trizas, por su
egolatría y su paranoia sobre un inexistente Golpe de Estado, bajo la siguiente
disculpa: El Consejo Nacional Electoral (una entidad oficial del país, así no
tenga gente de confiar), decidió abrir una investigación por la violación de
los topes económicos para la Campaña “Petro Presidente 2022”, tanto para la
primera como para la segunda vuelta. Inmediatamente, el Presidente en medio
de su egolatría, se dedicó a gritar a los cuatro vientos que lo querían tumbar,
y que en caso de ser necesario, se tendría que recuperar el poder en el 2026
(¿en las urnas o en las armas?), cuando se sabe que las implicaciones
judiciales y disciplinarias son para las Jefaturas Administrativas de la misma
(encabezadas por Ricardo Roa, actual Presidente de Ecopetrol), mientras que al
Presidente solo lo pueden juzgar en el Congreso, empezando por la Comisión de
Absoluciones, perdón, Acusaciones de la Cámara de Representantes, y después de
un largo tiempo, iría a la Corte Suprema de Justicia, cuando ya Petro no estaría
en la Casa de Nariño.
¿Qué se puede decir del Acuerdo Nacional? Es interesante
la idea, pero imposible hoy, cuando Petro (al mismo estilo de Uribe), se ha
dedicado a gritar sobre la falsa conspiración en su contra, que todo el mundo
se debe movilizar, y de ser necesario, recurrir a las vías de hecho para
defenderlo de sus supuestos enemigos. Que irresponsabilidad la del Presidente
de la Etnia Cósmica la de convocar a la máxima polarización de un país enfermo
por las ideologías extremas; incluso, le dio la oportunidad al nauseabundo
régimen de Nicolás Maduro de entrometer su hocico (¿cierto Canciller de
Venezuela, Yván Gil?). ¿Cómo pretender que la institucionalidad política del
país desescale el lenguaje, cuando en el mismo Gobierno consideran a una parte
de la prensa como “Muñecas de la Mafia” y que le reclamen a alguien por haberse
ido a Bahía Solano a ver Ballenas? Ni siquiera la despistada Margarita Rosa de
Francisco Baquero lo sabe. Un Presidente absolutamente salido de control,
con la rabia en la boca, sin ambición de dialogar, queriendo obligar al pueblo
colombiano a que le aplauden cualquier cosa que haga (han sido más las malas
que las buenas), con sus asquerosas bodegas de aúlicos (as) apoderándose de los
medios de comunicación oficiales.
Un ejemplo de que el Acuerdo Nacional no tendrá nada, es
el de la Paz: cuando Gustavo Francisco Petro Urrego era Alcalde Bogotá (bajo
el lema de Bogotá Inhumana, perdón, Humana), luego de que el Procurador en ese
entonces, Alejandro Ordóñez, lo destituyese e inhabilitase de la oficina en el
Palacio Liévano, quiso presionar indebidamente al Presidente Juan Manuel
Santos, que si no lo apoyaba, le pondría piedras en el zapato a los Diálogos de
Paz que en el entonces, se llevaban a cabo en La Habana (Cuba), con la antigua
y extinta guerrilla de las Farc (en cabeza de Timochenko). Pero una
sentencia del Consejo de Estado (con base en un pronunciamiento de la Corte
Interamericana de Derechos Humanos), hizo que Gustavo Francisco regresase a su
trabajo (así no mostrase mayor interés por el mismo). Después, cuando no mostró
los planos del Metro Subterráneo y se desvanecía dicho proyecto, extrañamente
le dio la espalda al Acuerdo de Paz suscrito, al no hacerle campaña al Sí en el
Plebiscito del dos de octubre de 2016; prefirió tomar represalias en vez de
trabajar mancomunadamente por un anhelo de Colombia durante muchos años: un
Acuerdo para una Paz Estable y Duradera. Ni hablar del mayor fracaso: esa tal
Paz Total.
De pronto en lo único que podría haber un Acuerdo
Nacional, sería para las elecciones de 2026, eso sí, cediendo mucho y
preparándose para que a partir del siete de agosto de dicho año, se empiecen a
revertir decretos y leyes establecidos en su Gobierno (Desgobierno), dado el
nefasto legado que le está dejando al país. Es cierto que el Pacto Histórico
debe irse del poder en las urnas, pero lo es también que la supuesta oposición
(Centro Democrático y Cambio Radical), no tienen mayores argumentos y solo se
han dedicado a retirarse del Capitolio cada vez que se va a votar un Proyecto
de Acto Legislativo. Por lo anterior, hay que ser pesimistas en la llegada
a un Gran Acuerdo Nacional, porque el tiempo se le está acabando a la
inexistente “Potencia de la Vida”, siguen las marchas polarizantes a favor y en
contra, no se abren los suficientes espacios de diálogo en la Casa de Nariño,
siguen saliendo funcionarios (as) de carácter moderado y abiertos al diálogo,
siendo reemplazados por Bodeguero (as) que les gusta agredir, tanto en las
Redes Sociales como en las Calles, a quienes no estén de acuerdo con sus
supuestos enunciados.
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