Comenzó el presente
año, y no se puede perder la oportunidad de leer un buen libro, como parte de
un proceso de descubrimiento personal, más de alguien que ha tenido que tomar
drásticas decisiones: antes de la pandemia, le iban a regalar un viaje
internacional grande y familiar, pero como implicaba ciertas humillaciones, lo
desechó, decisión de la cual jamás se arrepiente. No se puede pasar de alto
que la lectura es el mejor pasatiempo a la hora de buscar un plan de
entretenimiento y educación a la vez; mucha gente preferiría la rumba o dormir,
pero un libro es el mejo antídoto contra la cultura y la intolerancia. El
libro de la presente columna tiene un tema bastante interesante: la obsesión en
la Europa a principios del Siglo XIX, con el ascenso y posterior caída del
trono de Francia de Napoleón Bonaparte, quien luego de conquistar una buena
porción del Viejo Continente, así como de la zona occidental de Asia y el norte
de África, lo perdió todo en Waterloo, saliendo para la prisión de la Isla de
Santa Helena, donde falleció en 1821; así mismo, se habla de su relación con
uno de los expertos más importantes sobre la Cultura y la Historia Egipcia; el
Francés Jean Francois Champolion, partiendo de uno de los objetos más valiosos:
la Piedra de Rosetta.
¿Qué es la Piedra
de Rosetta? Es una roca hallada en el Egipto profundo, donde se puede leer un
manuscrito, que está compuesto de varios idiomas; egipcio, griego, árabe y
copto, entre otros. En palabras sencillas, habla de un decreto emitido en el
año 196 antes de Cristo, donde el imperio que había entonces a la orilla del
bajo Nilo, disponía del modo de vivir de sus habitantes (bajo el reinado de
Tolomeo Epífanes). Basta recordar que para esa época, Egipto ya no era el
imperio poderoso donde los faraones disponían sobre medio mundo; ya había
llegado Alejandro Magno y había impuesto sus costumbres, así como la llegada de
los romanos también empezaba a influir en el modo de vida. Esta “joya”, al
igual que la mayoría de las reliquias saqueadas por los europeos a lo largo de
dos quinientos años aproximadamente, tuvo que pasar por manos inescrupulosas de
cazadores de fortuna (legales e ilegales), estar bajo intrigas (incluso de los
Papas de la aún incipiente Iglesia Católica). Incluso, para que Champolion
pudiese acceder a esta maravilla, tuvo in sinnúmero de piedras en el camino y
malos tratos por parte de bandidos.
¿Jean Francois
Champolion? Fue un joven de clase media baja de la Francia no aristocrática,
quien quedó a muy temprana edad, bajo la tutela de su hermano mayor Jacques
(Profesional en Biblioteca y Documentación), quien en cierta forma, le hizo
despertar en su hermano menor, la pasión por la historia, la arqueología y los
idiomas. Jean Francois no tuvo un título profesional, pero sus estudios le
hicieron un carácter de curiosidad y obsesión por las maravillas de la historia
antigua, a tal punto que llegó a ser uno de los Consejeros Mayores de Napoleón
Bonaparte, incluso tuvieron varios debates sobre las reliquias, en una forma
respetuosa (podía ser alguien que le hablaba al oído del autoproclamado
Emperador, no solo de Francia, de toda Europa. Su trabajo con estas
maravillas lo llevó a viajar por toda Europa y Egipto, para tener acceso a
estas maravillas históricas, pese a que tuvo grandes enemigos como el Inglés
Young, así como unos cuantos diplomáticos europeos en Egipto con negocios
turbios. Su trabajo, incluso, sobrevivió unos años más luego de la caída y
muerte de Bonaparte, ganándose el respeto y la fama, pero murió a los 42 años,
en Marsella, por una enfermedad.
De Napoleón
Bonaparte, ya se sabe todo; francés con ascendencia italiana, fue un militar
muy hábil, con uno de los amores más sonados en la Europa de los Siglos XVIII y
XIX: Josefina. Su invasión a España, trajo consigo unos de los fenómenos
irreversibles para la Historia: la independencia de varios países del Nuevo
Continente: América. Su autocoronación en París (donde estuvo el joven Simón Bolívar),
fue uno de los acontecimientos más importantes; Francia venía de la
revolución de 1789, pero la república aún no terminaba de consolidarse, lo que
aprovechó muy bien Napoleón (Culibajito, como Petro y Uribe) para subir al
trono, emprender la conquista regional pero años más tarde sucumbió y en un
intento desesperado por retomar el poder, cayó preso en la célebre Batalla de
Waterloo. En el libro, también se habla de como empezaron a surgir los
célebres Jeroglíficos (si bien eran de idioma egipcio en un principio, luego
fueron tomando rasgos griegos, romanos, árabes y coptos, principalmente), de
que relataban las grandes epopeyas de sus faraones, así como de su vida
familiar (con tragedias incluidas), pero lo principal; demuestra la Mitología
Egipcia, que tuvo una influencia poderosa en la conformación del mundo de hoy.
Su autor es Daniel Meyerson, quien ha dictado cátedras en la Universidad de
Columbia, nada más y nada menos.