miércoles, 15 de febrero de 2023

CONTRA BOGOTÁ

 

La primera línea del Metro para Bogotá, con solo el 18% de avance en sus obras, se ha convertido en un dolor de cabeza para la ciudad, por la obstinación y arrogancia de un Presidente que como Alcalde Mayor no supo (¿no quiso?) defender su proyecto de Metro Subterráneo apenas el Presidente de ese entonces, Juan Manuel Santos le dio el cheque simbólico de financiación, en 2015. Llegó Enrique Peñalosa al Palacio Liévano, y se cambió el diseño del metro por uno elevado (la primera línea del mismo), que no solo tuvo otro cheque simbólico, sino que tuvo licitación que fue ganada por los chinos. De aquí surge un interrogante; si se sabía que, en 2016, ya el metro subterráneo no tendría mayor posibilidad de sobrevivir, ¿porqué la centro – izquierda colombiana no le hizo mayor fuerza al SÍ a la Paz en el plebiscito del dos de octubre de ese entonces? Ya saben las consecuencias que esto trajo. En 2020, Claudia López llegó a la Alcaldía y le tocó prácticamente firmar el contrato de construcción del mismo, aunque ella siempre prefirió el sistema subterráneo, pero como Petro se hizo el loco, todo quedó ahí. En 2022, antes de que el Pacto Histórico llegase a la Casa de Nariño, se iniciaron las obras del mismo, junto con otros proyectos de movilidad vitales para la Capital de Colombia, y el departamento de Cundinamarca.

 

Durante el final de 2022, la Administración Petro mantuvo un perfil bajo sobre el tema, pero moviéndose sin consultarle a la Administración Distrital; le consultó a los chinos sobre la posibilidad de construir una parte de la primera línea del metro elevada (desde el Patio Taller hasta la Avenida Caracas con calle primera) y el resto fuese subterránea, como la segunda línea (Avenida Caracas con calle 72 hasta Suba); ojo, no es el mismo proyecto subterráneo que había propuesto Petro y que dice que hay planos, pero aún no los muestra, luego hay que seguir dudando de su propuesta. El pasado ocho de enero se reunieron ambas administraciones y los contratistas chinos para mirar unas propuestas hechas sobre el mismo; a la Alcaldesa le gustó una y al Presidente le gustó otra, ya empezaron las distancias. Pero se determinó entablar una Comisión de Trabajo para la misma, no solo a nivel técnico, sino económico y legal. Eso sí, los chinos fueron enfáticos en que un cambio de planos le traería a todos unos líos judiciales de marca mayor, con enormes pérdidas legales y económicas para el país, algo que parece que el “Gobierno de la Vida”, como se hacen llamar Petro y compañía, no han querido entender.

 

Ya la olla pitadora estaba a punto de perder su tapa. En una visita a los patios talleres de Bosa, sin presencia de algún representante del gobierno nacional, la Alcaldesa fue enfática en afirmar lo siguiente (palabras más, palabras menos): “la comisión sigue trabajando, pero mientras no se defina nada y la duda legal persista, el proyecto vigente es el metro elevado (así tenga el padrinazgo de Kike el Bolardo) y se tiene que seguir trabajando en el mismo”. Y los chinos siguen trabajando en el mismo como les corresponde, frente a lo cual afirmaron que los trabajos mayores para la línea elevada empezarían en abril o mayo. Reconociendo que el Gobierno Nacional aparentemente se comprometió a financiar los excedentes que se generarían con las modificaciones, persistió en su terquedad, queriendo mandar al carajo a la Administración Distrital y los Contratistas Chinos. Y todo esto, adornado con una perlita de frase del Ministro de Transporte, Guillermo Reyes, un personaje que ha estado salpicado en copias de trabajos de derecho (Informativo Colombia): “Es muy claro: si no se acepta, como se ha venido diciendo, que se hagan las modificaciones propuestas dentro del marco jurídico, pues el Gobierno también, en la medida en que financia el 70% de los otros proyectos, pues esos otros proyectos se van a tener que parar”.

 

Es claro que el Gobierno Nacional quiere imponer una Alcaldada frente a este tema, que tiene el poder y la plata (que sale del bolsillo de todas las colombianas y colombianos), pero eso sí, deberá respetar los contratos y modificarlos bajo criterios legales y no populistas, propios de una dictadura como la de Daniel Ortega. El Presidente Petro ha afirmado que lo invitaron del gobierno de China para hablar sobre el tema, pero no se sabe cuando viajará ni con quien hablará; es mejor que se vaya preparando para una frase del siguiente estilo: “tu proyecto es muy interesante, pero lo contratado se debe respetar y solo se podrá modificar si la legalidad lo permite, es mejor que se baje de esa nube”. La primera línea del metro ya no estará para el 2028, de pronto para el 2035, así haya bajado la calentura de la polémica entre Gustavo y Claudia (viaje en el mismo avión hacia San José del Guaviare para presentar el Plan Nacional de Desarrollo), pero lo que es cierto que el mismo Petro deberá asumir todas las consecuencias de este acto, incluso las políticas.

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